Deja de imitar. Sé.

Cada vez más las fachadas – y lo que no es fachada – de las marcas son intercambiables. Las páginas web se parecen unas a otras. Las landings siguen el mismo patrón, los mensajes están copiados del mismo manual, las imágenes salen de los mismos bancos de imágenes, y los videos y los emails (automáticos, por supuesto) apestan a colegueo impostado.

No sé si es que todo el mundo ha hecho los mismos cursos, usa las mismas plantillas o es que internet está viviendo el mismo fenómeno que las ciudades, donde las calles céntricas de todas ellas tienen las mismas tiendas, y se parecen de tal forma unas a otras que ya no sabes ni donde estás… ni te quedan ganas de pasearlas.

Fijarse en lo que hacen “los buenos” y aprender de ellos está bien, aplicar buenas prácticas está bien, pero mimetizarse con ellos de tal forma que nos convirtamos en una mala copia… eso ya no está tan bien. Porque ni somos ellos, ni tenemos sus conocimientos ni sus capacidades. Sobran las imitaciones. Falta originalidad y autenticidad.

Queremos tener un “sistema” de ventas antes de hacer la primera venta. Montar un funnel que funcione “en automático” desde el día 1. Y nos olvidamos de que no nos conoce nadie. Que somos 1 entre muchos millones. Nos olvidamos de la importancia de aportar elementos de diferenciación y de identificación, y de que todo es un proceso. Que los mensaje de ventas, la promesa de marca y las llamadas a la acción evolucionan con las interacciones con nuestros potenciales clientes. Que el aprendizaje se consigue escuchando, hablando, practicando, equivocándonos. Que por mucho que nos quieran inculcar la cultura de la velocidad, las ideas necesitan tiempo para madurar, la confianza se construye a fuego lento y lo imperfecto es lo que se recuerda.

Y recuerdo es lo que debemos generar si aspiramos a algo más.

Ese, y no otro, es el significado originario del branding: dejar una marca para diferenciar lo nuestro del resto del rebaño.

Y eso solo lo conseguiremos si somos identificables.

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo…….. pero por favor que no todo se convierta una experiencia, o mejor dicho que pretendamos que sea todo una «experiencia de compra», porque hay cosas que si y otras que no. Creo que diferenciarse es complicado pero se puede conseguir, y además puedes añadir valores que «los grandes» no pueden ofrecer…… bueno eso creo.

    Saludos

    1. Una cosa es cómo lo definamos, y otra es cómo es percibida/vivida por quien la consume. Indudablemente, ahora todos tendemos hacia lo experiencial, y ese diría que es el camino correcto (necesitamos un hilo argumental que de consistencia a nuestro relato), pero como en casi todo, hay quien hace cosas muy buenas, y hay quien hace muy buenos ridículos 😉

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