La petrolera británica British Petroleum (BP) ha decidido poner fin a la batalla legal con las autoridades de Estados Unidos por el desastre ecológico de la plataforma Deepwater Horizon, que tuvo lugar hace cinco años en el Golfo de México, comprometiéndose a pagar unos 18.700 millones de dólares (16.800 millones de euros). Se trata de la mayor multa por un desastre medioambiental de la historia estadounidense.

El 20 de abril de 2010, la Deepwater Horizon explotó mientras perforaba el pozo Macondo 252 a 1,6 kilómetros de profundidad frente a las costas de Luisiana. La deflagración acabó con la vida de 11 trabajadores. Durante 87 días se vertió al mar el crudo equivalente a más de tres millones de barriles de petróleo con incalculables daños para el ecosistema marino y costero: a mediados de agosto de 2010, más de 70.000 aves, tortugas y delfines habían sido encontrados muertos o gravemente afectados como consecuencia del flujo constante de hidrocarburos, que BP trató de frenar de forma negligente, según los tribunales.

El siniestro costó la vida a 11 empleados y a por lo menos 70.000 animales marinos

Ahora, tras el acuerdo preliminar del pasado 2 de julio, que tiene que ser ratificado por un juez federal, BP pagará al menos 7.100 millones de dólares –reserva 232 millones más por si aparecen nuevos daños– al gobierno federal estadounidense y a los de los cinco estados afectados –Alabama, Florida, Luisiana, Misisipi y Texas– por los daños causados a sus recursos naturales; 5.500 millones más en concepto de multa por la violación de la ley medioambiental de Aguas Limpias; 4.900 millones a los estados por el perjuicio ocasionado a sus economías y más de 1.000 millones a unas 400 autoridades locales de la zona. La multinacional ya ha invertido en la batalla legal y en la limpieza del vertido unos 44.000 millones de dólares (39.000 millones de euros).

BP contará con facilidades para pagar: tendrá entre 15 y 18 años para abonar los 18.700 millones de dólares y deducirá parte del monto en sus impuestos. Según cálculos de la propia petrolera, la multa, que empezará a hacerla efectiva 12 meses después de que los acuerdos se hayan ratificado, le costará unos 1.100 millones de dólares (995 millones de euros) al año, una cifra perfectamente asumible para la gigantesca corporación multinacional, aunque sus balances se han visto muy afectados por la caída de los precios del crudo. BP declaró unos beneficios netos en 2014 de 3.780 millones de dólares (3.335 millones de euros), un 83,9% menos que en 2013, cuando se embolsó 23.451 millones de dólares (20.690 millones de euros).

“Hace cinco años, nos comprometimos a restaurar la economía del golfo de México y el medio ambiente y hemos trabajado desde entonces para cumplir esa promesa. Hemos hecho progresos significativos, y este acuerdo marca el camino para cerrar el litigio entre BP y el golfo. Resuelve la batalla legal más grande de la compañía, proporciona claridad sobre los costes y otorga certeza sobre los pagos a todas las partes involucradas”, mantiene en un comunicado el presidente de BP, Carl-Henric Svanberg.

Refuerzo financiero

Para la agencia de calificación crediticia Fitch Ratings, el acuerdo preliminar fortalece el perfil financiero de BP, lo que le ayudará a mejorar su balance y a hacer frente a la recesión ocasionada por la bajada de los precios del petróleo. Las acciones de la compañía subieron más del 5% en la bolsa de Nueva York tras conocerse la noticia.

Si finalmente es aprobado, explica la fiscal general estadounidense, Loretta Lynch, el acuerdo “servirá para ayudar a reparar el daño causado a la economía del golfo, a la industria de la pesca, los humedales y la fauna, y traerá beneficios duraderos a la región del golfo para las próximas generaciones”.

Pero no todo el mundo está tan contento. Frente a la satisfacción de ambas partes, la organización ecologista Oceana tacha la propuesta de “decepción” e “inadecuada”. “18.700 millones de dólares pueden parecer muchísimo dinero, y lo es, pero palidecen en comparación con lo que BP realmente debe según la ley", afirma el vicepresidente de Oceana en los Estados Unidos, Jackie Savitz. "Un acuerdo a la baja no sólo engaña al público, sino que también envía el mensaje equivocado a BP y a las otras compañías que perforan nuestros océanos: les dice que no tendrán que pagar los daños que causen en el futuro”, añade.

Los grupos ecologistas opinan que la cifra pactada no compensa los daños causados

El biólogo marino y director de la campaña de Océanos de Greenpeace, John Hocevar, describe el acuerdo como “justo pero insuficiente”. "BP merece pagar hasta el último centavo de esta pena, pero el hecho es que no tenemos regulaciones o supervisión suficientes para prevenir que desastres como este vuelvan a suceder. Hay miles de plataformas petroleras en el golfo, y muy poco ha cambiado para hacerlas más seguras. Mientras tanto, el presidente Barack Obama en Estados Unidos y el presidente Peña Nieto en México siguen permitiendo que proyectos de perforación aún más peligrosos avancen tanto en el golfo de México como en el Ártico”, sentencia.

La fiebre por los hidrocarburos sigue haciendo estragos a un cada vez más vulnerable planeta, pese a las últimas declaraciones de buenas intenciones de algunos líderes políticos en el sentido de comprometerse a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

BP sigue siendo uno de los mayores inversores extranjeros en los Estados Unidos y una de las compañías más activas en la búsqueda de petróleo y gas en el golfo de México, donde cuenta con ocho plataformas, más de las que tenía antes del desastre, según reveló el diario estadounidense The Washington Post.

El acuerdo alcanzado entre BP y el gobierno de Estados Unidos puede poner punto final a un litigio que empezó hace dos años y que podría haberse eternizado en los tribunales. Pero la compañía británica todavía tiene pendientes unas 3.000 demandas civiles, entre las que se encuentran las de los pescadores mexicanos de 62 cooperativas locales de los estados de Tamaulipas, Veracruz y Quintana Roo. El resultado es que el planeta y los desastres ecológicos que lo destruyen poco a poco no entienden de fronteras.