Jaime Alguersuari: 'El yoga y la meditación me han cambiado la vida'

La semana pasada anunció que abandonaba el automovilismo para girar hacia su gran pasión, la música

"Ojalá hubiera conocido antes el yoga y la meditación. En la Fórmula 1 nadie se para a pensar. Si lo hicieran, se asustarían". Jaime Alguersuari mira por el retrovisor con más alivio que nostalgia. Tiene sólo 25 años, pero acumula experiencias de veterano. Vida rápida, al volante. Aviones, riesgo, adelantamientos, dinero, chicas... Frenazos y curvas, todo en plena formación, primero como adolescente y después como adulto precoz.

Esa es la hipoteca que exigen las carreras de coches, donde el talento queda supeditado al poderío de tu cartera y tu monoplaza. Él se ha cansado del asfalto, de su oficio, harto de las aristas más feas del negocio. Ha parado en seco. O más bien, ha tomado impulso para, todavía siendo un chaval, reinventarse. La semana pasada anunció que abandonaba el automovilismo para girar hacia su gran pasión, la música. Unos problemas de salud sufridos meses atrás, cuando competía en la Fórmula E -categoría ecológica, con coches propulsados por electricidad-, fueron el impulso definitivo para tomar la decisión más importante de su vida: dejar el mundo donde se había criado.

Desde su casa en Londres, donde comienza la nueva etapa, explica a ZEN el viaje personal que ha protagonizado en los últimos dos años gracias al yoga y la meditación. Habla con entusiasmo de la fuerza de la mente y del equilibrio interior que ahora disfruta. "He estado relacionado con un mundo de mentira, pero ahora he entendido lo que quiero ser", dice, tras haber cambiado radicalmente sus rutinas. No el deporte, que sigue practicando fuera del coche, pero sí sus objetivos.

"Hay más cosas que ganar dinero", repite en la conversación pausada, con ganas de detallar su cambio de ciclo. Todo comenzó a finales de 2013, tras un par de años digiriendo el impacto que supuso quedar por sorpresa fuera de la Fórmula 1, sin previo aviso, cuando las señales que le habían enviado eran de optimismo.

La crueldad del show le dejó perplejo. Llevaba dos temporadas y media en Toro Rosso, escudería filial de Red Bull, donde había debutado en el verano de 2009, con sólo 19 años. Fue entonces el piloto más joven en un gran premio de Fórmula 1. Participó en 46 carreras, sumó 31 puntos y acabó muchas veces entre los 10 primeros con un coche siempre problemático.

Lució, mejoró y le prometieron más, hasta que una llamada en diciembre de 2011 le comunicó su expulsión. La tarde anterior había estado en la redacción del diario EL MUNDO hablando de sus planes de futuro. El golpe fue durísimo.

Agarrado a los circuitos de F1, continuó como comentarista y también en el papel de probador de Pirelli, la marca de neumáticos. Pero pronto se dio cuenta de que no era feliz, no le llenaba. Algo no iba. Lo suyo era conducir, no moverse por las tripas del lado oscuro del automovilismo. A finales de 2013 se marchó con su novia a Estados Unidos. "Aquel mes en Los Ángeles me cambió la perspectiva. Conocí el yoga y la meditación. Me reencontré conmigo mismo. Fue una experiencia brutal toparme con ese mundo, con gente de bien, que te enseñaban cómo conocer tu cuerpo. Si tienes el alma sana, tienes el cuerpo sano", dice Alguersuari, entusiasmado con su descubrimiento. En la Fórmula 1 había ingenieros que practicaban yoga, pero no las estrellas del volante.

Él mismo aplicaba algunos ejercicios de concentración, sólo eso. "Yo recomendaría el yoga a los pilotos". ¿Por qué? "El automovilismo es un deporte estático. Estás sentado, amarrado por los cinturones, y al volante. La cadera sufre porque es una posición poco natural. Con el yoga mueves músculos que ni pensabas que tenías". Al volver de su viaje a California, se dio una segunda oportunidad en los circuitos. Aceptó la propuesta de Alejandro Agag para participar en la Fórmula Eléctrica, la competición verde que el empresario español lidera. Alguersuari se puso el mono otra vez, pero el pellizco de antes no llegaba. "Para pilotar debes estar al 120% ilusionado, a tope, porque es muy exigente. Y yo no lo estaba. Además tuve aquel desfallecimiento". Recuerda el incidente que sufrió el pasado 6 de junio, tras una carrera en Moscú. Se hizo pruebas, los médicos descartaron que fuera ninguna dolencia grave y pusieron nombre al problema: crisis de estrés. Entonces comprendió que tenía que alejarse de los monoplazas.

"Se gana bastante dinero en la Fórmula E, pero en la vida hay mucho más", asegura. Ahora practica yoga cuatro veces a la semana, en un centro de Londres. También medita. "La concentración no es dormir. Durante 15 o 20 minutos debes concentrarte en zonas de tu cuerpo. No es fácil, y hay días que no lo consigues, pero vale la pena intentarlo. Yo a veces lo hago en grupo", revela. Si no tiene tiempo para salir de casa, se mete en Youtube. "Hay podcasts muy buenos de meditación, con un monitor que te va guiando", cuenta con emoción, subrayando los beneficios con una expresión muy motorística: "Te ayuda a bajar vueltas". Y no sólo eso, añade: "Duermes mejor y estás en paz con el mundo".

El running también le ha ayudado a canalizar sus energías. Ya completó la maratón de Barcelona, y ha colaborado con el libro solidario Werunproject, donde personajes conocidos posan ante la cámara -desnudo, Jaime- y cuentan sus experiencias corriendo: Alguersuari y 40 maratonianos más (entre ellos Luis Enrique, entrenador del Barça, la modelo Blanca Suelves o el psiquiatra Rojas Marcos) relatan los beneficios físicos y psíquicos que obtienen con las zapatillas puestas. El dinero recaudado por los ejemplares vendidos se destinará a un progama que utiliza el deporte como herramienta de integración social. Mente limpia, cuerpo en forma y oído fino para el salto del ex piloto, ahora Squire, su nombre artístico. "Quiero hacer música electrónica que llegue al corazón. Con alma", dice Alguersuari. Puro zen.