Días antes de suicidarse, la abogada compostelana Rosario Porto, condenada por el asesinato de su hija de 12 años, Asunta Basterra, expresó su soledad y su tristeza a una de las presas con las que compartía módulo en la cárcel de Brieva (Ávila). Esta reclusa, condenada por delitos de sangre y también madre como lo había sido Rosario, es una de las interrogadas en la investigación abierta para esclarecer el suicidio de Porto. Era de las pocas presas con las que hablaba Charo y ya ha explicado las últimas conversaciones que mantuvieron: "Yo le decía que cuando cumpliera, tendría a mis hijos fuera, esperándome. Ella me contestaba: yo no tengo a nadie cuando salga de aquí".

Porto se ahorcó en su celda de la cárcel la mañana del 18 de noviembre. Salió al recuento obligatorio y pero no bajó a desayunar. Las funcionarias la encontraron ahorcada en la ventana de la celda y practicaron maniobras de reanimación sin éxito.

La madre de Asunta Basterra utilizó el cordón de su bata morada para matarse. Antes, había recogido y dejado ordenadas sus pertenencias. No dejó ninguna nota o carta, aunque la policía ha recogido varias libretas donde hacía anotaciones. Abogada de profesión, había escrito y enviado cartas "a Instituciones Penitenciarias y al Defensor del Pueblo".

Porto, condenada a 18 años de prisión junto a su exmarido Alfonso Basterra por el asesinato de su hija Asunta en septiembre de 2013, había llegado a la cárcel de Brieva el pasado mes de marzo. Fuentes penitenciarias explicaron que no se había adaptado bien a las prisiones gallegas de Teixeiro (A Coruña) y A Lama (Pontevedra), donde tuvo varios incidentes con los funcionarios. Desde que ingresó en prisión, hace siete años y dos meses, había estado sometida en seis periodos diferentes al protocolo de prevención de suicidios.

En Brieva, parecía haber mejorado y los psicólogos decidieron levantarle esas medidas. "Hacía crucigramas y sudokus, veía la televisión, leía y escribía mucho", explican fuentes penitenciarias.