¿Y si lo revolucionario fuera ser pequeño?

Gran parte de los problemas que veo a mi alrededor están provocados por el ansia de crecer, por la ambición de ser más grandes, de tener alcance planetario, de llegar a más personas, de vender más, simplemente porque ahora la tecnología parece que nos permite hacerlo. Y quizás en ese ansia, en esa ambición, en esa rat race, lo que se pierde – o como poco se descuida -, es la calidad de la ejecución, el cuidado por el detalle, el mimo en la entrega de ese valor que tantas bocas llena de humo. Y precisamente eso es lo que hace que no se merezcan alcanzar esa dimensión que tanto ambicionan, paradójicamente.

¿Y si lo verdaderamente revolucionario fuera ser pequeño? Pequeño y bueno, obviamente. Volver a los orígenes, a tener pocos clientes y tratarlos bien. MUY bien. Que estén a gusto, que no se quieran ir, que quieran volver. Porque a rápidos, a surtidos amplios y a precios baratos nos ganan los gigantes por goleada. Cada vez es más difícil competir con los Amazon de turno si hablamos de retail, por ejemplo, o con Facebook, Twitter o Google si hablamos de apps o de redes, o con las consultoras de renombre (aka cárnicas) si hablamos de servicios profesionales. Pero precisamente ese tamaño descomunal hace que tengan rendijas. Pequeños huecos. Necesidades no cubiertas. Que posiblemente no permitirán a quienes las satisfagan comprarse un Lambo y volar a Bali cada 15 días, pero que igual sí que les permite ser felices y financiarse un estilo de vida feliz haciendo felices a un número suficiente de clientes. Y ese hecho diferencial, paradójicamente de nuevo, puede que les haga acabar llevando a crecer, si eso es lo que quieren.

Porque otra opción es no querer crecer. No lo olvidemos. O al menos, no querer crecer “al modo estándar de hoy en día, con gráficas de palo de hockey y exits x10, x20 o x30 para los inversores. Otras formas de negocio – y por consiguiente otras formas de vida – son posibles. Y quizás hasta sean mejores. Más sanas, más razonables, más sostenibles. Es como para darle una pensada…

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo con tu reflexión.
    Hace mucho tiempo que llevo aplicando esa forma de trabajo en mi agencia inmobiliaria. Pocos clientes, pocas propiedades y trato personal. La clave está en conocer muy bien lo que busca tu cliente, no darle falsas esperanzas cuando pide locuras y ser aliado cuando la operación es viable.
    Hacer las cosas diferentes (y bien) tiene premio a corto y largo plazo. Es muy fácil distinguirse del resto de competidores siempre que estés dispuesto a ser honesto (el talón de Aquiles de las inmobiliarias), transparente en tus gestiones y saber decir que no cuando la petición es imposible, o no eres capaz de atenerla.
    Cuando los clientes tienen nombre, situación familiar, aspiraciones y una necesidad conocida; es decir, cuando no es un número en una base de datos, llega la confianza y los resultados positivos a la actividad.
    Gracias por la reflexión.

  2. Una extraordinario reflexión Lucas. Lo importante es ser los mejores, no los más grandes.
    Crecer está bien si el buen trabajo trae más trabajo. Crecer es una consecuencia, no un objetivo, a mi modo de ver. Cuando se transforma en un objetivo, entonces también se transforma en una hipoteca que casi siempre se paga con la calidad y siempre con la calidad de vida.
    Enhorabuena y gracias por tu exposición.
    JAR

  3. Estoy de acuerdo, hay que crecer con la mesura proporcional a quienes verdaderamente somos, sin olvidar que cada cliente es un porcentaje de nuestra propia empresa, y como tal ha de ser mimado, como si de una tienda de barrio se tratara
    Miguel Angel

    1. En realidad, todos somos tiendas de barrio, aunque algunos barrios sean más grandes que otros. La diferencia está en ser conscientes de ello o creernos especiales porque en nuestro «barrio» se hable varios idiomas, y por culpa de eso perderle el respeto al trabajo a y los clientes…

  4. Genial! Va en la línea del Downshifting y de Simplificar tu vida. De buscar ese reducto de paz en el que nos comunicamos como seres realmente humanos.

    1. En cierto modo, aunque tampoco estaba especialmente inspirado específicamente en ellos, sino en intentar poner un poco de cordura a este mundo loco en el que vivimos, en el que si no creces parece que no eres, y si no sacrificas tu vida por tu trabajo parece que no mereces la pena. Cuando además yo creo que es justamente al revés.

  5. Buenas tardes.
    Este post es genial, la verdad que no si será revolucionario o no ser pequeño, lo que si se es que para mucho de nosotros es una realidad, además una realidad que no va a cambiar. Pero quizá lo más importante es el valor añadido que tenemos muchas veces los pequeños. ¿Sabéis que después de mil consultarías el gran «mercadona» ha llegado a la conclusión de que su gran competidor son los «pequeños supermercados de barrio» y está enfocando muchos de sus cambios en intentar ser más cercano….. jajaja siempre me encantó la película «Pequeño gran hombre » de Dustin Hoffman, si no la habéis visto os la recomiendo……. un poquito antigua, eso sí.
    Gracias Lucas

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