Protestas estudiantiles 8Toda verdadera rebelión contiene algo inédito; algo que en principio no puede traducirse, sólo sentirse. Es la fuerza intangible y estremecedora del espíritu humano. Porque la rebelión verdadera agota la razón y el cálculo, al crear un nivel de comprensión y acción nunca antes imaginado. Los analistas no logran alcanzarla, definirla o conceptualizarla, sin embargo, la rebelión inédita nace también del acumulado sufrimiento y de la impotencia del ser ante la soberbia del poder. Mas, en ese territorio oscuro y doloroso, la rebelión enciende la llama de la lucidez desacostumbrada y comienza a propagarse, a vencer la dominación y la condena que se creían eternas; fragua —en natural y único proceso— nuevas tácticas y estrategias de liberación al superar aquellas formas anteriores de rebeliones acumuladas por la historia. Ninguna ola del mar es igual a otras. Una logística de contrastes que fragua y reserva el instante supremo de la transición, en la que debe actuar la unidad política de todo el movimiento rebelde, para consolidar la rebelión total contra el poder total. Ese magno objetivo por conquistar sólo es posible de manera mancomunada. El liderazgo se democratiza cuando la épica se vuelve espíritu, y aquél logra tomar las riendas del caballo desbocado de la urgencia de los desesperados. En ese momento, el triunfo se da por una estrategia sistemática y diversificada en la logística, sin fisura, hacia la toma del poder, y es entonces cuando la resistencia pasa a la defensiva, y luego, a la ofensiva arrolladora, contra el poder insano que gobierna.

El protagonista esencial de la rebelión: el individuo, víctima desamparada ante la brutalidad del gobierno y el Estado forajido que lo reprime, lo tortura y encarcela, no sólo se rebela contra su opresor desde sus diferentes ámbitos de lucha, sino contra los temores y objeciones de sí mismo. Entiende, finalmente, en las horas más duras y amargas, que vive en la nada, que toda verdadera rebelión se gesta en la hondura del espíritu. Allí, sin saberlo, comienza a refundar el arte de la política para enfrentar a la prepolítica criminal que lo esclaviza. El sufrimiento y la impotencia tiene un límite de aguante, de contención y hastío, pero una vez desatados en rebelión estelar, nadie ni nada podrá contenerlos. El triunfo se da por avalancha. En multitudinarias manifestaciones que desbordan las calles, en barricadas y trincheras, y aún en negociaciones diplomáticas, pero sin que éstas impliquen la desactivación de la rebelión. Los rebeldes han determinado derrotar y cambiar, radicalmente, un régimen que se apartó de la civilidad y la constitución. La política es real y leal cuando vela por el curso indetenible de la rebelión. Por supuesto, en su curso sinuoso, las fases de lucha en la rebelión tienen un tiempo de existencia. El ingenio está en saber cuándo termina una fase para dar comienzo a otra. Pero, la voluntad pacífica de una rebelión, no debe confundirse con el martirologio impotente en el que han sucumbido algunos países, ante la engañosa utopía de los totalitarismos. En Venezuela hay una rebelión en marcha, con un ingrediente inédito que asombra y estremece al poder totalitario. El gobierno venezolano ordena disparar a la cabeza de los estudiantes porque no puede soportar que ese sueño puro de tantos jóvenes se haga realidad. Soñar se ha vuelto un delito en Venezuela.

La rebelión que se gesta en Venezuela no es un producto generacional que habrá de ser sustituida por otra generación, sino por aquella que convoca la fuerza eternamente joven que habita en cada venezolano. El alma no envejece cuando se ama la vida y la patria. La rebelión que insurge en Venezuela se hace librándose de la tradicional concepción socialdemócrata de hacer política, y también de los lastres anacrónicos de la revolución comunista del siglo veinte. Eso explica cómo al inicio del siglo veintiuno, Cuba se ha convertido en el imperialismo de la América Latina. Penetra con sagacidad y astucia —vía relaciones exteriores y servicios de inteligencia— los organismos regionales de la democracia, para desmontar las democracias blandas de los países latinoamericanos. La oposición política venezolana, lucía impotente ante este expansionismo, y de repente, los invasores cubanos tropezaron con un resistente y combativo opositor que ya los ha desenmascarado ante el mundo. Sin embargo, los Castro lograron instalar la dictadura de Cuba en Venezuela, con la complicidad de apátridas y débiles mentales. La juventud venezolana, liderada por los estudiantes y algunos valiosos jóvenes políticos, que ingresan hoy en día al escenario de la lucha, les advierten a las tropas de la dictadura cubana que todavía están a tiempo de abandonar la patria, donde se gesta una rebelión inédita y que los sacará del poder. Los rebeldes tienen muy claro, en esta hora meridiana, quién debe ser tratado como opositor político y quiénes como enemigos de guerra.

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