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El conflicto del Sahara Occidental es un paradigma del conflicto internacional fabricado sobre la nefasta herencia del colonialismo en África

Títeres de Argelia en el Sahara Occidental

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Se ha dicho que es un error llamar razonamiento a buscar argumentos ridículos para seguir creyendo en lo que se cree, y los defensores del montaje argelino de los saharaui lo demostraron recientemente en este espacio.

Recientemente opiné, a través de esta columna, sobre el ya longevo conflicto del Sahara Occidental, antiguo Sahara español, con las mismas ideas anteriores al recorrido que realicé en febrero pasado por Marruecos, dialogando con su pueblo y sus líderes y recorriendo su extensa y bella geografía.

En lugar de argumentos que puedan rebatir los míos, recibí la característica andanada de ataques personales que caracteriza como reacción a los miembros de ONG reaccionarias cuando no pueden rebatir argumentos.

En realidad mi crítica en principio no estuvo dirigida contra los saharauis, un grupo de activistas separatistas que desean proclamar la independencia de un desolado paraje desértico, alentado por la financiación de Argelia. La idea de los saharauis sólo deja de ser descabellada si se considera que Argelia desea una salida al Atlántico, e instrumenta a este grupo para obtenerla.

En realidad, mi crítica estaba dirigida a la izquierda latinoamericana, que teniendo varios conflictos territoriales y separatistas sin resolver en su seno (Zulia, Santa Cruz, la negada salida al mar de Bolivia, los problemas entre Nicaragua y sus países fronterizos), se aventura a tomar partido por un grupo separatista cuyos objetivos son cuando menos dudosos.

Fuentes marroquíes han dejado bien en claro que el problema ha causado ya un gran desgaste a las naciones involucradas, y que se resolverá el día que Argelia demuestre voluntad para hacerlo.

Las raíces del conflicto se remontan a un acuerdo entre Francia y España, impulsado por otras potencias europeas, en noviembre de 1912, que habilitó a los españoles a ejercer un protectorado sobre el Sultanato de Marruecos, hoy conocido como “ocupación española” de Marruecos por los afectados.

Ya durante esa etapa histórica, interrumpida por la Primera Guerra Mundial y reanudada en 1919, los españoles pudieron comprobar en carne propia la complejidad del dilema marroquí, pues se enfrentaban a una población que ni en tiempos del Imperio Romano, ni en épocas de la mayor expansión islámica, habían sentido el peso de autoridad alguna y se mostraban reacios a acatarla.

Finalmente Marruecos, tras décadas de anarquía, obtuvo su independencia de Francia en marzo de 1956, y de España, en abril de 1956. Sin embargo, España siguió reteniendo la parte sur de su antiguo protectorado, actitud que generó el problema actual.

Luego de la primera fase de la independencia, los nacionalistas marroquíes se basaron en la historia de la región para su reivindicación “el Gran Magreb o “Gran Marruecos”. En tiempos de la dinastía almorávide, estos monjes soldados habían unificado bajo su mando una gran extensión de territorio que comprendía todas las posesiones españolas en el norte de África (Ifni, Villa Bens, el Sahara, Ceuta, Melilla y los islotes) a su vez toda Mauritania, una buena parte de Argelia y Malí, llegando hasta el río Senegal. Esa es la raigambre histórica de los derechos de Marruecos sobre el Sahara. Además, no puede olvidarse que el fin del colonialismo en el territorio del Sahara Occidental, que seguía retenido por España hasta 1975, se debe a una inteligente maniobra marroquí.

Para desalojar definitivamente a los españoles de su territorio, Marruecos implementó la estrategia de la Marcha Verde, enviando 350.000 ciudadanos para que ocupen ese territorio. La estrategia liderada por el rey Hasan II, durante la crisis política de la España franquista en la última etapa de la dictadura, fue iniciada en noviembre de 1975.

El plan tuvo éxito, y en medio de la agonía del Generalísimo Franco, España debió ceder esos territorios a Marruecos. Fue entonces que aparecieron los intereses expansionistas de Argelia.

Argelia entrenó a los marroquíes que integran el Frente Polisario, que supuestamente lucha por la liberación del Sahara Occidental de manos de Marruecos. Nadie insinuó antes de ello la creación de un Estado en esa zona, sólo hasta que se habló de la parte occidental del Sahara, que tiene costa Atlántica. El interés de Argelia es, evidentemente, buscar una salida al Atlántico. Ese es el trasfondo de un conflicto sin visos de solución favorable para los argelinos, dado el respaldo a Marruecos de la Liga Árabe y la aceptación generalizada de su plan de autonomía como epílogo del problema.

El frente instrumentado por Argelia para sus propósitos, a su vez, dista mucho de ser compacto, como lo demuestran las manifestaciones de Salek Mohamed Ayad. Fundador del Frente Polisario, Ayad acusa a los líderes saharauis de haberse convertido en un instrumento al servicio de Mohamed Abdelaziz y su clan de sinvergüenzas y ladrones, y por supuesto, también de Argelia, que manipula la causa del pueblo saharaui en su lucha por debilitar a su enemigo histórico, Marruecos.

