“Si nos llevamos el contenedor salen corriendo detrás de nosotros”

Trabajadores del aseo urbano cuentan que ahora deben espantar a los buscadores de comida. Dicen que se pelean por las tajadas y que se molestan si se llevan el contenedor.

Caracas. Recolectores del aseo urbano trabajan ahora con los ojos bien pelados. Contaron que cuando van a retirar las bolsas o a vaciar los contenedores hasta le piden permiso a las personas que hurgan buscando comida.

“No es como antes que uno llegaba y los indigentes se quitaban solitos. Ahora uno tiene que llegar con cautela, esperar a que saquen lo que buscan y luego proceder”, narró Evaristo Castro, a quien se abordó en la entrada de la avenida Circunvalación, La Bandera, avenida Nueva Granada.

Evaristo llegó a bordo de un camión tipo grúa, con otros dos compañeros más, a recoger un contenedor de los grandes que estaba hasta el tope de desperdicios.

Mientras el chofer cuadraba la entrada del vehículo para jalar el contenedor, Evaristo, con su camisa roja de Supra-Caracas, despejaba un poco el ambiente.

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Con  un cartón en su mano hacía señas a los carros para evitar choques y de paso veía al interior del conteiner a ver si quedaba alguien escarbando la basura.

basura
Los trabajadores del aseo ahora cuidan que no hayan personas dentro de los contenedores.

Cuatro muchachos, uno de ellos con los pies sumamente sucios, salieron del cajón y de una se pararon frente al que estaba vacío en espera de más bolsas.

“Esto es a diario. Hay muchos, muchos niños y adolescentes merodeando la basura. Uno trata de no tener problemas con ellos, pero a veces pelean y nos insultan. Se ponen bravos y corren detrás del camión. Pasa mucho en los alrededores de los mercados, pues de esos lugares sacan muchas verduras y frutas”.

Lo otro que indicó fue el destrozo del material: entre el desespero por pescar algo de alimento, la gente deja las bolsas desgarradas y supurando los desperdicios, por lo que muchas veces ellos —que no tienen guantes, palas ni cepillos— recogen los desechos con las manos peladas.

Ahora, dijo, tratan de trabajar lo más rápido posible, pues temen que los agredan. “Es gente con hambre”.

Y no está del todo equivocada su apreciación. Los comerciantes, en vista de la proliferación de ciudadanos comiendo de las sobras, se han dado la tarea de clasificar los desperdicios.

“Lo hacemos para que puedan llevárselos y no destrocen los paquetes, pues luego el aseo no se los lleva”, comentó un trabajador de un puesto de comida ubicado en la esquina El Chorro.

Por los alrededores de Quinta Crespo también se aprecia un panorama triste en torno a la basura: mujeres y niños, cuando ven el camión repleto corren y sacan lo que pueden antes de que la palanca chupe la basura. Luego de las 5:00 p. m. cuando comienzan la ruta de limpieza es que se incrementa el número de personas al acecho.

Igual sucede en la planta de transferencia de Las Mayas, parroquia Coche. Con palos y pedazos de metal, mientras el camión está esperando para entrar al relleno, los muchachos revisan y sacan cualquier cosa comestible.

Mientras se desarrolla la escena, el conductor y sus ayudantes prefieren no intervenir.

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“Vi cómo un hombre peleaba con un perro por una pieza de carne. Si eso pasó con un animal, prefiero no meterme. Lo malo es cuando está funcionando la palanca que pueda ocurrir algún accidente”, dijo Carlos Saavedra, trabajador de una empresa recolectora privada, quien además acotó que en las plantas de recepción que tienen en Alto Prado siempre hay público esperando a los camiones.

Este fenómeno, ligado al hambre producto del desabastecimiento y la escasez, es algo que recién comienza a estudiarse sociológicamente.

De hecho, Yadira Vera, antropóloga de la Fundación Bengoa, comentó que no hay nada en concreto. Es decir, no hay estadísticas de cuántas personas están cayendo en procesos de indigencia por el hambre.

No obstante, reconoció que cada día son más y que los testimonios de los recolectores sobre niños y adolescentes que hurgan en la basura son totalmente ciertos.

Foto: Crónica Uno / Miguel González

Y va más allá, pues destacó que incluso hay gente profesional y de la clase media que como no tiene acceso a la comida —por los bajos ingresos y el decadente poder adquisitivo de un salario mínimo en Bs. 40.638—, la buscan en los botaderos, con el agravante de que ahora la población se expondrá a enfermedades emergentes que no se veían desde hace muchas décadas.

Vera también contó alarmada cómo vio a una persona disputarse un trozo de comida con un perro. “No me lo contaron, ni es una película. Yo lo vi”, atinó la investigadora.

En su Memoria y Cuenta del 2016, comentada durante una alocución el pasado 15 de enero, el presidente Nicolás Maduro señaló que la pobreza por necesidades básicas insatisfechas pasó del 19 al 18 %, pero obvió la cifra de la pobreza por ingresos.

Fotos: Miguel González/Mabel Sarmiento


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