Centro Virtual Cervantes

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  Morderse la lengua

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ISBN: 84-689-9456-1
 

 

 

 


En otoño de 1996 comenzó a emitirse en «La 2» y en el Canal Internacional, de Radio Televisión Española, el programa Al habla. Dirigido por Clara Isabel Francia, y patrocinado por el Instituto Cervantes, nacía con la vocación de divulgar el idioma español de manera rigurosa al tiempo que desenfadada.

A lo largo de siete temporadas, casi trescientas emisiones, el programa acudió a su cita semanal, ocupándose de una gran variedad de temas y dudas relacionadas con el idioma, siempre avaladas por un grupo de reconocidos especialistas.

Una de las secciones que, desde el principio, suscitó mayor interés fue El museo de los horrores. En ella, se trataba de mostrar los malos usos del idioma en los medios de comunicación: equívocos y malentendidos provocados por erratas, errores sintácticos o gramaticales y usos incorrectos de las palabras, con los que se buscaba siempre la faceta más divertida y sorprendente.

Las cartas en las que los lectores enviaban estos horrores comenzaron a llegar con regularidad al programa prácticamente desde la primera emisión, y cada semana se premiaba la propuesta más original o chocante, surrealista muchas veces, con un diccionario.

Aunque en ocasiones se recibían cintas con grabaciones radiofónicas o de programas de televisión, incluso alguna fotografía, la mayor parte de las cartas contenían recortes de periódicos y revistas, mucho más accesibles para los espectadores, con lo que al final, los museos acabaron convirtiéndose en un auténtico archivo de erratas en letra impresa.

Son estos recortes enviados por los espectadores durante las siete temporadas de emisión del programa, los que, debidamente seleccionados y ordenados por Jesús Marchamalo, han servido para  elaborar esta exposición que ahora presenta el Centro Virtual Cervantes, y que pretende ser un homenaje a quienes, con tanto interés, se afanaron en bucear periódicos y revistas en busca de titulares, noticias y pies de foto dignos de este particular museo nuestro.

Sin ellos, es obvio, nada de esto habría sido posible.

La exposición, por lo demás, aparece ordenada bajo distintos epígrafes que buscan una cierta unidad temática, si bien el visitante podrá entrar y salir de las diferentes salas a su antojo, prescindiendo incluso, si así lo desea, del texto que acompaña, y comenta, las ilustraciones.

Dicho todo lo cual, les invitamos a una inmersión en este mundo de lo insólito. Bienvenidos.

 


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