17 de junio de 2013

Detrás del muro de las palabras

Autor: Fernando Pascual

Alguien habla con una voz serena o inquieta. Alguien escribe, con letras, con palabras, con exclamaciones.

Detrás de sus palabras, detrás de sus gestos, hay un corazón que ama o que duda, que sufre o que sonríe, que ayuda o que golpea.

Duele reconocer que no entendemos lo que hay en el otro. Como también duele sentirnos incomprendidos: el interlocutor no puede penetrar en lo más íntimo de nuestras almas.

Unas veces a pesar de las palabras, otras desde esas mismas palabras, algo descubrimos del corazón del otro. Poco a poco desvela sus temores y sus esperanzas, sus preferencias y sus deseos, sus planes futuros y sus recuerdos del pasado.

Pero siempre es mucho más lo que queda escondido tras el muro de las palabras. Por eso no puedo juzgar al otro, no puedo condenarle, no puedo invadir un territorio que me resulta difícil, inaccesible, misterioso.

Ahora sólo veo unas letras, escucho unos sonidos. Luego, con el pasar del tiempo, puedo percibir ecos de un alma grande o empequeñecida, de un corazón amigo o rencoroso, de una vida ilusionada o llena de amarguras.

No me atrevo a ir más allá. Entre él y yo el muro sigue, imperturbable. Nos separa como un gran foso. Pero poco a poco resulta posible vislumbrar, desde actitudes de respeto sincero y de acogida amable, eso que se esconde en quien me habla, mientras también le revelo el misterio íntimo de mí mismo.

Sólo cuando conseguimos mirar más allá de las palabras, sólo cuando adoptamos una actitud sincera de afecto sincero, podemos resquebrajar ese muro que nos separa.

No desaparecerán diferencias reales entre lo que él y lo que yo pensamos. Pero al menos habrá menos incomprensiones, menos prejuicios, y una empatía sincera. Desde ella el diálogo podrá seguir adelante.

Juntos, así, seguiremos en camino hacia el encuentro de aquellas verdades que unen corazones, que permiten llevar adelante proyectos buenos, que nos hacen trabajar por un mundo más justo, que nos acercan a la meta definitiva donde nos espera la Palabra, el Hijo de Dios vivo.

No hay comentarios: