Despegue

“Para mí la velocidad no se ve tanto en la distancia recorrida en un lapso determinado, sino en el poder de despegue”.

No es la velocidad de una revolución la que caracteriza. Sino su despegue. Y esta no despega. No importa la distancia recorrida, compañeros, si es que se puede decir así. No despega porque el poder es confiscado y evaporado por la confiscación misma. Un poder que no es un poder-hacer, sino es un poder no fecundo y narciso. Despega el pueblo. No despega el gobierno. Este sólo recorre distancias, en las que se extravía y se pierde, y no se reencuentra, y no encuentra pueblo alguno, alejado de un gobierno veloz, en lapso determinado, determinado.

Despega. Despega, que demasiado pegado te encuentras a costumbres e ideologías antiguas. ¿Qué rayos de proyecto tiene el país fuera del revolucionario? Fuera Chávez es la tristeza avara de una clase media que no se quiere convocada en el gran problema del país: la desigualdad social es un problema, antes que político y económico, social. No se puede vivir como en dos mundos y en el mismo espacio geográfico.

Despega, despega, con lentitud, pero con la seguridad de aquel que no quiere ya ser pegado, ultrajado: ¡Viva la revolución! Cuando es revolución. ¿Saben qué rayos es una revolución a estas alturas? Pues yo no. Estancados, empantanados, sólo el despegue y no la velocidad de un proceso que se aceleró y no maduró, nos sacará del atolladero.

Despega, despega, pueblo de Venezuela. Pero para eso debe ser pueblo, y de Venezuela, y no consumidor, y no “quítate tú que me pongo yo”. La revolución no es resentimiento. Es amor, educación, reconciliación, dialéctica, hoy en día, con el fin de una modernidad caduca, sin una justificación histórica que la respalde.

Despega, despega porque luego de un vuelo siempre aguarda un dulce reposar, donde los hombres de un país se reconocen como compatriotas. ¿Quieren saber mí opinión? La clase media de nuestro país no ha comprendido nada y nada sacado de estos años convulsionados. ¡Fuera Chávez! Y todo se acaba. ¡Gran proyecto político! ¿Para qué? ¿Para regresar otra vez al neoliberalismo que la cultura que nos interactúa no puede recibir.

Pensar, pensar, que el pensar es el despegue en la praxis misma. Despega hombre concreto, mira tus hijos, tu mujer, no abandones, sé firme. Sé honesto en la honestidad de una revolución que ya demasiados problemas teóricos tiene como para añadir desazón, apatía, dejarse arrastrar por la corriente.

Despega, despega y no rechaces grupos que se te quieren acercar y que por nacimiento, cual “antiguo régimen”, abandonados por voluntad de sospecha se encuentran. La revolución es una auténtica voluntad de escucha del otro.

Gracias por hospedarme en los fines de estas páginas. Que el fin sea la garantía de paz y armonía. Aunque, lo sé, la violencia está a la vuelta de la esquina. Asuntos del “reino de este mundo”. Cabe reconciliarse hasta con eso. Carpentier permitiendo.

mguevara2003@yahoo.com


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