Este saharaui disidente estuvo, como muchos otros, diez años encerrado en las mazmorras del Polisario en Tinduf, a las que describió como “tumbas donde encerraban a la gente y la maltrataban sin piedad”. Según Ayad, la mayoría de los saharauis, tanto de Tinduf como del Sahara Occidental, están en contra de lo que hacen Abdelazis y sus secuaces, que embolsan el 80 por ciento del dinero que se recibe como ayuda internacional, gran parte proveniente de España. Pero el jefe de los forajidos ha impuesto el silencio de los cementerios en sus filas, con la complicidad de medios y adictos.

Esta descripción de Ayad refuerza mi idea sobre estos “activistas” saharauis como oportunistas que lucran con la tragedia de los pueblos miserables del África, personajes que para ocultar su verdadero rostro se dedican a insultar, mentir y agredir. Lo han hecho en esta misma columna. Agrediendo por falta de argumentos solo se desnudan como aprendices de dictadores, y no solo beneficiarios de aquellos que viven estupendamente bien gracias a la generosa ayuda internacional y al apoyo de Argelia, mientras los pueblos del Sahara sufren en silencio a causa de estos intereses creados para mantener un conflicto absurdo.

A pesar de esta realidad, gran parte de la opinión pública mundial sigue engañada por las proclamas del grupo de forajidos liderados por Abdelazis, quien también cuenta con el fácil respaldo comprado de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos para sus andanzas forajidas por el Sahara. Este engendro de Argel nunca explicó hasta ahora, valga decirlo, porqué toda su familia sigue residiendo en Marruecos sin sufrir represalias.

También falta develar el misterio de porqué los saharauis han pasado de tener la piel aceitunada característica de los magrebíes al oscuro de los subsaharianos. Evidentemente, si una cámara ingresa en sus campamentos a preguntar a estos “saharauis” sobre la causa que luchan, no sabrán qué contestar. Las ONG crean aglomeraciones similares en todo el mundo, en Paraguay es frecuente que utilicen así a los indígenas.

Ya lo advirtió alguna vez Hermann Keyserling: Ninguna prueba, ninguna rectificación ni desmentido puede anular el efecto de una publicidad bien hecha. El montaje argelino de los saharauis es otro caso de prueba.

Títeres de Argelia en el Sahara Occidental

El conflicto del Sahara Occidental es un paradigma del conflicto internacional fabricado sobre la nefasta herencia del colonialismo en África
Luis Agüero Wagner
lunes, 12 de mayo de 2014, 06:48 h (CET)
Se ha dicho que es un error llamar razonamiento a buscar argumentos ridículos para seguir creyendo en lo que se cree, y los defensores del montaje argelino de los saharaui lo demostraron recientemente en este espacio.

Recientemente opiné, a través de esta columna, sobre el ya longevo conflicto del Sahara Occidental, antiguo Sahara español, con las mismas ideas anteriores al recorrido que realicé en febrero pasado por Marruecos, dialogando con su pueblo y sus líderes y recorriendo su extensa y bella geografía.

En lugar de argumentos que puedan rebatir los míos, recibí la característica andanada de ataques personales que caracteriza como reacción a los miembros de ONG reaccionarias cuando no pueden rebatir argumentos.

En realidad mi crítica en principio no estuvo dirigida contra los saharauis, un grupo de activistas separatistas que desean proclamar la independencia de un desolado paraje desértico, alentado por la financiación de Argelia. La idea de los saharauis sólo deja de ser descabellada si se considera que Argelia desea una salida al Atlántico, e instrumenta a este grupo para obtenerla.

En realidad, mi crítica estaba dirigida a la izquierda latinoamericana, que teniendo varios conflictos territoriales y separatistas sin resolver en su seno (Zulia, Santa Cruz, la negada salida al mar de Bolivia, los problemas entre Nicaragua y sus países fronterizos), se aventura a tomar partido por un grupo separatista cuyos objetivos son cuando menos dudosos.

Fuentes marroquíes han dejado bien en claro que el problema ha causado ya un gran desgaste a las naciones involucradas, y que se resolverá el día que Argelia demuestre voluntad para hacerlo.

Las raíces del conflicto se remontan a un acuerdo entre Francia y España, impulsado por otras potencias europeas, en noviembre de 1912, que habilitó a los españoles a ejercer un protectorado sobre el Sultanato de Marruecos, hoy conocido como “ocupación española” de Marruecos por los afectados.

Ya durante esa etapa histórica, interrumpida por la Primera Guerra Mundial y reanudada en 1919, los españoles pudieron comprobar en carne propia la complejidad del dilema marroquí, pues se enfrentaban a una población que ni en tiempos del Imperio Romano, ni en épocas de la mayor expansión islámica, habían sentido el peso de autoridad alguna y se mostraban reacios a acatarla.

