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El «riesgo extremo» para la salud de los concursos de pérdida de peso

Daños en los órganos, desnutrición o posibles trastornos alimentarios pueden ser las consecuencias de una pérdida masiva de peso en poco tiempo

El «riesgo extremo» para la salud de los concursos de pérdida de peso

Inma ZAMORA

Hace escasas semanas las instantáneas de la exconcursante de «Gran Hermano» Lorena Edo circulaban por los medios de comunicación mostrando el impactante cambio físico al que se había sometido la joven. Lorena, conocida por su polémico papel en el programa de Telecinco , estrenaba figura y nueva vida tras pasar por un «reality» online cuyo objetivo era poner fin al sobrepeso que siempre la había acompañado. Dicho y hecho, la joven finalizó su paso por el programa con 45 kilos menos de los que tenía cuando entró en la casa de Guadalix algo que, asegura, ha logrado asesorada en todo momento por profesionales.

En EE.UU. el impacto ha sido todavía más fuerte. El popular concurso de pérdida de peso «The Biggest Loser» se enfrenta a duras críticas tras haber conseguido que su ganadora, Rachel Frederickson , perdiera nada menos que 70 kilos en tiempo récord. La joven pasó de pesar 117 kilos a 47, perdiendo un 59,62% de grasa y obteniendo un Indice de Masa Corporal (IMC) de 18, medio punto por debajo del nivel recomendado. La sorpresa fue mayúscula cuando, durante el programa final, Rachel se enfrentó por última vez a la báscula: visiblemente desmejorada, los internautas no tardaron en especular en las redes sociales acerca de los posibles problemas alimentarios que la joven podría tener a raíz del concurso.

En España, aunque no es habitual que este tipo de contenido abunde en nuestras parrillas televisivas, no han sido pocos los «realities» que se han puesto como meta acabar con el sobrepeso de sus concursantes lo que, en opinión de los expertos, no solo es contraproducente para quien participa en el programa sino también para su audiencia. Jesús Román, presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Dietética , asegura a ABC que el caso de Rachel Frederickson ha supuesto, probablemente, que la joven «se haya visto sometida a una restricción de alimentos tras la cual, además de adelgazar, puede que se haya desnutrido». También en este sentido se pronuncia otro experto, Miguel Muñoz, presidente de la Asociación Nacional de Obesidad y Sobrepeso (ANDOS) al afirmar que «en ningún caso puede ser saludable una pérdida de peso de 70 kilos en un periodo de tiempo tan corto. Creo que es una barbaridad y un riesgo innecesario para la propia vida».

El presidente de ANDOS destaca, entre otras cosas, que un cambio de tal magnitud podría, incluso, «dañar nuestros órganos». Lo mismo opina Román, quien apunta que «el hecho de que haya un proceso de malnutrición hará que la persona pierda 'masa magra', es decir, músculo, lo que puede ocasionar daño visceral: riñones, hígado, corazón...y probablemente anemia».

Rachel Frederickson, quien asegura sentirse «sana y cómoda» con su nueva figura, no ha tardado en desmentir las informaciones que apuntan a que podría padecer anorexia, condición que puede presentarse tras un cambio físico tan extremo. «Lo que también es posible —destaca Román— es que esta chica no haya aprendido a alimentarse de forma razonable. Antes de adelgazar no sabía como hacerlo y ahora tampoco lo ha aprendido». Tenga o no las claves para llevar un estilo de vida saludable, lo que sí es cierto es que Rachel Frederickson es hoy modelo de inspiración para muchos jóvenes que no paran de elogiar su valentía y aseguran estar dispuestos a seguir sus pasos.

«Los milagros no existen»

¿Es, por tanto, imposible que una persona con sobrepeso alcance una bonita figura? En opinión de Jesús Román solo hay un método razonable para perder tanto peso sin ver comprometida la salud: «Es necesario acompañarse de un médico y un nutricionista, así como aprender a alimentarse de manera equilibrada y saludable y aumentar poco a poco nuestra actividad física. Asimismo, también es preciso darse un tiempo razonable y no buscar milagros. El medio y largo plazo es lo único que funciona en una enfermedad, la obesidad, que es crónica y con un índice de fracaso enorme».

Estas palabras las refrenda Miguel Muñoz, presidente de ANDOS y que bien sabe lo que supone ser una persona obesa. Miguel logró la hazaña de perder 116 kilos en dos años aunque, eso sí, ayudado por la cirugía y una fuerza de voluntad enorme. «Era bailarín profesional y pasé de estar en una buena forma física a estar al borde de la muerte debido a los kilos que gané cuando dejé mi profesión». Preguntado sobre si en algún momento habría participado en un concurso como «The Biggest Loser», el presidente de ANDOS no vacila al asegurar que «jamás» lo hubiera hecho, pues «no podría participar en un programa en el que alguien se mofara de mis problemas de salud».

«Enseñar a vivir»

Para el experto de la Sociedad Española de Dietética, programas de pérdida de peso como en el que ha intervenido Rachel no son más que «publicidad y propaganda». «Mientras el concurso dura, muchas personas tratan de emular a sus héroes sin control alguno. Además, este tipo de programas se sirve de artimañas, trucos y consejos mágicos para adelgazar deprisa, pues los consejos razonables son percibidos como aburridos por los espectadores».

Pero esto no significa, dice Román, que en España no deban emitirse contenidos dedicados al adelgazamiento. «Deberían producirse programas en los que se enseñe al espectador a comprar bien, a conocer lo que un cuerpo sano necesita y a realizar actividad física. Además, se podrían mostrar métodos adecuados de cocinado y preparación de alimentos, enseñar a tener regularidad en los hábitos así como horarios coherentes de comidas y descanso». Lo mismo asegura Muñoz, para quien «sería genial que los contenidos en este tipo de programas fueran divulgativos y mostraran a los enfermos cómo cuidarse. Se trata, únicamente, de enseñar a vivir. A eso es a lo que deberían dedicarse los minutos en televisión».

El rechazo diario es, para Miguel Muñoz, uno de los grandes males a los que cada día se enfrentan las personas con sobrepeso. Esto, ligado a la falta de aceptación propia, puede llevar a que no sean pocos quienes optan por lanzarse a formatos televisivos como «The Biggest Loser» como medida de urgencia a su problema. «La incomprensión de una sociedad injusta que dedica miradas de desprecio a personas que no tienen una talla 38 se lleva, incluso, hasta el punto laboral, donde un buen curriculum no vale más que un cuerpo. Vivimos en una sociedad en que las compañías aéreas cobran un plus a personas obesas, un mundo que acorrala psicológicamente a personas que lloran cada noche al acostarse».

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