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Christa Cowrie recibe la Medalla al Mérito Fotográfico del INAH

La presea también se entrega a Maya Goded y Bob Schalkwij en la jornada inaugural del Encuentro de Fototecas

Foto
▲ Christa Cowrie, fotorreportera, captada en la Ciudad de México.Foto cortesía del INAH
 
Periódico La Jornada
Jueves 22 de agosto de 2019, p. 4

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) entrega hoy la Medalla al Mérito Fotográfico a los artistas Christa Cowrie, Maya Goded y Bob Schalkwij, en la jornada inaugural de la vigésima edición del Encuentro Nacional de Fototecas en Pachuca, Hidalgo, que concluirá el sábado 24.

Destaca el homenaje que se rendirá a Cowrie, fotorreportera de cultura, cuya mente y mirada se mantienen en alerta a cuatro años de su ‘‘retiro” de los escenarios, en los cuales ‘‘acechó en la oscuridad el instante de máxima expresión de bailarines y actores; ahora, la fotógrafa sigue observando la fuerza de la naturaleza, en la danza de las olas, la manera en que se encrespan, agolpan y suavizan frente a la playa de San Agustinillo, en la costa oaxaqueña”, informa el INAH.

Cowrie, quien nació hace 70 años en Hamburgo, llegó a México cuando era adolescente a bordo de un trasatlántico. Convencida de que mediante la fotografía se aprende a ver al ser humano, ‘‘a reconocerlo, a entenderlo, casi como un sicólogo, sin necesidad de hablar”, tomó clases de esa disciplina en la Casa del Lago con Lázaro Blanco, Carl Miller y Guillermo Aldana.

Después su gran escuela estuvo en el diario Unomásuno, del que fue fundadora, iniciativa a la cual se sumó tras el golpe a Excélsior, en 1976, periódico en el que laboró brevemente.

En un comunicado del INAH la fotógrafa rememora tiempos convulsos, respecto de la migración desde Centroamérica. Cowrie captó los semblantes de los refugiados guatemaltecos que por vez primera vieron el mar frente a las playas de Campeche, a inicios de los años 80 del siglo pasado, cuando el gobierno mexicano abrió sus fronteras a los que huían de la dictadura.

Después de 12 años en la fotografía política y la documentación social, la fotógrafa ‘‘viró a las artes escénicas, un cambio de rumbo que le resultó natural porque durante buen tiempo practicó la danza y el retrato de esta disciplina’’.

Instante sublime en la danza

Christa Cowrie considera que ‘‘hay un momento muy sublime en la ejecución del bailarín, el cual sólo es reconocido por el fotógrafo que ha dedicado muchas horas a entender en qué consiste la danza. Se trata de capturar el instante preciso en que el ejecutante trasciende su proceso de entrenamiento y eleva todos sus sentidos a través del movimiento dancístico. Es un momento sutil y debes tener un equipo de primera para cacharlo, porque a veces ocurre bajo una luz poco óptima. Si lo logras, tienes una imagen de fuerza expresiva única”.

El invaluable acervo de la fotoperiodista está en los centros nacionales de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón y el Teatral Rodolfo Usigli del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, así como en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (unas 77 mil piezas fotográficas, entre impresiones y negativos a color y blanco y negro), y en el Museo Nacional de Culturas Populares. Durante 16 años Cowrie fue fotógrafa del Festival Internacional Cervantino.

Bob Schalkwijk (Rotterdam, 1933), conocido por sus amigos como el ‘‘holandés errante”, ejerce profesionalmente la fotografía desde los 24 años.

El archivo personal del artista asciende a medio millón de imágenes, Comenzó con una pequeña Kodak Brownie, regalo de su padre, con la cual capturó sus dos primeras instantáneas: el movimiento en picada de un caza Gloster Meteor británico.

Dice que crecer en Rotterdam fue uno de los factores que lo llevaron a la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, para estudiar ingeniería petrolera. Sin embargo, ‘‘estuve allí poco tiempo, me pareció muy seco y teórico y, obviamente, no sabía ni qué estaba pensando”, difunde el INAH.

Tras aquella experiencia y dado que, a sus 24 años, había mantenido el gusto por la fotografía, aceptó la invitación de otro holandés de visitar el Valle del Mezquital, en Hidalgo, y así fue como llegó a México. Es autor del libro ¿Podrías vivir como un tarahumara? (1975), editado por su esposa, Nina Lincoln, con textos y fotos adicionales del cineasta Don Burgess, que recoge imágenes que tomó en 1965 durante el primero de los 17 viajes que ha hecho a las comunidades tarahumaras.

Schalkwijk también es autor del fotolibro Mexico City (1965); en 2017 montó una exposición en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo del INAH, en la cual mostró 30 fotografías de sus primeros 15 años de profesional. Por ahora está enfocado en la clasificación, digitalización y, a veces, redescubrimiento de su acervo.