En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

El club de la pelea

El comité promotor del paro es una rosca de burgueses que no representa a los colombianos.

Ya estoy harta con quienes se han abrogado el supuesto liderazgo del paro. Un club de machos integrado por los presidentes de las centrales obreras, quienes llevan toda una vida disfrutando de las mieles del poder y del dinero que corre por sus venas.
Me refiero en concreto al club de la pelea: Diógenes Orjuela (Central Unitaria de Trabajadores), Julio Roberto Gómez (Confederación General de Trabajadores), Luis Miguel Morantes (Confederación de Trabajadores de Colombia) y Nelson Alarcón (Fecode).
Un club de machos sesentones que no representan a ninguno de los cinco grupos que se están jugando el pellejo legítimamente con las protestas: los jóvenes, las mujeres, los afros, los indígenas y los pobres. Cinco sectores de la población que padecen con mayor fiereza los latigazos del desempleo, la creciente informalidad laboral y la crueldad de la pobreza.
Porque el club de la pelea es una rosca de burgueses por donde se le quiera mirar. Tienen salarios y cesantías, les cotizan a pensión y salud, y además están afiliados a las cajas de compensación familiar. Hacen parte del grupo de privilegiados que se van a poder pensionar, algo que solo logra uno de cada cuatro colombianos en edad de jubilarse y menos del 10 % de la fuerza laboral total.
Son una minoría desde todo punto de vista: los trabajadores sindicalizados son una quinta parte de los trabajadores formales del país, apenas una cuarta parte de los trabajadores del Estado y solo el 7 % de todos los trabajadores que hay en Colombia.
Y, dentro de esa minoría, los presidentes de las centrales obreras son doblemente minoría. Sus salarios son muy superiores al del resto de trabajadores sindicalizados, gracias a que forman parte de las juntas directivas de las cajas de compensación familiar, que remuneran generosamente a sus miembros de consejos, como sucede con Julio Roberto Gómez y Cafám.
¿Cómo pueden estos señores representar a los marchantes que salen a protestar? ¿Con qué cara rechazan la reforma pensional y laboral, cuando hacen parte de una burguesía que ya tiene pensión y trabajo formal? ¿Por qué se oponen a tenderles una mano a los 12 millones de colombianos que hoy trabajan en la informalidad? ¿Tanto bochinche para perpetuar sus propios beneficios? ¿Para que nadie les toque sus edades de jubilación ni se meta con sus porcentajes de cotización? ¿Acaso no les importa el 44 % de colombianos que ganan menos de un salario mínimo mensual?
¿Cómo pueden oponerse a la devolución del IVA al 20 % más pobre de los colombianos en la reforma tributaria, cuando esa devolución podría significar 90.000 pesos mensuales, casi el triple de lo que será el aumento del salario mínimo para el próximo año?
¿Tiene sentido que esta rosca negocie el salario mínimo con los empresarios, cuando no han hecho nada para desmarcar esa discusión del costo de vida y de la productividad? ¿No están estas dos variables obsoletas para calcular el incremento de los sueldos, cuando la discusión global es alrededor de la creciente desigualdad? ¿Por qué europeos, gringos y chinos sí pueden subir los salarios entre 5 y 10 veces la inflación anual?
¿Por qué todo el país tiene que doblegarse a las exigencias de una élite de burgueses que, bajo el disfraz de presidentes de las centrales obreras, lo único que hacen es extraer rentas pensando solo en ellos y en sus propios afiliados?
¿Un club de viejos sesentones que no representan ni a mujeres, jóvenes, indígenas o afrocolombianos? ¿Un club de la pelea que es una garantía perpetua para que no se revuelva nada ni nada cambie en Colombia?
PAOLA OCHOA
En Twitter: @PaolaOchoaAmaya
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción