Cuando la malaria campaba a sus anchas por Europa

Muestras de sangre de hace 70 años conservadas por un médico del Delta del Ebro revelan la historia de la enfermedad

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Ficha con información para la población sobre paludismo

COPATE

Cuando recibió aquella llamada, no daba crédito a sus oídos. Entonces, la historia que le había oído explicar a su padre de niño mil veces era ¡cierta! Aquellos dos “mosquiteros”, uno del Delta de l’Ebre y otro del Baix Llobregat, le contaron que tenían tres muestras de sangre de enfermos de malaria españoles de los años 40 y querían que él les ayudara a analizarlas. El objetivo era intentar recuperar ADN del parásito que causaba la enfermedad, el Plasmodium, y que había afectado a Europa hasta mediados del siglo XX.

“Tras investigar un poco sobre el tema, me percaté de que aquellas muestras eran realmente excepcionales: no existe o al menos no se conoce ningún otro registro igual en toda Europa”, explica a Big Vang el investigador Carles Lalueza-Fox, del Institut de Biologia Evolutiva (UPF-CSIC), uno de los mayores expertos mundiales en recuperar y leer ADN antiguo.

Además, confiesa, “aquel encargo me conectaba directamente con la historia de mi padre, que luchó en el bando republicano durante la Guerra Civil y se infectó de malaria en el año 38 cuando cruzaba el Ebre”. Hasta el año 64, en España hubo casos de malaria; fue, de hecho, uno de los últimos países de Europa en ser declarado libre de la enfermedad.

Las muestras que llegaron a manos de Lalueza-Fox eran tres preparaciones para microscopio con gotas de sangre de pacientes de paludismo del Doctor Ildefonso Canicio, quien había dirigido un centro antipalúdico en el pueblecito de Sant Jaume d’Enveja, en el Delta de l’Ebre, hasta que él mismo se infectó de malaria y murió en 1961.

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Muestras de 70 años de antigüedad de pacientes de malaria del Delta de l'Ebre

IBE (CSIC-UPF)

Lo interesante de aquellas muestras era que, de poder recuperar ADN del parásito que causaba la enfermedad, permitirían conocer mejor la historia de la malaria que asolaba Europa; entender su origen, por qué desapareció y por qué a pesar de que el mosquito que la transmite, el Anopheles, sigue estando presente en Europa ya no hay paludismo; también comparar aquel parásito con los linajes actuales y tal vez entender mejor las resistencias actuales a los fármacos antimalaria que ha desarrollado el Plasmodium. No hay que olvidar que esta enfermedad infecciosa, según la Organización Mundial de la Salud, cada año en todo el mundo mata a cerca de medio millón de personas, la mayoría niños menores de cinco años.

Doblemente infectados

La empresa de recuperar ADN del parásito, no obstante, no era sencilla. Las preparaciones contenían muy poca cantidad de material genético del patógeno y la conservación tampoco era la idónea.Por fortuna, Lalueza-Fox descubrió que las muestras de sangre estaban infectadas por dos parásitos, el Plasmodium vivax y el Plasmodium falciparum, ambos presentes en Europa.

El investigador del IBE logró recuperar genoma mitocondrial de ambos y compararlo con el de las cepas actuales. Fue así como descubrió que el P. Vivax del Delta de l’Ebre está muy relacionado con la cepa más común encontrada hoy en Centroamérica y Sudamérica. “Eso nos indica que lo más probable es que el patógeno llegara al continente americano después de Colon, a través de los colonizadores europeos”, subraya Lalueza-Fox.

También observó que el P. Falciparum, causante de la forma de malaria más severa y responsable del 90% de muertes por esta enfermedad en África, pertenece a una cepa que sólo se ha descrito en la India. “Existen textos griegos clásicos que ya describen una enfermedad con fiebres altas que se corresponden a los síntomas de la malaria severa. Seguramente, el parásito entró a Europa con la expansión helenística hacia Persia e India hace unos 2500 años”, apunta el investigador catalán, que ahora publica los resultados de este trabajo en la revista PNAS.

Lo más probable es que el P. vivax llegara al continente americano después de Colon, a través de los colonizadores europeos”

Carles Lalueza-FoxInvestigador IBE (UPF-CSIC)

Ahora el siguiente paso será, indica Lalueza-Fox, intentar analizar el genoma nuclear de estos patógenos para intentar desvelar qué mutaciones son las que han hecho al parásito actual resistente a los medicamentos que se usan para combatir esta enfermedad. Y es que los parásitos que han recuperado en estas muestras antiguas del Delta de l’Ebre son anteriores al empleo de los tratamientos que se usan hoy en día, por lo que aún no presentaban resistencias.

