Desconectar la economía de la política no les debería resultar tan complejo, porque para el chavismo, a la economía la usan solo como un referente, incapaz de cambiar la toma de decisiones políticas. O sea que la economía se va adaptando a la “realidad política”, si es que algo así existe. Su perfil ideológico no acepta formalizar el cambio de rumbo económico, aunque ya les resulte claro que sería sumamente costoso regresar a los controles. Sigue manteniendo el estatus cambiario, pese a que les sería más beneficioso levantar el control y permitir operar con euros, yuanes, rublos y hasta criptos…y podría usar al petro como una unidad de cuenta para manejar la contabilidad pública, como un interfaz móvil con el bolívar, el cual, a su vez, funciona como un colchón de seguridad para armonizar la competitividad interna, entre sectores, y con las importaciones. Si quedáramos “directos” frente al dólar, la mitad del aparato industrial que nos queda, sería borrado automáticamente. Si a veces no somos competitivos en bolívares, que es como una plastilina adaptable, imagínense si nos fuéramos al dólar. Una cosa es usar al dólar para transar y mantener valor, y otra muy distinta es dolarizar. El límite de la posibilidad de desestatizar paulatinamente la economía transaccional, está en la infraestructura de servicios públicos, especialmente la eléctrica, sin la cual no hay ni agua, ni gas, ni combustible, ni comunicaciones, ni siquiera PIB. Con urgencia, hay que llegar a acuerdos sobre lo eléctrico. 

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■ O que, sigue la teoría de que los cambios en el país, arrancarán desde el interior del chavismo, que es el poder dominante, aunque ya no tenga al pueblo. 

■ Ni que, el “delfinazgo” chavista, ya está desplegado. Está el candidato oficial, disidente y liberal. El nuevo juego es ponerle los nombres: quién es quién. 

■ Tampoco que las empresas deben poner los pies sobre la tierra y planificar a 2 años, considerando lo concreto y abandonando lo mágico. 

@btripier