Productores empresarios y representantes municipales decidirán si respaldan la propuesta de creación de una asociación de productores que lidere la implantación de una Indicación Geográfica Protegida para la castaña de Zamora, que aunaría los territorios castañicultores de Aliste, Tábara y Sanabria.

El alcalde de Trabazos y senador, Javier Faúndez, desgranó la situación de partida en una reunión en la que participaron unas 80 personas con la presencia en la mesa del alcalde de Robleda-Cervantes, Juan Rodríguez; la presidenta del Grupo de Acción Local, Montserrat Sastre y el diputado provincial de Agricultura y Ganadería, José María Nieto. Tras las reuniones celebradas en Aliste y Sanabria, se convocará una tercera reunión decisoria sobre la constitución de una asociación, o similar, que lidere la propuesta de IGP.

La propuesta pasa por potenciar la declaración de la castaña de la provincia bajo un indicativo común en una provincia donde "las comarcas son muy pequeñas y con localismos muy reducidos". El funcionamiento de las IGP, en comarcas como el Bierzo desde 2004, ha dado buenos resultados, según el alcalde de Trabazos.

En el caso de Zamora serían entre 12.600 y 12.800 hectáreas de castaños, aunque habrá que diferenciar los de producción y los enfocados a la producción de madera, restando las plantaciones más antiguas que sufren el abandono y un descenso de producción.

La mayoría de lo que se recolecta se destina a consumo en fresco, y en algunos casos una clasificación y un preenvasado, y casi todo destinado a la exportación para países como Alemania, Inglaterra e Italia. El valor añadido no repercute ni en los recolectores ni en el territorio, sino en los intermediarios. La castaña ha sido y es "un recurso económico, social y medioambiental, como complemento de renta, e incluso cultural con cientos de festividades del magosto".

En la última década se ha perdido el 50% de la producción por problemas como el envejecimiento ya que la planta necesita ciertos cuidados que la gente mayor no puede realizar y encargarlos puede resultar caro. Los propietarios que están fuera tampoco se ocupan de las plantaciones. Los problemas pasan por los incendios, el minifundio o la falta de formación específica en tratamientos para el chancro o la avispilla.

Con la constitución de una mesa de la castaña, la IGP o una asociación las nuevas repoblaciones se emprenderían con la consulta a expertos. Las ventajas que apuntó pasan por tratamientos conjuntos y abaratando costes para el tratamiento y prevención del chancro, que se ha tratado experimentalmente por la los servicios técnicos de la Junta, y que a partir de este año, a través del Centro de Servicios y Promoción Forestal (CESEFOR) de Castilla y León, se destinará un técnico por provincia para efectuar los tratamientos, a partir de cepas hipervirulentas, en los diferentes territorios.

Entre los problemas que señalaron los representantes de la empresa ANRO está precisamente la disparidad de variedades e incluso la disparidad territorial en zonas como Hermisende. Faúndez contestó que en el Bierzo están reconocidas 22 variedades que entran dentro de la marca de calidad, que la propuesta iría enfocada a nuevas plantaciones y la demanda del mercado de frutos para fresco de gran calibre y que pele bien.

Los problemas que plantearon los castañicultores en general son la presencia de minifundio, plantaciones de pequeña extensión que no permiten el cerramiento por ser caro frente a la fauna. En los suelos de nueva concentración parcelaria se limitan las plantaciones por la obligación de conservar el 25% del arbolado, como expuso una de las personas interesadas en repoblar una finca de 25.000 metros con castaños.

El problema sin duda más difícil es el cambio de mentalidad que hasta ahora ha limitado la creación de cooperativas o asociaciones, como expuso el concejal de Robleda, Eloy García. Aunque Faúndez reconoció que "somos reacios al emprendimiento" hay que pensar en los futuros propietarios.