Zitlala vive holocausto incesante: desapariciones y fosas; “somos los habitantes de la devastación”

Por: Emma Martínez / 8 octubre, 2015

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(08 de octubre, 2015 Revolución TRESPUNTOCERO).-Son muy pocos los guerrerenses que no han experimentado aún el desplazamiento forzado, el hecho de tener que ir de un lugar a otro incontable número de veces, abandonando el presente tangible que una vez más los hace escapar como si ellos fueran culpables, mientras padecen hasta el agotamiento la violencia y su compañera la muerte.

La situación humanitaria de las comunidades rurales de Guerrero es calificada por sus habitantes como “en exceso dramática”, Zitlala es un reflejo más de las regiones devastadas por los enfrentamientos, dividida de facto en zonas controladas por el gobierno y por grupos del narcotráfico, posicionando a la población como el blanco único, que mantiene una lucha diaria por sobrevivir.

Desde hace poco más de dos años la intensa violencia que vive Zitlala, ha provocado que gran parte de sus habitantes hayan sido triturados por las balas, la tortura, las desapariciones forzadas y tragados por un sinnúmero de fosas clandestinas, en ocasiones cavadas por ejército y en otras por el grupo delictivo “Los Rojos”

“Nosotros somos los habitantes de la devastación, vivimos en un estado de miedo constante, todos los días “Los Rojos” rondan nuestras casas, a nuestras mujeres y también a nuestros adolescentes para llevárselos por las buenas o por las malas, para trabajar con ellos, para ser sus escudos humanos o para pedir rescate, aunque cuando los ‘levantan’ aunque tengamos mucha esperanza, siempre sabemos que ya no van a volver y si lo hacen será para que se les entierre, porque tuvieron suerte de ser encontrados en alguna barranca o en fosas clandestinas”, comenta a Revolución TRESPUNTOCEROAntonio O, habitante de una de las comunidades perteneciente al municipio de Zitlala.

Los crímenes en aquella región guerrerense no iniciaron después de septiembre de 2014, venían siendo padecidos desde 2006, aunque como mayor intensidad al inicio de este sexenio, sin embargo la desaparición de los 43 jóvenes normalistas colocó en el mapa de la tragedia mexicana a todas las zonas rurales de Guerrero, siendo Zitlala uno de los principales focos rojos, en donde encontrar cadáveres en los cerros, decapitados en los caminos de terracería, padecer violaciones sexuales de niñas y hostigamientos constantes, englobados en una red de extorción eran hechos cotidianos, mucho antes que la prensa nacional e internacional escribiera de ellos, sin que por ello la realidad cambiara y hubiera un mínimo de protección para los ciudadanos por parte del Estado.

“No podemos esperar otra cosa del gobierno federal más que indiferencia y olvido, del estatal desprecio y asedio y del municipal complicidad, corrupción e impunidad en colaboración con los grupos armados para convertirnos en moneda de cambio, a las autoridades les conviene matarnos y quedarse con nuestras tierras y a los delincuentes sacar dinero y tener escudos humanos en sus enfrentamientos con otras bandas. Aquí no se escucha el ruido de las armas, se escucha el sonido de la muerte. Zitlala está ardiendo frente a los ojos de millones y nadie se inmuta”, asegura Antonio.

Hace una semana y media, doce personas de la comunidad de Tlaltempanapa, perteneciente a Zitlala, desaparecieron, algunas después de la interrupción de hombres armados en sus domicilios, “esos fueron los principales casos de desaparición forzada de septiembre, porque este tipo de desgracias se viven desde enero en forma constante; las familias por más terrible que sea cuando se les pregunta de su familiar sólo pueden decir ‘ya se lo llevaron’, porque las autoridades no hacen nada aunque pasen las cosas frente a sus ojos. En varios trayectos del municipio han puesto retenes militares y en otros a la Policía Federal, pero hay ‘levantones’ a metros de donde están ellos y no hacen nada que no sea hostigarnos a nosotros el pueblo que está en peligro de muerte constante”, afirma Antonio.

