El precio

El precio "justo" en la costa argentina

Juan Manuel Lavignolle, coordinador de la carrera de Contador Público, analiza cómo es vacacionar en la costa argentina.



El precio

Por Juan Manuel Lavignolle

Tomas Dark es un adolescente educado, responsable y que vive en un reconocido country de la zona oeste del Gran Buenos Aires. Pertenece a una familia empresaria que ha convertido en éxito todo lo que ha emprendido. A Tomas le gusta salir a bares, ir a bailar, reunirse con sus amigos en alguna que otra previa y si la circunstancia lo amerita, invita a alguna chica a cenar por un algún restaurante de Castelar o Parque Leloir. Actualmente se encuentra haciendo el curso de piloto de avión comercial, ya que eso decidió para su futuro, por lo que podrán apreciar que es un adolescente con recursos y que en su casa ha mamado el ABC de los negocios y del precio "justo".

Este año, ha decidido con su grupo de amigos ir a veranear por primera vez a Pinamar sin ningún padre que los acompañe, por lo cual a mitad del 2016 comenzaron la búsqueda de alquilar una casa que les permitiera vivir 15 días. Aquí se le presentó el primer escollo: "¿Conseguiremos alguien que nos alquile una casa para los 18 que seremos?", "¿Decimos la verdad o alquilamos por seis y luego que entren todos?". Luego de navegar por diferentes páginas de internet, se dieron cuenta de que el abanico que se les ofrecía era inmenso. Él, gracias a su ADN de los negocios que tiene marcado en su piel, podía oler que más de la mitad de lo que prometían por fotos era sólo esperanza virtual, lejos de la realidad absoluta. Aprovecharon viajes de algunos padres durante el año a esa ciudad balnearia para que ver las ofertas al menos desde afuera. La decepción de que la realidad no iba igual a la oferta seguía en aumento. Pero tanto va el cántaro a la fuente que… al final apareció una casa, cerca del centro, habitable al menos, en condiciones para los 18 adolescentes que serían y lo mejor de todo es que el propietario estaba listo y acostumbrado a alquilar su casa a esa cantidad de "efusivos" adolescentes. ¡Todo listo, entonces! Sólo faltaba pactar el precio (¿justo?), algunas "condiciones" y la casa sería de ellos a partir del 16 de enero del 2017.

Fueron hasta la casa del propietario en Bella Vista y ahí se encontraron con que el precio de la casa era al mejor estilo pensión u hotel, es decir, por persona, no un valor cerrado, sino que el precio total varía de acuerdo con la cantidad de personas que iba a habitarla. Tomas se da cuenta de que el precio no sería "justo", ya que el dueño obtendría una renta superior a cualquier oferta de otra índole que le puedan ofrecer. Rápido de reflejos, hace cuentas y estima que por el mismo precio alquilarían una casa toda la temporada en la mejor zona de Pinamar, pero esa no era la idea ni tampoco tenía sentido, ya que el presupuesto no es el mismo para vivir por 15 días solos que durante toda la temporada. Además, no conseguirán otra vivienda que le alquilen para los 18, por lo cual aceptan las condiciones a un precio "justo" y firman el contrato, ¡la casa ya es de ellos!

Ahora, viene la disyuntiva número dos. ¿Todos los insumos, los alimentos, etcétera que necesitan para vivir esos 15 días los llevan desde Buenos Aires en sus bolsos, en encomiendas, o irían comprando en Pinamar a medida que lo fueran necesitando? Las discusiones se daban y todos sus amigos decían que en la costa todo era más caro, por lo cual convendría la opción uno, pero él se preguntaba si valía la pena diseñar esa logística a cambio de ahorrarse unos pesos y comprar todo a un precio "justo".

Claramente, los precios en la costa siempre son más caros, y está bien que así sea, tienen costos de logística, soportan una estructura (impuestos, tasas, alquileres, mantenimiento, etcétera) durante todo un año para vender sólo uno o dos meses. El tema es el diferencial que se le aplica a cada producto; aquí debe entrar la razonabilidad de la oferta y la demanda, entablar un precio "justo" (teorema a resolver: "Viajo cargado al máximo en al auto o voy tranquilo al supermercado y compro lo que necesito sin tener sobrantes o tener que desperdiciar mercadería por no contar con la cadena de frío").

Antes de que llegue el famoso 16 de enero, en una noche lluviosa de Pinamar, Tomas estaba junto a Fran en la casa de sus amigos, los mellizos Santiago y Marcos, deciden ir a comer sushi a un reconocido restaurante solos los cuatro. Cuando el dueño de casa los ve salir con una vestimenta más de playa que acorde a una cena, les pregunta si así los iban a dejar entrar y él, muy suelto de cuerpo, con su ADN empresarial, responde: "Mientras te sientes y pagues lo que te cobran, nadie te dice nada". Claramente, aquí está la disyuntiva del turista: por un lado, critica los precios y por el otro "paga" el precio "justo" por estar en el lugar y en las condiciones deseadas. Entonces, ¿cuál es el precio "justo"?