Costa Rica jugó su partido más difícil en lo que va la del Mundial. Los cuartos de final, terreno hasta ahora ajeno para cualquier centroamericano, mostraron estar a otro nivel. Y no importó, la Sele mostró temple y le aguantó a Holanda, la hizo sufrir hasta los penales.
Fue en esa lotería de los lanzamientos desde el punto de penal donde Louis van Gaal hizo gala de su fama de estratega y sacó una carta de triunfo inesperable. La del portero Tim Krul, quien ingresó en el ultimísimo instante del tiempo extra solo para pararle a Bryan Ruiz y Michael Umaña los penales y visar el boleto tulipán a las semifinales.
Antes de llegar ahí, a la cruel definición que detuvo la fantasía de la gesta tica, hay que recordar todo lo que hizo esta estoica selección de Jorge Luis Pinto: nunca sucumbió al miedo, se enfrentó a los excampeones mundiales del Grupo de la Muerte y los hincó, la leyenda continuó con la aventura griega y lo sufrido que fue avanzar a los cuartos con 10 jugadores.
Hoy se despide la Tricolor del mágico Brasil. Lo hace con la frente más en alto que nunca antes, con una participación histórica y sin haber perdido. Eso lo garantizó un Keylor Navas para la antología y una entrega inagotable de todos los participantes en el brillante equipo del profesor Pinto.
Gigante en la adversidad. Fue un partido difícil. Holanda mostró ser todo lo que se esperaba: el rival más duro a enfrentar. Arjen Robben es verdaderamente indetenible; hoy lo atestiguamos. Robin van Persie aparece de la nada para rematar y Wesley Sneijder es uno de los grandes conductores del fútbol actual. Un trío de calidad impresionante, apoyado en el excelente esquema de Van Gaal y una férrea y casi impasable cortina naranja en la mediacancha.
A todo eso y a los constantes errores del árbitro le plantó cara la Sele, un estoico gigante bañado de blanco, azul y rojo que nunca claudicó.
La primera parte fue complicada, la complementaria se niveló, pero en todos los tiempos los naranjas supieron apretar en el cierre y nos pusieron a sufrir.
Del sofoque en la mitad del terreno fue que Holanda encontró las mejores oportunidades para comprobar la calidad de Navas.
Al 21' llegó la mejor jugada de la inicial en un contragolpe que condujo Robben y casi mata Van Persie, de no ser por los felinos reflejos del meta costarricense.
Ocho minutos después, de otra bola perdida, se originó el disparo de Memphis Depay que chocó de frente con la muralla de Navas.
Al 39', Sneijder volvió a probar suerte, esta vez de tiro libre, y el resultado fue el mismo: Navas luciéndose.
En todo ese concierto de una Holanda que dominó a placer el primer tiempo, el ataque tico se vio escaso de oportunidades. Asfixiados Yeltsin Tejeda y Celso Borges, fueron pocas las bolas que llegaron al último cuarto de cancha.
Además, Joel Campbell se salió del ataque para ubicarse por derecha y ayudar en la presión por buena parte de la inicial.
A favor de los nacionales solo se contó un contragolpe que Joel supo encaminar pero que Christian Gamboa no supo centrar, al 19', y un tiro libre que Johnny Acosta intentó cazar frente al área chica, al 34'.
Ganar respeto. En la complementaria, el panorama mejoró para la Sele, que supo encontrar los espacios en la media para tocar mejor la bola y darle a Ruiz un par de oportunidades para que se luciera en la conducción.
De los pies del 10 tico fue que surgió la ocasión para que Campbell reclamara penal en el área holandesa. Fue una acción en la que se escapó Júnior Díaz para tirar el centro y ver como Joel caía en el área sin que el árbitro se conmoviera.
También llegó una buena oportunidad en la cabeza de Giancarlo González, quien se supo ganar el espacio tras el tiro libre de Christian Bolaños. Lamentablemente, el cabezazo se fue elevado al saque de puerta.
Esos fueron los mejores minutos de Costa Rica, que supo reclamarle respeto a una de las grandes candidatas para ganar esta Copa del Mundo.
Aunque eso no duró mucho, el león naranja volvió a mostrar las garras en el último cuarto de hora del tiempo regular, solo para volver a comprobar el temple tico y la calidad de Navas.
Para el 77' se fue Gamboa lesionado y Campbell ya había dejado el terreno de juego agotado. Para ese momento era claro que el desarrollo del partido obligaría a la Tricolor a aguantar y a los aficionados que dejaron desoladas las calles de Tiquicia a sufrir.
A ocho minutos de que se acabara el reloj de la segunda parte, Sneijder fue el primero en comprobar la fortaleza de los corazones costarricenses. El tiro libre del armador tulipán fue a dar directo al vertical.
Van Persie sería el que protagonizaría las acciones más trepidantes antes de que llegaran los tiempos extra. Primero topó, de nuevo, con los reflejos de Navas y luego con Yeltsin Tejeda en la línea de gol, cuyo despeje fue a dar al horizontal.
El resistir. Las fuerzas ya flaqueaban y el rival no era para despistarse ni aventurarse mucho. Así que Costa Rica decidió acomodarse en el papel de aguantar el partido. Si faltaba un pasaje de angustia para redondear la fantástica historia de la Selección, hoy lo encontramos.
Volvieron a aparecer los sustos. Keylor detuvo un cabezazo mortal del defensor Ron Vlaar, al 93', y el primer tiempo extra se fue entre un manojo de nervios.
Hubo una oportunidad de hacer desaparecer toda esa tensión en una llegada de Marco Ureña que se aventuró contra la dura zaga holandesa. El remate, al 116', casi enloquece de la emoción a cuatro millones y medio de costarricenses, pero el portero atinó en la intervención para mantener en blanco el marcador.
Ya se acababa el partido cuando Sneijder volvió a comprobar su maldición con los palos, al sacar un desalmado remate que se fue a estrellar al horizontal.
Se acababa el reloj cuando Van Gaal envió al gigante Krul (1.93 cm) al campo. En apenas su sexto partido con la selección, el meta holandés se erigió como el héroe de una nación y el villano de la epopeya tica.
Adivinó los cinco lanzamientos, se llevó los de Ruiz y Umaña, y apagó las luces de la fantasía.
No hay más. Si algún día tenía que perder Costa Rica, difícilmente lo podría haber hecho con más dignidad o mejor rival. Y el cuento no acaba, porque ahora los ticos tenemos en las manos un futuro prometedor, en el que el impensable y el imposible cesaron de existir. ¡Gracias Sele por este maravilloso cuento de hadas!