Aún inquieta recordar a la Barbara Lennie que se puso bajo las órdenes de Carlos Vermut en Magical Girl (2014), un papel por el cual se llevó a casa, no solamente el Goya a Mejor actriz, sino también las buenas críticas del público y de la prensa especializada.

A sus 32 años, sus pasos son cada vez más contundentes dentro del mundo del cine español y, para el deleite de quienes vemos en ella a todo un portento de la interpretación, la tendremos estrenando una película (prácticamente) cada mes. Todas muy diferentes entre sí: desde el drama Las Furias (de Miguel del Arco), o el thriller Contratiempo (dirigido por Oriol Paulo), hasta la comedia María (y los demás). Una oportunidad para demostrar que ella puede con cualquier registro.

Mientras se ultiman los detalles del filme de época Oro (de Agustín Díaz Yanes) y lo nuevo de Jaime Rosales, Petra, nos citamos con Barbara Lennie en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián para hablar de su papel protagonista en la inteligente y divertida, María (y los demás), una película dirigida por Nely Reguera. Para ambas, esta comedia es su ‘primera vez’; la de la directora frente a su primer largometraje y la de la actriz, su debut en comedia, donde interpreta a María, una aspirante a escritora a quien casi nada le sale bien.

Bárbara Lennie a su paso por el Festival de San Sebastián. © Getty Images
Barbara Lennie a su paso por el Festival de San Sebastián de 2015. © Getty Images

A María nadie le ríe sus chistes, ni siquiera es capaz de sacar un buen tono a su flauta, aunque parece que es ella misma la que atrae esa mala suerte. ¿Cómo fue para ti interpretar a una mujer como ella?

[Ríe] Eso te iba a decir, esa mala suerte es relativa porque no es el destino, sino ella. Fue muy agradable porque cuando leí el guión pensé que era una buena oportunidad para retratar a una mujer en la que me veo reflejada, y no solo yo, sino mucha gente a mi alrededor. Tiene que ver con un momento en concreto en el cual uno está muy incómodo consigo mismo, con la vida que está siguiendo y que se supone que ha elegido, pero que le está pasando por encima y que vive un poco como a contratiempo. Para mí era una oportunidad para contar algo que me movilizaba sentimientos y sensaciones y, además, con un tono que no había tocado aún como actriz, ya que es una comedia agridulce, sutil y melancólica. Ha sido una experiencia muy agradable, llevada de la mano de Nely (Reguera).

 

¿Qué tiene de ti ese personaje?

Cuando un director elige a un actor para ser el protagonista casi absoluto de una película, hay algo de ese actor que va a estar en el filme. En este caso creo que es el resultado de una sinergia entre las dos partes. Por un lado, un guión muy sólido, muy claro, pero por el otro, en el momento en el que entro a formar parte de todo eso, pongo de mí, de mi manera de entender, de mi forma de moverme, de respirar, de mirar… Es decir, yo me adapto al guión y este a mí. Me parece que cuando eso funciona, es la mejor forma de trabajar con alguien. A veces no es tan fácil porque el director no te deja tanto, o porque tú no te sientes como para hacerlo, pero en este caso sí que fue muy fácil. Nely y yo lo teníamos muy claro y estábamos de acuerdo con qué María queríamos hacer.

No es tan fácil conocer hombres, como tampoco es fácil saber qué tipo de mujer eres, cómo llevar tu profesionalidad, si quieres o no tener una familia…

Tanto para hombres como para mujeres se ha vuelto muy difícil encontrar pareja, y eso que parecía que las aplicaciones móviles llegaban para poner las cosas más fáciles. Además, las mujeres ‘sobrecualificadas’ nos encontramos en ocasiones con un tipo de hombre con miedo a meterse en una relación seria. ¿Crees que las mujeres se van a ver reflejadas en María?

Me imagino que unas sí y otras dirán, “pues oye, a mí no me pasa nada de eso” [risas]. Es que cada uno ve las películas desde su subjetividad y su realidad. Yo me siento identificada con muchas cosas y siento que a mis amigas y a gente de mi alrededor también les puede ocurrir. Como dices, no es tan fácil conocer hombres, como tampoco es fácil saber qué tipo de mujer eres, cómo llevar tu profesionalidad, si quieres o no tener una familia…

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Fotograma de la película María (y los demás). © Frida Films

Y a eso se le añade el peso que tiene la familia en nosotras…

Sí, además del rol que tienes dentro de tu propia familia, cómo lo asumes o no, cómo transformarlo, cuál es tu crecimiento como mujer… Todo eso está retratado en esta historia. El desconcierto es algo que nos pasa mucho a todos, y en ese sentido la película resulta muy cercana para el espectador.