Finalmente Marruecos, tras décadas de anarquía, obtuvo su independencia de Francia en marzo de 1956, y de España, en abril de 1956. Sin embargo, España siguió reteniendo la parte sur de su antiguo protectorado, actitud que generó el problema actual.

Luego de la primera fase de la independencia, los nacionalistas marroquíes se basaron en la historia de la región para su reivindicación “el Gran Magreb o “Gran Marruecos”. En tiempos de la dinastía almorávide, estos monjes soldados habían unificado bajo su mando una gran extensión de territorio que comprendía todas las posesiones españolas en el norte de África (Ifni, Villa Bens, el Sahara, Ceuta, Melilla y los islotes) a su vez toda Mauritania, una buena parte de Argelia y Malí, llegando hasta el río Senegal. Esa es la raigambre histórica de los derechos de Marruecos sobre el Sahara. Además, no puede olvidarse que el fin del colonialismo en el territorio del Sahara Occidental, que seguía retenido por España hasta 1975, se debe a una inteligente maniobra marroquí.

Para desalojar definitivamente a los españoles de su territorio, Marruecos implementó la estrategia de la Marcha Verde, enviando 350.000 ciudadanos para que ocupen ese territorio. La estrategia liderada por el rey Hasan II, durante la crisis política de la España franquista en la última etapa de la dictadura, fue iniciada en noviembre de 1975.

El plan tuvo éxito, y en medio de la agonía del Generalísimo Franco, España debió ceder esos territorios a Marruecos. Fue entonces que aparecieron los intereses expansionistas de Argelia.

Argelia entrenó a los marroquíes que integran el Frente Polisario, que supuestamente lucha por la liberación del Sahara Occidental de manos de Marruecos. Nadie insinuó antes de ello la creación de un Estado en esa zona, sólo hasta que se habló de la parte occidental del Sahara, que tiene costa Atlántica. El interés de Argelia es, evidentemente, buscar una salida al Atlántico. Ese es el trasfondo de un conflicto sin visos de solución favorable para los argelinos, dado el respaldo a Marruecos de la Liga Árabe y la aceptación generalizada de su plan de autonomía como epílogo del problema.

El frente instrumentado por Argelia para sus propósitos, a su vez, dista mucho de ser compacto, como lo demuestran las manifestaciones de Salek Mohamed Ayad. Fundador del Frente Polisario, Ayad acusa a los líderes saharauis de haberse convertido en un instrumento al servicio de Mohamed Abdelaziz y su clan de sinvergüenzas y ladrones, y por supuesto, también de Argelia, que manipula la causa del pueblo saharaui en su lucha por debilitar a su enemigo histórico, Marruecos.

Este saharaui disidente estuvo, como muchos otros, diez años encerrado en las mazmorras del Polisario en Tinduf, a las que describió como “tumbas donde encerraban a la gente y la maltrataban sin piedad”. Según Ayad, la mayoría de los saharauis, tanto de Tinduf como del Sahara Occidental, están en contra de lo que hacen Abdelazis y sus secuaces, que embolsan el 80 por ciento del dinero que se recibe como ayuda internacional, gran parte proveniente de España. Pero el jefe de los forajidos ha impuesto el silencio de los cementerios en sus filas, con la complicidad de medios y adictos.

Esta descripción de Ayad refuerza mi idea sobre estos “activistas” saharauis como oportunistas que lucran con la tragedia de los pueblos miserables del África, personajes que para ocultar su verdadero rostro se dedican a insultar, mentir y agredir. Lo han hecho en esta misma columna. Agrediendo por falta de argumentos solo se desnudan como aprendices de dictadores, y no solo beneficiarios de aquellos que viven estupendamente bien gracias a la generosa ayuda internacional y al apoyo de Argelia, mientras los pueblos del Sahara sufren en silencio a causa de estos intereses creados para mantener un conflicto absurdo.

A pesar de esta realidad, gran parte de la opinión pública mundial sigue engañada por las proclamas del grupo de forajidos liderados por Abdelazis, quien también cuenta con el fácil respaldo comprado de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos para sus andanzas forajidas por el Sahara. Este engendro de Argel nunca explicó hasta ahora, valga decirlo, porqué toda su familia sigue residiendo en Marruecos sin sufrir represalias.

También falta develar el misterio de porqué los saharauis han pasado de tener la piel aceitunada característica de los magrebíes al oscuro de los subsaharianos. Evidentemente, si una cámara ingresa en sus campamentos a preguntar a estos “saharauis” sobre la causa que luchan, no sabrán qué contestar. Las ONG crean aglomeraciones similares en todo el mundo, en Paraguay es frecuente que utilicen así a los indígenas.

Ya lo advirtió alguna vez Hermann Keyserling: Ninguna prueba, ninguna rectificación ni desmentido puede anular el efecto de una publicidad bien hecha. El montaje argelino de los saharauis es otro caso de prueba.

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Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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