El Doctor Ildefonso Canicio

La historia de esta investigación se remonta a una década atrás. Entonces, Raül Escosa y Carles Aranda, ambos encargados del control de mosquitos en el Delta de l’Ebre y en el Baix Llobregat respectivamente, se plantearon qué ocurriría si las cepas de parásitos que circulan por el planeta entraran en contacto con los mosquitos que hay en la Península, vectores de la enfermedad. ¿Volverían a producirse casos de malaria?

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El Doctor Ildefonso Canicio

Familia Oliveras | COPATE

“En aquel momento no sabíamos dónde encontrar muestras antiguas de parásitos ni tampoco existía la tecnología necesaria para poder recuperar material genómico y analizarlo”, comenta Aranda. Fue entonces cuando Escosa conoció a un familiar del doctor Ildefonso Canicio, quien fue un médico rural de la zona del Delta de l’Ebre que dirigió uno de los dispensarios antipalúdicos de la época. “Fue un verdadero pionero. Con los pocos medios de que disponía, realizó un gran trabajo”, valora Escosa.

Este familiar era el yerno del Doctor Canicio, Miquel Oliveras, y le contó a Escosa que la familia conservaba una buena colección de muestras, fotografías y otros objetos del médico, incluidas algunas preparaciones. Escosa y Aranda entonces se pusieron en contacto con los investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), quienes trabajan habitualmente con malaria en zonas endémicas en África.

“Aquellas tres muestras eran muy valiosas”, considera Krjin Paaijams, entomólogo y ‘cazador de mosquitos’, como le gusta definirse, de ISGlobal. “Es la primera evidencia de malaria en la historia de Europa que hemos conseguido recuperar –añade-. Y es esencial para entender por qué el mosquito de aquí, el Anopheles, que es el mismo que el de comienzos de siglo, ya no transmite la enfermeda d. La clave es el parásito”.

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Ficha con los datos de Francesca González, que con 22 años contrajo paludismo y fue tratada por el doctor Canicio en el centro de Sant Jaume d'Enveja

COPATE

Colecciones médicas

Los investigadores del estudio esperan que, al publicarse sus resultados, “haya personas que tengan colecciones privadas de muestras, o museos o bibliotecas, que nos contacten porque tengan muestras que podamos seguir estudiando”, apunta Paaijams, de ISGlobal. Quizás en otros países y no solo de malaria, señalan, sino de cualquier enfermedad infecciosa, tanto si está erradicada como si no. “Hay quienes incluso venden muestras o preparados para microscopio antiguos a través de webs como eBay. Quién sabe si ahí podríamos encontrar y recuperar patógenos extinguidos o antiguos que nos den la clave para enfermedades actuales”, apunta Lalueza-Fox.

España, zona endémica de malaria

El paludismo o malaria asoló algunas regiones de España y Europa durante siglos. Incluso se promulgaron leyes que limitaban la cosecha de arroz para tratar de evitar la enfermedad. No sabían que estaba ocasionada por el mosquito Anopheles, pero veían que la gente enfermaba alrededor de las áreas de cultivo de este cereal.
Según explica Raül Escosa, biólogo y director técnico del Consorcio de Políticas Ambientales de las Terres de l’Ebre (COPATE), en 1855 se abandonaron los canales de transporte del Delta y se aprovecharon para regar, sin prever el desagüe. Eso hizo que aumentaran los casos de paludismo en la zona.
“Es una enfermedad ligada a la falta de salubridad. Los temporeros que venían a trabajar en los campos dormían en las cunetas, a la intemperie, o los payeses convivían en barracas con animales. El gobierno de la República y la Mancomunitat crearon una red de dispensarios en zonas rurales para tratar de controlar la enfermedad, en los que se tomaban muestras de sangre para diagnóstico. Incluso los médicos rurales iban a Cáceres a hacer cursillos sobre epidemiología”, explica Escosa.
Con esta red de dispensarios se consiguieron reducir bastante los casos de paludismo. No obstante, con el estallido de la Guerra Civil española volvieron a aumentar y entre el 42 y el 44 se produjo un pico de la enfermedad. Finalmente, en el año 64 la OMS certificó que España estaba libre de malaria. Solo la mejora de las condiciones de higiene y salud lograron erradicar al parásito.

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