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Los cinco miedos que te frenan para el éxito en tu trabajo

No se trata de no sentirlos, sino de identificarlos para que no nos paralicen

Si existe algo que te puede frenar tu éxito profesional, es el miedo. Quizá no lo llames así o pienses que a ti no te afecta, pero se esconde detrás de muchas excusas o quejas.

Irenka Barud

Por ejemplo, cuando no te atreves a dar tu opinión, cuando te cuesta dejar un trabajo aunque lo aborrezcas o cuando no tomas decisiones por evitar tu rumia mental… Todo lo anterior son temores más o menos velados, pero que impiden que puedas desarrollar todo tu potencial y sentirte mejor contigo mismo. Veámoslos con más detalle para poder identificarlos en tu trabajo.

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Miedo sano, miedo tóxico

Miedo a la no supervivencia o a no llegar a fin del mes. Es instintivo y desgraciadamente ha sido el protagonista para muchas personas después de esta larga crisis. Al igual que los animales defienden su comida, nosotros necesitamos proteger aquello que nos permite tener cobijo o alimento. Ocurre cuando no se tiene trabajo y se necesita, cuando te agarras al que tienes aunque no te guste, o cuando te angustia mirar la cuenta corriente.

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Adiós al miedo al ridículo

Miedo al rechazo. Este es un clásico de las culturas latinas. Tiene que ver con el qué dirán en todas sus versiones: desde el miedo al éxito, a hablar en público, o a expresarse en un idioma que no controlas, hasta el miedo al ridículo. Tiene otras versiones más limitantes, como no expresar puntos de vista distintos y buscar agradar a todo el mundo aunque sea a costa propia.

Miedo al fracaso. Este es de los más habituales. Sucede cuando te cuesta asumir errores, cuando caes en los brazos del perfeccionismo más exagerado o cuando deseas el reconocimiento a cualquier precio. Es también muy paralizante, porque puede llevarte a no avanzar o a no tomar decisiones con tal de no equivocarte.

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Si hay miedo, no hay talento

Miedo a la pérdida de poder. A la mayor parte de las personas les gusta tener cierto poder o capacidad de influencia aunque sea en la junta de vecinos o en el grupo de amigos. Cuanto más fuerte sea dicha necesidad, más acentuado será este miedo. Caerás en él si te cuesta perder un puesto de responsabilidad, si necesitas estar cerca (muy cerca) de la gente con poder o cuando el reconocimiento social te mueve muchísimo.

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Miedo ¿se nace o se hace?

Miedo al cambio. Es el cajón de sastre donde se reúnen todos los miedos anteriores y que caracteriza a muchísimas personas. Se observa cuando te resistes a cambios por pequeños que sean o cuando las nuevas ideas te resultan una amenaza.

¿Cuál es tu miedo más importante? Como suele suceder, depende de muchos factores: edad, posición en la jerarquía, nivel de autoestima… Mientras que a un parado de larga duración le preocupará cómo llegar a fin de mes, a un directivo de una multinacional le inquietará perder su tarjeta de visita y todo lo que eso conlleva. A pesar de ello, ambas personas seguramente compartirán varios de los miedos que aquí mencionamos. Nadie se escapa, ni siquiera los maestros budistas, que suelen decir: “Muy pocas veces no tenemos miedo. Solo cuando sentimos pánico”. Por ello, el reto no consiste en no sentirlo porque es imposible e, incluso, poco inteligente, ya que gracias al miedo somos prudentes. El objetivo, por tanto, es que no te paralice. Para conseguirlo, como primer paso hay que reconocer su impacto e identificar entre los tipos anteriores cuál te daña más y te impide alcanzar tus objetivos.

Por último, si quisieras ampliar esta información te remito a mi investigación y libro NoMiedo, publicado por Alienta, de donde he estraído esta pequeña síntesis, ya que identificar y neutralizar nuestros miedos es un trabajo vital, tal y como apunto en este artículo.

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