Ha sido el hogar de la familia real británica desde que Jorge III lo comprara para agasajar a su mujer, la reina Carlota, en 1762. El Palacio de Buckingham se llamaba entonces la Buckingham House (Casa Buckingham) y había sido construido en 1703 para el Duque de Buckingham. En el siglo XIX fue ampliado con tres alas más y en 1845 la reina Victoria encargó una cuarta para proporcionar "alojamiento a nuestra pequeña familia, que está creciendo con rapidez". La monarca tuvo nueve hijos.

Juguetes muy queridos y ajados por el uso, lujosas prendas diminutas, fotos y película de los niños que luego fueron reyes y príncipes... El edificio escenario de nacimientos, bautizos y juegos, ahora residencia oficial de la reina Isabel II, abre durante el verano parte de sus salones de recepción y expone en ellos —del 26 de julio al 28 de septiembre— Royal Childhood (Infancia real), una muestra que abarca más de 250 años de niñez de los miembros de la realeza británica.

Entre los juguetes de la niñez de Isabel II hay un juego de té rosa en forma de conejo, un conjunto de bolos pintados como si fueran hombrecillos ataviados con trajes regionales y disfraces y un carrito de muñecas de mimbre que la actual reina (con dos años de edad) se divertía empujando por los jardines de Piccadilly 145, una residencia de 25 habitaciones en la que vivió con sus padres y su hermana hasta los 10.

De rompecabezas a trenes en miniatura,  muchos de los objetos fueron disfrutados por varias generaciones de niños de la realeza. La misma carretilla en forma de perro se puede ver en una foto de la princesa Margarita y más tarde en una imagen de su sobrina la princesa Ana. En 1763, el entonces príncipe de Gales (después Jorge IV) recibió de su institutriz un sonajero de plata con el que luego jugaron sus 14 hermanos y después recibió la reina Victoria para sus hijos.

La exposición reúne tanto regalos familiares como oficiales, de la mantita rosa que la reina Victoria bordó para su nieta Alicia en 1883 hasta la casa de campo de tamaño infantil (con instalación de luz y agua corriente) que el pueblo de Gales entregó a la entonces princesa Isabel en 1932 con motivo de su sexto cumpleaños. La casita, todavía en pie, se construyó junto al Royal Lodge (una suntuosa residencia de la nobleza) y la disfrutan los niños aristócratas cuando visitan el lugar.

De las prendas que llevaron princesas y príncipes destacan trajes de terciopelo para el que más tarde fue el rey Jorge V, un abrigo rosa que Isabel II llevó a los nueve años y un traje de marinero que el príncipe Guillermo de Inglaterra lució en la boda del Duque de York en 1986. Un diminuto par de zapatos de terciopelo del hijo mayor de la reina Victoria (el príncipe Alberto Eduardo) tienen escrito en la suela que los calzó ciertamente el después rey Eduardo VII a la edad de ocho meses.

Con bordados de plata, el faldón bautismal que la reina Victoria encargó para bautizar a su primera hija en 1841 lo han utilizado posteriores generaciones y con el príncipe Jorge —ataviado con una réplica que también se exhibe— se continuó con la tradición en su bautizo, en octubre de 2013.