El aceite de CBD se emplea en aplicaciones terapéuticas porque no se psicoactivo
Si pensamos en marihuana, aunque las cosas han cambiado a lo largo de este siglo y el pasado, la mayoría de nosotros recurrimos a estereotipos: su uso recreativo sobre todo entre los jóvenes, los rastafaris y un largo etcétera de lugares comunes. Pero si hablamos del aceite de CBD descubrimos inmediatamente que las cosas ya no son lo que eran. Y esto es así porque la mera existencia y comercialización de esta sustancia nos advierte sobre el enorme potencial del cannabis. El CBD se usa principalmente en aplicaciones médicas porque no es psicoactiva. Algunas de sus propiedades son un efecto sedativo y la inhibición de transmisión de señales nerviosas asociadas al dolor, y se utiliza en el tratamiento de enfermedades como la epilepsia, la esclerosis múltiple, la ansiedad o la esquizofrenia. Y últimamente, también es un recurso muy efectivo para la tercera edad ayudándoles con sus problemas de insomnio, apetito, Alzheimer o depresión.
Estos tratamientos alternativos son complicados para las personas de edad avanzada justamente por la dificultad que supone para ellos conseguir la sustancia de manera legal y segura. Es fácil olvidar que cuando se habla de legalización, también se contemplan estas situaciones especialmente complejas. Además, muchos desconocen las alternativas a consumir la marihuana fumada: actualmente, pueden beneficiarse de sus ventajas a través de cremas o tinturas sublinguales sin apenas efectos secundarios, algo de lo que normalmente los tratamientos más tradicionales no pueden presumir. Entre la gente mayor solemos encontrar unas altas tasas de adicción a medicamentos con receta y al consumo de alcohol. Un estudio de 2005 demostró que los cannabinoides pueden promover la neurogénesis y producir efectos ansiolíticos y antidepresivos. Además, reduce el impacto negativo del estrés en la memoria a corto plazo y aumenta la de largo plazo, hechos que sin duda impactan enormemente en la vida cotidiana de la tercera edad.
Lo cierto es que estos estudios todavía no demuestran que el cannabis pueda tratar eficazmente enfermedades mentales crónicas, pero sí exploran nuevos caminos necesarios en un escenario invadido por medicamentos en su mayoría obsoletos y llenos de contraindicaciones.
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