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Un sistema central resulta más caro

Cómo dejar de pagar la calefacción del vecino

Los repartidores de calor calculan el consumo de cada domicilio

Es habitual entre los 18 millones de viviendas en España que tienen calefacción central abrir las ventanas para aplacar el excesivo calor que sale de los radiadores. Aún más llamativo es que el derroche no les sale más caro que si cortaran la calefacción, porque el gasto para calentarse es fijo cada mes. Hasta ahí todo son ventajas aparentes en la larga tradición española de contar con sistemas de calefacción central, excepto por, al menos, un detalle. Resulta más caro.

Por ese objetivo de ahorro, empujado por la hasta ahora ambiciosa política europea de eficiencia energética, que marca alcanzar un gasto un 20% menor en 2020, las viviendas pagarán por el calor que consuman. En España, eso se traduce en que los edificios con sistemas de calefacción central estarían obligados a pagar por su consumo real y ya no según la superficie que tengan, como hasta ahora.

A pesar de la bajada de tono de Bruselas, que este mes ha propuesto descafeinar los objetivos medioambientales para los próximos tres lustros por la urgencia de la competitividad, la directiva de eficiencia energética vigente se mantiene con los plazos previstos, por ahora. España, que votó en contra de la medida con el actual Gobierno porque le salían mal las cuentas para cumplir con el 20% de ahorro en 2020, tendrá que tener listo un real decreto de aquí al mes de junio.

Según cálculos de la empresa alemana Ista, una de las principales compañías en Europa de facturación de consumos de agua y calefacción, una vivienda media española ahorraría 180 euros al año al individualizar su consumo. Ista se dedica a instalar medidores sobre cada radiador, que informan del consumo en función de la necesidad de confort de cada estancia. Cada dos meses, la compañía especifica en la factura lo que ha consumido un baño, o el pasillo, o la habitación principal, y así hasta el total de estancias de la casa.

Por el momento, las ocho compañías que forman el sector en España llevan instalados medidores en 65.000 viviendas, “por un enorme esfuerzo divulgativo sobre la obligación de cumplir con la directiva europea”, comentan en la Asociación Española de Repartidores de Costes de Calefacción (Aercca). La sensación de estas empresas es que aún hay escasa información sobre el cambio de la legislación que obligará a las viviendas a pagar por la calefacción que consumen.

Unos 18 millones de viviendas tienen sistemas de calefacción central

Actualmente, Madrid, País Vasco y Zaragoza encabezan el ranking de regiones que se han sumado a este nuevo servicio, por el que el usuario puede comprar el dispositivo o alquilarlo. Cada aparato suele tener una duración de diez años. Ista, por ejemplo, incluye el recambio en la factura anual.

Saber cuánto gasta el radiador del baño

Dinamarca empezó a utilizar repartidores de calor para la calefacción hace 100 años. Le siguió Alemania, y hoy casi todos los países del norte de Europa se sirven de estos dispositivos para calcular el consumo.

En la factura que se envíe a las viviendas de una comunidad con calefacción central, cada vecino pagará por dos conceptos. Una parte será fija, resultado del coste del sistema de calefacción, que se reparte entre las viviendas, y otra parte será variable, en función del consumo. El cliente paga cada dos meses por el calor que haya emitido cada uno de los radiadores de la vivienda.

Aunque en España parezca aún lejano, el reparto del pago por consumo y no por superficie ha llegado hasta las casas compartidas en otros países europeos, como Irlanda. De esta forma, cada habitación paga por la calefacción que haya consumido y luego se hacen las cuentas entre los ocupantes para abonar el recibo, una fórmula que sirve especialmente a los estudiantes, con menos recursos económicos.

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