Rebobinemos una vuelta la película del Atlético. Volvamos a diciembre, a aquella noche maldita en Villarreal. El lugar y el momento en que el Atlético tocó fondo y casi perdió el rumbo. El punto de partida. Sexto, fuera de la zona Champions y con el aliento en el cogote de los equipos que luchaban por la Europa League. Con Tiago, esta vez en el banquillo, echando pie a tierra por una incómoda lesión que le ha acompañado hasta hace no tanto. Con Oblak, hoy camino de su segundo Zamora seguido, tendido sobre césped con el hombro dolorido. Un Atlético despojado de sus señas de identidad. [Narración y estadísticas (0-1)]

Pulsemos el botón de avanzar y pongamos la cinta en noche de ayer. Una vuelta después, el áspero equipo amarillo se le volvió a atragantar a Simeone. De forma distinta, pero atragantamiento, al fin y al cabo. De Villarreal a Villarreal. Dos estados de ánimo y situaciones muy diferentes, opuestas incluso, pero con la misma ganancia en el bosillo. Esta vez con Carrasco echándose la mano al hombro, en lo que será una baja sensible para el cierre del curso. La maldición del amarillo que no cesa encogió de nuevo el corazón colchonero en esa lucha cerrada por la tercera plaza.

Un final que no entraba en los planes del equipo madrileño, que inició el duelo con el propio Carrasco, Torres y Gameiro guardando fuerzas en el banco de cara a las inminentes y duras batallas que se avecinan. Entre Saúl, Gabi y Koke movieron los hilos del partido desde el primer minuto. Desdibujando y maniatando a un Villarreal que goza, bien lo sabe el Atlético, mareando a sus rivales con un juego eléctrico y dinámico. Pero los rojiblancos, instalados de nuevo en su clásica normalidad defensiva, atajaron cualquier intento de rebelión. Porque Oblak, resguardado por la asfixiante presión de sus compañeros, apenas tuvo trabajo. Ninguno en el primer acto. Un par de sofocones en el segundo. Uno de ellos, el gol.

Asedio rojiblanco sin fruto

Porque el Atlético asedió sin fortuna la portería de Andrés Fernández durante ochenta minutos. Sin éxito visitaron al meta amarillo Correa, Saúl e incluso Griezmann, que se topó con un muro en una jugada similar a la que le sirvió para asaltar hace unos días Cornellá.Uno tras otro lo intentaron sin éxito. Incluso Gaitán, voluntarioso en su regreso a la titularidad pero a años luz del potencial de Carrasco, se estampó contra la valla del portero rival en un mano a mano que le devolvió al banquillo a los 55 minutos.

Simeone, que no veía manera de desnudar al segundo equipo menos goleado, echó mano del arsenal que le quedaba. Carrasco y Gameiro trataron de ponerle con su velocidad y regate una marcha más al ataque. Fue inútil. El Villarreal permaneció en modo frontón hasta el final. Unas veces su defensa, otras su portero, frustraban y desesperaban a los atléticos. El cielo se oscureció cuando, un cuarto de hora después de haber saltado al césped, Carrasco se agaró el hombro y pidió el cambio, en lo que será una baja sensible para los grandes retos que vienen. Su lugar lo ocupó Torres, conformando un tridente de delanteros junto a sus dos socios franceses. La fórmula tampoco fue válida porque ninguno de los tres encontró la menor fisura en ese bloque compacto montado por Escribá y que, lesionado Asenjo, defiende con el mismo acierto su sustituto Andrés Fernández.

Y cuando el Atlético más volcado estaba sobre su adversario, llegó el zarpazo en el rostro. Un croché sin respuesta de Soriano, en el tercer disparo a puerta de su equipo. Una bofetada similar a la que soltó hace un par de temporadas Vietto, dejando helado el Calderón. La arrancada de un fresco y veloz Bakambu por la banda derecha, tras un error de Filipe Luis al intentar controlar un balón, cinco minutos después de entrar al campo, acabó con un centro al corazón del área donde el punta italoalemán no perdonó. Otro áspero trago frente al Villarreal, pese al control y dominio del juego.Cuestión de pegada. Situación inversa a la vivida ante el Espanyol, el pasado fin de semana. El veneno amarillo volvió a ser mortal para el Atlético, en su segunda derrota en los últimos 19 partidos de Liga -sólo había caído ante el Barça-. Agotando pese a los sólidos argumentos exhibidos uno de los comodines en su duelo con el Sevilla por el tercer peldaño. La siguiente parada colchonera, la UD Las Palmas, también viste de amarillo...