Por qué se nos pone la piel de gallina cuando escuchamos música

Los expertos estiman que se trata de una sensación que tiene entre un 55 y un 86% de las personas

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Le das al botón del play, las primeras notas empiezan a sonar y, como si de una sutil caricia se tratara, la música empieza a recorrer cada parte de tu cuerpo, haciendo que todo el vello se erice.

Aunque puede ser difícil de explicar, se trata de una sensación estremecedora, como un escalofrío, que “empieza en la parte superior de la espalda y el cuello, y se extiende al resto del cuerpo”, según explicaban los participantes de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stanford en los años 80.

La música, explican los investigadores, es uno de los detonantes más potentes para que suceda, aunque no el único. Este ‘escalofrío’ ocurre ante emociones muy intensas, como el placer o el miedo.

Lo que quizás sea más curioso, es que no nos pasa a todas las personas: los expertos estiman que se trata de una sensación que tiene entre un 55 y un 86% de las personas. Sí, el margen es amplio y tampoco parece haber una respuesta clara a por qué hay personas más propensas a experimentarlos que otras.

Aunque algunos expertos, como el estudiante de doctorado de la Universidad de Utah Mitchell C. Colver y el profesor Amani El-Alayli del departamento de psicología de la Eastern Washington University (Estados Unidos), creen haber dado con quid de la cuestión.

Para su estudio, publicado en la revista Psycology of Music, los investigadores seleccionaron tres canciones.La primera, una balada romántica, Making Love Out of Nothing at All del grupo Air Supply. La segunda fue del compositor cinematográfico Hans Zimmer, Oogway Ascends. Y la tercera fue el coro de la primera parte de St John Passion de Bach.

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Aunque muy distintas, en cada una de ellas existe al menos un momento dramático que fácilmente puede producir un escalofrío.

Entonces conectaron a los participantes de la investigación a equipos que medían su excitación fisiológica a través de la piel, aunque no sin antes responder a un cuestionario de personalidad.

Una vez ‘enchufados’ a la maquinaria de las pruebas, escucharon los primeros 53 segundos de la primera canción, los primeros dos minutos de la segunda canción y los primeros dos minutos y 11 segundos la tercera. Por último, debían pulsar un botón cada vez que se les ponía la piel de gallina.

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Una personalidad con predisposición a la fantasía podría fomentar el experimentar más escalofríos

Al comparar los resultados de la prueba de personalidad y las veces que los participantes habían sentido el ‘escalofrío’ mientras escuchaban las melodías, los investigadores se dieron cuenta que aquellos que tenían una personalidad más abierta a vivir nuevas experiencias eran los mismos a los que se les ponía la piel de gallina con mayor facilidad en la prueba de la música.

Los test de personalidad de estos participantes también mostraron que apreciaban más la belleza, tenían mayor sensibilidad ante las emociones propias, eran más fantasiosos y tenían la mente abierta a nuevas ideas.

Son “aquellos que se sumergen intelectualmente en la música, en lugar de simplemente dejar que fluya sobre ellos, los que pueden experimentar más a menudo esta sensación y de forma más intensa que otros”, indica Colver.

Darwin y la piel de gallina

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Los músculos alrededor de cada folículo del pelo se contraen para ayudar a que el pelo se erice

De primeras podríamos pensar que poco tiene que ver el geólogo británico con el hecho de que la música haga que se nos ponga la piel de gallina. Pero, explica Colver, el origen de esta sensación podría ser un resquicio de la evolución.

Cuando los mamíferos tienen frío, los músculos alrededor de cada folículo del pelo se contraen para ayudar a que el pelo se erice y así se cree una capa más gruesa que sirva para mantener mejor el calor.

Con el paso del tiempo, el ser humano ha ido perdiendo la mayor parte del pelo del cuerpo, pero se mantiene este mecanismo de protección y los músculos reaccionan de la misma forma ante el frío.

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Una conexión emocional también es una de las posibles causas

Aunque factible, al igual que la evolución esta opción es una teoría que convive con otras como la del zoólogo George A. Bubenik que, como indica en la revista Scientific American, nuestras hormonas también pueden ser responsables de estos escalofríos.

Nuestro cuerpo libera adrenalina, una hormona del estrés que inunda nuestro sistema cuando nos sentimos amenazados, asustados, excitados o incluso si sólo experimentamos una oleada de emociones.

Sea como sea, aquellos que forman parte de ese amplio abanico de entre un 55 y 86% de personas que sienten estos escalofríos podrán seguir sintiendo la música de una forma mucho más única.

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