Hay un mundo inexplorado en los docurrealities británicos y estadounidenses que aquellos que veíais los programas que emitía la desaparecida xPlora (‘Cuerpos embarazosos’, ‘Empeños a lo bestia’...) podéis intuir. Pero la llanura inexplorada es mucho más vasta de lo que podéis llegar a imaginar: enfermos terminales viviendo sus últimos días frente a la cámara, parejas que practican el sexo en directo en un plató para comentarlo luego con el público, y ahora, abuelas de más de 80 años que venden su cuerpo por dinero. Contenidos que dejan a los ‘Callejeros’ de Cuatro como simples aprendices de la miseryxploitation.

El pasado 29 de mayo, Channel 4 estrenó su nuevo docurreality, ‘My Granny the Escort’, presentándonos el testimonio de Sheila Vogel-Coupe, abuela de una finalista de la última edición del ‘Factor X’ británico y prostituta a sus 85 años. Sheila, que vivió feliz durante sus dos matrimonios, lleva 4 años vendiendo su cuerpo, lo que le ha llevado a romper cualquier tipo de relación con su familia. El momento clave de la primera emisión de ‘My Granny the Scort’ fue cuando la mujer reveló por qué se dedicaba al oficio más viejo del mundo: “Me siento sola y me gusta la compañía de un caballero, pero si quieres saber la cruda verdad, lo hago porque me encanta el sexo. Solo pensar en ello me hace sentir mejor.”

El testimonio de Vogel-Coupe, que afirma cobrar unos 300 euros por servicio, ha generado un amplio debate en el Reino Unido. Mientras algunos medios como el The Telegraph lo definían como un programa “sórdido, pero sensible y con matices”, otros como el The Independent lamentaban que se retratara el problema como una rareza en estas mujeres, y no como una patología de la sociedad. Incluso el actor Russell Brand(‘Todo sobre mi desmadre’), ha opinado, a su manera, sobre el asunto: “Cuando pienso en pagar por tener sexo, me imagino a una mujer sexualmente muy deseable, lo que anula mis posibles frenos morales y la idea de que es algo despreciable tratar a las mujeres como mercancía. Pero si me pones a una abuela delante, entonces pagar por tener sexo es algo absurdo. ¿Pero es algo especialmente malo pagar por tener sexo con una anciana? Pues supongo que no, una vez te pones a ello.”