Los nazareos: “Los apartados de Dios”

Un nazareo era santificado al hacer un voto especial apartándose para Dios. Los sacerdotes, que eran por nacimiento, fueron ordenados por el Altísimo a iniciativa de Él mismo, mientras que los nazareos constituidos mediante un voto, se apartaban para Dios por iniciativa propia. Puesto que el Señor había ordenado una sola familia (la de Aarón) para que ejerciera el sacerdocio. Los demás quedaban excluidos de tal oportunidad; pero el voto del nazareato abría las puertas para que todo el pueblo escogido, tuviera la misma oportunidad de entregarse absolutamente al Creador a fin de servirle como guerreros o sacerdotes.

Es importante recalcar la diferencia entre Nazareo y Nazareno: Los nazareos eran, para los antiguos hebreos, hombres consagrados a Yahweh, los cuales tenían que cumplir con un voto y requisito especial. Los nazarenos eran los nativos o “hijos adoptivos” de la ciudad de Nazaret.

El voto nazareo tenía que cumplir una serie de normas para poder considerarlo apto; estas leyes se estipulan en la parashá de Naso (Nº 35) o porción del pentateuco (primeros cinco libros de la Biblia) que era válido por un periodo no inferior a 30 días, o bien, por toda la vida, desde el vientre de su madre, como fue el caso de Sansón; Samuel el profeta por su parte fue consagrado al Nazareato por su madre Ana al nacer.

Básicamente, los preceptos a cumplir por el nazareo eran tres; no tomar, ni si quiera tocar producto alguno que viniera del fruto sagrado de la vid, no cortar sus cabellos y no tocar nada que estuviera muerto, fuera animal o persona (Números 6:1-9).

Dios desea que todos los de su pueblo sean nazareos. Ser nazareo significa ser santificado, apartado para Él, de manera absoluta y definitiva, es decir, no estar dedicado a otra cosa excepto a Dios mismo ¿Será que, por todo esto, es que escasea los Nazareos?

Nuestro Padre nos creó para ser santos. Dios nos ha llamado y nos capacita a todos para serlo. Ser santo significa “apartado para”, es decir si queremos ser Nazareos, es necesario dejar las cosas del mundo y vivir en santidad como Yeshúa lo hizo cuando vino a la tierra, a morir por nuestros pecados.