A días de la ausencia forzada de estas 12 personas, cuyas familias pese a interponer una denuncia no recibieron ayuda de ninguna autoridad, otras cuatro personas del mismo municipio fueron ejecutadas, tres de ellas habían desaparecido días antes, las víctimas se encontraban cerca de un río, todos los cuerpos presentaron señales de tortura e impactos de bala.

“Nosotros vivimos entre el miedo y la complicidad de las autoridades, las fuerzas armadas son valientes para atacarnos por ser indefensos y ponernos el arma en la cabeza si protestamos, pero con los grupos armados se callan porque les tapan la boca con dinero o con plomo. Este ataque no fue tomado en cuenta por las autoridades, no hubo registro como si nada hubiera pasado, la gente también fue desaparecida por las autoridades como si no valieran nada. Aunque los cuerpos como siempre habían sido desmembrados, después de ser torturados, un mensaje evidente hacia nosotros los habitantes de las comunidades de Zitlala, donde se recuerda quién manda, quién tiene el control y qué le pasará a cualquier de nosotros sin deberla, ni temerla”, agrega Antonio.

Además, asegura que en lo que va del sexenio poco más de 100 personas han sido desaparecidas, detenidas arbitrariamente o asesinadas extrajudicialmente, sin que ninguna autoridad abriera las averiguaciones previas pertinentes y le dieran puntual seguimiento al caso.

Sobre el tema el académico guerrerense, Jorge Mazariegos, especialista en el estudio e investigación de la violencia en zonas rurales, asegura a Revolución TRESPUNTOCEROque al igual que Chilapa, Zitlala se encuentra sumergido en un descontrolado océano de tragedia y asesinatos, los pobladores se han unido a las policías comunitarias, han pedido la intervención de las policías y del ejército, han realizado manifestaciones con gran número de asistentes y hecho plantones en las principales dependencias exigiendo protejan sus vidas. Sin embargo,  esto no ha tenido ningún efecto positivo, porque estamos hablando de un narco-Estado que usa como arma a los grupos de sicarios (pertenecientes a distintos cárteles) para acallar a las voces que ni siquiera son movimientos insurgentes, son solamente ciudadanos que piden se respete su derecho a la vida y por lo tanto se les proteja.

Mayoritariamente, Zitlala está habitada por población nahua, es bien sabido que los indígenas desde siempre han sido perseguidos por los gobiernos racistas y codiciosos que han querido robarles y lo han hecho, en esta región que pertenece a la Montaña Baja de Guerrero, se ejerce la cultura de la violencia, sin duda ahí se vive un holocausto incesante, como el que padece todo el país, pero aquí en este tipo de regiones, todos los poderes hacer hasta lo imposible porque no se sepa, así es como durante años la violencia ha sido distribuida entre cada casa y cada habitante”.

Seis muertos, 12 desapariciones forzadas, una fosa clandestina con 8 cadáveres, cuatro violaciones, tres secuestros, un cuerpo desollado, dos incinerados, tres desmembrados y dos más muertos por tortura, a diario en Zitlala está pasando algo; “porque en Zitlala, como en todo Guerrero se respira muerte, pero ésta es una de las ciudades más castigadas por la violenta represión del narco-Estado.

Pese a los contantes gritos de auxilio, la sociedad ha visto tanta muerte que ver un cuerpo desmembrado ya dejó de conmoverles. El olor a muerte está por todas partes. Todo el tiempo olíamos los cadáveres sepultados bajo los escombros, y la piel putrefacta de los cadáveres víctimas de los grupos delictivos y del corrupto gobierno que les otorga impunidad. Además de los cadáveres y las ausencias forzadas, la gente padece hambre, desempleo, falta de servicios de salud, toda una gama de miseria que conforma una dantesca pieza de la trágica postal que se ha descubierto en Guerrero”, puntualiza Mazariegos.

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