nov
14

2016

El valor económico del español



La lengua española ha sido un tema escasamente estudiado a través de otras ciencias sociales como la economía, a pesar de que es un valioso activo mundial.

Por mencionar algunos datos, los hispanohablantes cuentan con una capacidad de compra de 9% del PIB mundial y la suya es la segunda lengua de comunicación en la web, tanto por número de usuarios como por páginas de Internet.

“Hablar de este idioma es hablar de por lo menos 20 países a nivel mundial, lo que se traduce en ventaja económica para el futuro”, aseguraron investigadores que a través de Fundación Telefónica realizaron una serie de 14 libros llamada El Valor Económico del Español, que abarca temas que van desde la lengua como industria cultural, su papel en la migración y su valor económico a nivel global.

Esta investigación de corte monográfico y que duró 10 años tuvo conclusiones muy afortunadas, pues pretende crear opinión sobre su relevancia social y presenta consideraciones para diseñar una política de proyección internacional del español. “También en la economía de la lengua, la política cuenta mucho”, se lee.

“Es hora de realizar propuestas de política lingüística, que se apoyen y justifiquen en los resultados de la cuantificación. Ofrecer una síntesis de esa secuencia integradora —soporte conceptual, análisis de datos y recomendaciones de contenido político— es el objetivo de estas páginas”.

La academia como valuadora

El pasado martes se presentó la publicación en las instalaciones del ITAM. José Luis García Delgado, coordinador de la investigación, aseguró que ha sido un poco de atrevimiento esta intromisión en el mundo de la cultura: “lengua y economía juntas producen cierta sorpresa, pero desde la economía también la lengua puede ser estudiada (…) Debemos luchar por el estatus del español en los foros internacionales”, dijo.

Explicó que se trata de un bien público y privado a la vez, internacional e inagotable, sin costes de producción, cuando es lengua materna, tiene muy buenas credenciales y el tiempo la ha hecho mejor y más atractiva: “Tiene mil años a sus espaldas y, gracias a los lingüistas, presenta un grado de cohesión importante, pues prácticamente 90% de los vocablos en español es común en la basta geografía de este idioma; es también un patrimonio cultural”.

Dijo que con esta última entrega fueron reconocidas varias virtudes, “compartir la lengua multiplica por cuatro las transacciones económicas entre los países que la comparten y por siete los flujos financieros”, por ejemplo.

Además, “como materia prima, tiene una serie de ventajas para los agentes, como industrias culturales o servicios de proximidad que exigen el entendimiento entre las partes, el trato que lleva al contrato; como medio de comunicación compartido, crea afinidad y elimina distancias, también como elemento de identidad colectiva, desde la perspectiva económica hasta el capital social”.

La lengua como ámbito
de productividad

José Antonio Alonso, catedrático de economía aplicada en la Universidad Complutense de Madrid e investigador, explicó que ellos identificaron a la lengua como un bien de club, es decir, un bien que tiene un coste de acceso, una vez que se accede a él, todos lo compartimos y se consolida como un activo conformado por los que pertenecen a esa comunidad lingüística.

Dijo que hay varias peculiaridades que hacen a la lengua un producto especial, por ejemplo, no es apropiable, “normalmente en cualquier producto, a medida que son más los usuarios, se produce un coste de congestión y disminuye el disfrute de ese bien, en el caso de la lengua, es todo lo contrario”.

Explicó que fueron distintos ejercicios cuantificables los que permitieron verificar la relación del lenguaje en la economía como comercio, inversión y en los movimientos migratorios.

“A la hora de trasladar esto a la medición analizamos tres funciones básicas que daban lugar a ámbitos de estudio específicos; el lenguaje es un medio de comunicación, una materia prima de actividades económicas y una seña de identidad y estatus”.

Agregó que la lengua también tiene efecto en el proceso de internacionalización inicial: “Primero en la decisión de internacionalizarse de una empresa, esto lo hace un proceso mucho más accesible y asociado a marcos regulatorios, y así las operaciones de inversión representan menor riesgo; además facilita los procesos de implantación de marca y los productos en los mercados; por ejemplo, la misma publicidad de Santander fue implantada en los países de habla hispana; por último, un proceso que no está tan presente en la economía, pero también es medible, es la estructura organizacional de la empresa, que con el idioma facilita su traslado”.

A pesar de que el español tiene bondades, también fueron detectadas ciertas debilidades, “como que la mayor parte de la producción científica se realice, exprese y comunique en inglés; aunque es claro que no podemos esperar que el español lo sustituya, sí debemos fortalecer nuestras vías de comunicación científica”, dijo Alonso.

Esto es sólo un ejemplo de los retos futuros del idioma, “ahora el español tiene que pasar de la cantidad a la calidad, que sea una herramienta de prestigio e investigación, que tenga sociedades bien articuladas que erradiquen la pobreza, las desigualdades extremas y la exclusión. Ésa es una de las ventajas que también han presentado naciones de habla inglesa y es una llamada de atención”, concluyó García Delgado.

elEconomista



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