Cultura

Dadaísmo, arte y performance en exposición virtual de Carlos Amorales en el MUAC

La obra se compone de dos videos de conciertos diferentes que el artista mexicano realizó junto al actor Philippe Eustachon y el experimentador de sonido Enrique Arriaga en el Cabaret Voltaire de Zúrich, Suiza.

La obra se compone de dos videos de conciertos diferentes que el artista mexicano realizó junto al actor Philippe Eustachon y el experimentador de sonido Enrique Arriaga en el Cabaret Voltaire de Zúrich, Suiza.

Dadaísmo, arte y performance en exposición virtual de Carlos Amorales en el MUAC

Dadaísmo, arte y performance en exposición virtual de Carlos Amorales en el MUAC

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El dadaísmo sigue siendo una especie de vacío sobre el que giran todas las preguntas posibles, la exposición virtual Carlos Amorales. Intervenciones de Cyclops en el Cabaret Voltaire de Zúrich 2016-2017 registra un momento irrepetible de la producción dadá con motivo de su centenario y, al mismo tiempo, nos somete a un estado de enorme sensibilidad a través de una actuación poética/musical, señaló el curador en jefe del MUAC, Cuauhtémoc Medina.

“La muestra revisa nuestra relación con el pasado vanguardista, pero también es una gran reflexión acerca de la tensión que existe entre el arte y el público en un momento en que nos parece natural, conveniente y digno de celebrarse que el arte contemporáneo esté en cercanía con los grandes auditorios. Esta obra es un cuestionamiento del valor de esa masificación en forma musical, porque todos sabemos que rock y sus variaciones son un arte de masas”.

En entrevista, destacó que la nueva exposición de #Sala10 se integra por dos videos de dos conciertos diferentes que el artista mexicano realizó junto al actor Philippe Eustachon y el experimentador de sonido Enrique Arriaga en el Cabaret Voltaire de Zúrich, Suiza.

En el primer performance, Amorales y sus colaboradores utilizan el micrófono para generar ritmo golpeando la escultura que la artista contemporánea Una Szeemann había hecho como escenario; en ese sentido y aludiendo a las palabras del poeta francés Antonin Artaud (1896 – 1948), el curador se refirió a la música como autodestructiva en Entrando en la oscuridad. Una conversación entre Carlos Amorales y Cuauhtémoc Medina.

“Ante la obra, estamos siendo confrontados, no se nos está entregando un objeto de interpretación. La pregunta del dadá es ¿cómo se vive el límite entre la creación y la destrucción? Me parece que todo el que entiende el lugar del punk y sus secuelas también sabe que la música popular, como ya lo había hecho la formal, introdujo cierto fantasma de su desmantelamiento como un modo de producir esta música”.

Respecto a las letras, explicó que fueron construidas con base en el texto Histoire Vécue d’Artaud-Mómo (1917). “El método fue: tomar los discursos del último Artaud, el que estaba en un proceso cada vez mayor de separación con el mundo, y cortar las frases, revolverlas e irlas sacando para crear otra obra”.

“Este método implicaba que el escritor en lugar de crear a partir de su subjetividad, retomara otros escritos y se convirtiera en una máquina de producir textos, lo cual hacía que la obra misma emergiera sin estar intermediada por su conciencia. En ese sentido, lo que tenemos enfrente es una especie de robot y de Frankenstein textual”.

Los textos que fueron retomados de Antonin Artaud fueron realizados en condiciones extremas, por lo que Cuauhtémoc Medina invita a una experimentación propia. “Hay cosas que uno absorbe sufriéndolas y haciendo que lo piensen a uno. Este texto es el tipo de obra que no está queriendo que pongamos una solución”.

DADAÍSMO. Este movimiento surgió hace más de 100 años y, al mismo tiempo, parece que no puede acabar, resaltó el curador en entrevista. “Es el momento de la historia de vanguardia más difícil de domesticar en relación con su época ya que, en general, los movimientos artísticos del periodo se pueden localizar en sus tiempos y el dadá parece estar proyectado a seguir siendo una provocación sobre el futuro".

La cuna de este movimiento es justamente el Cabaret Voltaire, en el cual el ensayista Hugo Ball (1886-1927) y la escritora Emmy Henning (1885-1948) juntaron a un grupo importante de artistas exiliados que durante la Primera Guerra Mundial decidieron explorar el absurdo y la crítica total como una razón de producción artística.

“De este recinto sólo se tienen las historias que los propios miembros hicieron sobre lo que pasó ahí, desde explorar poemas sin palabras, inventar una forma de acción para confrontar directamente a la burguesía, crear nuevos cuerpos escénicos y poner en cuestión todos los valores de la sociedad occidental en el momento en que Europa era una carnicería”.

Éste es un lugar que sigue siendo un espacio artístico, de invención y experimentación, añadió. “Es un sitio que todos los que estamos metidos en el arte contemporáneo pensamos como un lugar de origen”.