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Lunes, 2 de Junio de 2025

La triple soberanía, urgencia nacional

  • Última actualización
    05 mayo 2025 05:20

Las políticas de sostenibilidad impulsadas por la Unión Europea, ese Green Deal que la derecha europea activó con la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, al frente, vivieron hace una semana una gran prueba de fuego y ¿sabéis qué? No la pasaron.

La apuesta decidida y firme por la electrificación de la movilidad (y de nuestra vida en general) está genial -porque supone un avance tecnológico y todo eso-, aunque se nos olvidó confirmar algo determinante y vital: ¿somos soberanos a nivel energético para poder implementar todo eso que queremos activar? Respuesta simple, directa y que no permite excusas: no, no lo somos.

En este punto, además de proseguir en el camino hacia la descarbonización de la actividad humana (por aquello de respirar y tal) ¿no deberíamos intentar serlo? En un mundo donde la geopolítica está virando a la antidemocracia y la ruptura de los acuerdos comerciales bajo la presión del nacionalismo trumpista, la gestión de los recursos propios, es decir, garantizar la soberanía energética, logística y alimentaria se consolidan como el top 3 de hitos a alcanzar. No hay dudas.

Para lograr esta gestión soberana también tenemos que decidir si lo hacemos con socios (lo más inteligente teniendo en cuenta nuestro tamaño y recursos) -en plan UE- o en solitario. Si lo hacemos en grupo deberíamos establecer las bases para garantizar que la luz no deje de fluir por nuestras arterias porque si no tuviéramos un sector carbonizado, el lunes pasado lo habríamos tenido claro.

Por ejemplo, gracias a que nuestro parque automovilístico es el que es, gran parte de la población no tuvo problemas de movilidad y las mercancías pudieron seguir circulando (con las restricciones impuestas, obvio, pero no por condicionantes energéticos, ya me entendéis).

La gestión de los recursos propios, es decir, garantizar la soberanía energética, logística y alimentaria se consolidan como el top 3 de hitos a alcanzar. No hay dudas

En este sentido, el sector logístico español activó sus protocolos de emergencia, sus sistemas de energía de respaldo (tanto en empresas como en infraestructuras estratégicas como los puertos y aeropuertos) y sus procedimientos analógicos que funcionaron razonablemente bien. Los planes de contingencia fueron solventes. La cadena logística mostró su resiliencia again. COVID, ruptura de la cadena de suministro, guerra de Ucrania, Israel... llevamos cinco años de no parar...

El transporte aéreo y el ferroviario fueron los que más sintieron el impacto, sobre todo el tren por su obvia dependencia del suministro eléctrico; de hecho, días después todavía se resentía el tráfico ferroviario de mercancías que debía encontrar los surcos para los volúmenes detenidos el lunes.

No obstante, no debemos venirnos arriba. Que la urgencia fuera atendida con eficacia por el sector no significa que pudiera sostenerse en el tiempo. Las medidas fueron solventes para la inmediatez, pero poco más. Por eso, debería trabajarse en esclarecer las causas para intentar que no vuelva a suceder y establecer un plan nacional que garantice nuestra seguridad energética. Y se tiene que hacer ya porque la digitalización (en todos sus niveles y en todos los eslabones de actividad del país llegando incluso a la acción directa en la ciudadanía y su sensación de pánico por carecer de información veraz) es una realidad.

Llevamos años invirtiendo en esa transformación digital de todo, incluida nuestra infoinfraestructura, y sin electricidad esa digitalización se convierte en una soga de indefensión nacional. Hoy más que nunca, la I+D+i energética es estratégica y debemos apostar por invertir en ella.