En Colombia el consumo de banano y coco, por ejemplo ha disminuido. Mientras que ha aumentado el de trigo, soya y palma de aceite. | Foto: Archivo semana

Consumo

Todos comemos lo mismo

Más calorías, proteínas y grasas están consumiendo las personas. El problema es que la dieta mundial es cada vez más homogénea.

Por Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT)
11 de marzo de 2014

Un nuevo estudio sobre las ofertas alimentarias mundiales confirma y documenta con gran detalle y por primera vez lo que los expertos han sospechado desde hace mucho tiempo: las dietas de las personas en todo el mundo se han vuelto muy parecidas. 

Tanto, que en los últimos 50 años el mundo entero ha llegado al punto de depender cada vez más de unos pocos cultivos para suplir la mayoría de sus alimentos, incluidos los favoritos de siempre como trigo, arroz, maíz y papa, pero también otros más recientes, como soya, aceite de girasol y aceite de palma, junto con la carne y los productos lácteos. 

Latinoamérica no es ajena a esta problemática mundial. En Centroamérica por ejemplo, la tendencia al consumo de maíz, fríjol, y aceite de algodón ha disminuido, restringiendo el aporte de calorías a la dieta, mientras que se ha incrementado el consumo de aceite de palma, soya, mostaza, colza, arroz, endulcorantes y azúcar.

Y en Suramérica, la tendencia hacia el consumo de cultivos como yuca, fríjol, cacahuates, bananos, plátanos, papas y camote ha disminuido, mientras que ha incrementado  especialmente el consumo de aceites de soya, de palma y de girasol, junto con arroz y endulcorantes.

“Más personas están consumiendo más calorías, proteína y grasa, y cada vez dependen más de una corta lista de cultivos alimenticios importantes, como trigo, maíz y soya, así como carne y productos lácteos, para suplir la mayor parte de sus alimentos”, afirmó Colin Khoury, científico del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y autor principal del estudio “Homogeneidad creciente en la oferta alimentaria mundial y las implicaciones para la seguridad alimentaria”.

“Estos alimentos son críticos para combatir el hambre mundial, pero depender de una dieta global con una diversidad tan limitada nos obliga a reforzar la calidad nutricional de los cultivos principales, a medida que disminuye el consumo de otros granos y verduras de valor nutricional”, señala investigador.

Si bien consumimos más calorías, proteína y grasa que hace 50 años, la falta de diversidad en esa “dieta estándar globalizada” nos puede privar de los micronutrientes que nuestro cuerpo necesita. Puede además aumentar la ocurrencia de la obesidad, las enfermedades cardíacas y la diabetes, incluso en países que están luchando para tener suficiente alimento disponible para su población.

El otro peligro de depender de solo unos pocos cultivos es que hace que la agricultura y el sistema alimentario mundial sean más vulnerables, y aumenta el riesgo de una crisis alimentaria. Una agricultura diversificada es más resiliente a amenazas importantes, como la sequía, las plagas de insectos y las enfermedades, que empeorarán con el cambio climático, según se anticipa.

Los cambios en las dietas documentados en el estudio están determinados por poderosos factores sociales y económicos. Por ejemplo, los crecientes ingresos en los países en desarrollo han contribuido a que más consumidores incluyan mayores cantidades de productos animales, aceites y azúcares en sus dietas. Por otro lado, la urbanización en estos países ha estimulado un mayor consumo de comidas rápidas y procesadas. Los desarrollos relacionados, incluidos los tratados de libre comercio, un mejor transporte de productos básicos y las industrias alimentarias multinacionales han reforzado aún más estas tendencias.

“Los países que pasan por un cambio acelerado en las dietas también están experimentando rápidamente aumentos en las enfermedades asociadas con la sobreabundancia”, según Khoury. “Sin embargo, las tendencias esperanzadoras también son claras, como en el norte de Europa, en donde la evidencia sugiere que los consumidores tienen una tendencia a comprar más cereales y verduras y menos carne, aceite y azúcar”. 

Unos hábitos más saludables y la promesa de la investigación presente y futura que busca lograr que esos cultivos principales sean más nutritivos pueden reducir los riesgos para la salud; pero eso no nos protegerá contra los riesgos de que el sistema alimentario mundial falle. Solo lo harán unas fuertes medidas para impulsar la diversidad genética de los cultivos principales y la conservación de cultivos producidos a nivel local, actualmente olvidados.

Ejemplos de disminución relativa del consumo de cultivos (en términos de su aporte de calorías a la dieta):
·En Colombia: maíz, banano, plátano, coco
·Belice: trigo, maíz, fríjol
·Perú: trigo, azúcar, aceite de algodón, cebada, fríjol
·Brasil: arroz, yuca, fríjol, maíz, cacahuates
·Chile: trigo, uvas, papas, frijoles
·Nicaragua: maíz, sorgo, banano, plátano, azúcar

Ejemplos de aumento relativo del consumo de cultivos (en términos de su aporte de calorías a la dieta):
•En Colombia: trigo, soya, arroz, aceite de palma y papa
•Belice: arroz y cultivos oleaginosos como la soya, aceite de palma, y girasol
•Perú: palma de aceite, soya, maíz, arroz
•Brasil: soya, aceite de palma, coco, trigo
•Chile: soya, azúcar, maíz
Nicaragua: cacahuates, aceite de palma, trigo, soya, arroz