 

María tiene en sus manos el control de todo, hasta de lo que come su padre, ¿crees que allí radica una de las fallas de las mujeres? ¿Esa tendencia a ser controladoras?

Aunque a veces sea de manera inconsciente, a lo mejor sí que somos más neuróticas que los hombres en ese sentido. Pero creo que en el caso de María, que a mí también me pasa, es que cuando más obsesiva soy con algunas cosas o me empeño en ejercer el control, más influye la inseguridad; la necesidad de que todo esté ordenado, de que la comida sea una, que los horarios se cumplan… Todo tiene que ver con el deseo de controlar lo incontrolable. Creo que cuanto más tranquilo y más a gusto esté uno en su vida, menos necesidad de controlarlo todo.

Estilo impecable sobre la alfombra roja: de Dior en la cena de nominados de los Goya 2015; de Jorge Acuña en los Goya 2016; de Basaldúa en los Premios Feroz 2015; y, por supuesto, con su goya en 2015, de Cavalli. © Getty Images
Estilo impecable sobre la alfombra roja: de Dior en la cena de nominados de los Goya 2015; de Jorge Acuña en los Goya 2016; de Basaldúa en los Premios Feroz 2015; y, por supuesto, con su Goya en 2015, de Cavalli. © Getty Images

Estás viviendo un momento muy dulce en tu carrera. ¿Qué piensas hacer para que se prolongue?

[Sonríe] Lo único que puedo hacer es intentar seguir trabajando todo lo bien que puedo, seguir entregándome a los proyectos que hago, seguir mi instinto – con lo que hasta ahora me ha ido bien-, y persistir en poner mucha energía en el crecimiento, en abrir puertas, en viajar, en conocer nuevos artistas y en querer saber más sobre lo que hago. Me parece que esa es la única opción. Hay muchas otras cosas que yo no puedo controlar, como que me llamen de un sitio, o ser más o menos popular. Todo eso está fuera de mi alcance. Lo que puedo hacer es cuidar mi artista; puede sonar un poco pretencioso, pero me refiero a que está en mis manos intentar crecer y poder ofrecer a los demás lo que sé hacer de la mejor manera posible.

 

Tengo la percepción de que de un tiempo a esta parte ya no vas flotando, tus pasos son cada vez más firmes y certeros. ¿Ha habido algún cambio dentro de ti?

No es una percepción, y tal vez por eso, cuando salí de ese momento, quise hacer María (y los demás). En los últimos años he tenido un crecimiento personal importante que se refleja en mi trabajo. Todas las cosas que estaban ahí las he ido abriendo y cogiendo para crecer. Y también como mujer y en mi vida privada, cosas que he asentado y asumido de otra forma, y que me han dado mucha libertad para trabajar desde una seguridad que a lo mejor antes no tenía. Así mismo, he asumido hasta el final a la actriz que soy. Es importante creer que puedes hacer las cosas bien.

Este trabajo no es como otros, que puede alejar tu realidad de lo que haces, porque al final todo dialoga y, a veces, cuando uno está peleando consigo mismo, también en las películas o en las obras de teatro, ves que estás pero no del todo. Siento que ahora empiezo a poder despegar en un montón de cosas que antes no podía.

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Fotograma de la película María (y los demás). © Frida Films

Ser actriz también es un tipo de trabajo en el que recibes un feedback inmediato, bien sea positivo o negativo. ¿Los halagos hacen que te crezcas o te dan más inseguridad?

Intento cuidarme mucho de eso. Hago bastante teatro y ya desde que estás en el escenario percibes la reacción de la gente. Hay que cuidarse mucho, tanto de lo bueno, como de lo malo. En general, escucho a personas que son muy importantes para mí, pero también intento ser bastante objetiva conmigo misma; cuando las cosas salen bien, lo sé, y cuando no, también, lo intuyo, e intento no responder a lo que esperan los demás, porque eso es agotador. Yo voy haciendo lo que puedo y de la mejor manera. Es verdad que este es un oficio en el que siempre estás expuesto a la opinión y aprobación del otro, del público, del productor, del director, de tus compañeros, de la prensa, de la crítica… Por lo cual hay que generarse un poco un caparazón, no digo que haya que convertirse en un marciano que vive aislado en un mundo propio, pero sí mantener la distancia, porque sino te vuelves un poco loco.