Una mantarraya nada en un océano lleno de basura

Por Redacción National Geographic
Publicado 27 feb 2018, 11:04 CET
Una mantarraya nada en un océano lleno de basura

Según el último informe de Greenpeace, «Plásticos en los océanos», se estima que entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de plástico llegan a los océanos cada año océanos (equivalente al peso de 800 torres Eiffel, suficientes para cubrir 34 veces la isla de Manhattan o el peso de 14.285 aviones Airbus A380), y el Mediterráneo es uno de los mares más contaminados del mundo.

Pero hay más. Cada segundo más de 200 kilogramos de basura van a parar a los océanos, y ya hay cinco islas de basura formadas en su gran mayoría por microplásticos, algo similar a una «sopa»: dos en el Pacífico, dos en el Atlántico, y una en el Índico. Y casi todo, un 80 por ciento, procede de los continentes terrestres. Se estima que para el año 2020 se superarán los 500 millones de toneladas anuales, un 900 por ciento más que en la década de los 80.

El problema surge cuando nos preguntamos adónde van esos plásticos cuando nos deshacemos de ellos. Lo adecuado sería que terminasen en un vertedero, ser incinerado o reciclado. Pero no siempre es así y muchos de ellos acaban flotando por las vías fluviales y de ahí a que lleguen a los océanos solo hay un paso.

Pero ¿por qué es tan dañino que haya millones de toneladas flotando o sumergidas en las grandes masas de agua de nuestro planeta? Aparte de que son uno de los contaminantes que más se han extendido en apenas 100 años, provocan efectos tan tóxicos en los organismos marinos que están rompiendo la cadena trófica, tan importante para mantener el equilibrio de mares y océanos.

Y lo malo es que el problema va mucho más allá. El ciclo del agua, ese tan necesario para la vida en la Tierra, ya se ve afectado. Desde el océano, las nubes, las montañas, los ríos, y por supuesto, hasta el vaso de agua que llenas del grifo, tienen ciertos grados de contaminación. 

Según un estudio de la organización periodística Orb Media, ocho de cada diez muestras de agua potable recolectadas en 159 lugares del mundo (desde EEUU a Ecuador pasando por la India, Europa e Indonesia) contienen fibras de plástico microscópicas. Y lo más importante de todo: los científicos sospechan que las fibras plásticas detectadas en el agua del grifo podrían transferir sustancias tóxicas al cuerpo cuando son consumidas por los seres humanos.

Y si las partículas de plástico están en el agua de grifo, también pueden estar en muchos de los alimentos que comemos a diario, como el pan y la pasta o en las sopas.

El mundo produce 300 millones de toneladas de plástico cada año. Más del 40 por ciento se usa una sola vez (a veces por menos de un minuto), y se desecha. Pero el plástico persiste en el medio ambiente durante siglos.

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