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¿Cómo pasan el invierno los insectos?

Diferentes formas con las que los insectos sobreviven al invierno

9 Mayo, 2018

Después del largo invierno, parece que por fin ha llegado el buen tiempo. El ascenso de temperaturas tiene muchos aspectos positivos, pero también un inconveniente para muchas personas: la aparición y proliferación de los bichos. El calor provoca que numerosas especies de insectos inicien su ciclo vital, incluidas algunas capaces de constituir dañinas plagas. Esta aparente aparición repentina puede hacer que nos preguntemos cómo los insectos pueden sobrevivir al invierno. A continuación lo explicaremos, centrándonos sobre todo en aquellas especies plaga.

El frío es un factor limitante para la mayoría de los insectos, que paralizan o ralentizan su ciclo de vida. Por eso, muchas de las especies de artrópodos pasan estas condiciones ambientales desfavorables en sus particulares formas de resistencia: los huevos y las pupas o crisálidas. Con estas fases o estadios de desarrollo pueden superar el invierno y activarse cuando llega la primavera, gracias a temperaturas altas, un grado de humedad óptimo y una mayor disponibilidad de alimento.

Sin embargo, hay insectos que pasan el invierno en su forma adulta, refugiados en huecos de árboles, tocones, hojarasca, bajo las piedras o en cualquier agujero; ya sea natural o artificial, incluyendo nuestras propias viviendas. En estos casos, al igual que en la fase de huevo o pupa, los insectos suelen sufrir un fenómeno conocido como diapausa, mediante el cual ralentizan su metabolismo y detienen cualquier proceso de su morfogénesis. Otros insectos hacen frente a la época invernal en fase larvaria, en el interior de yemas vegetales o de agallas, e incluso también dentro del cuerpo de otros insectos. Además, se pueden citar algunos hexápodos migradores, como el de la conocida mariposa monarca, que literalmente huyen de un territorio en busca de condiciones ambientales más favorables.

Pero, ¿qué pasa con las especies plaga? Los insectos nocivos también son capaces de eludir al invierno de diversas formas. Un ejemplo contradictorio es el de la procesionaria del pino, una de las plagas fitosanitarias más conocidas, puesto que presenta un desarrollo invernal muy activo, pasando por diferentes fases larvarias que se alimentan de las acículas de las coníferas. Las orugas pueden soportar las bajas temperaturas y otras inclemencias meteorológicas al refugiarse en el interior de sus característicos bolsones. La fase de pupación se produce en primavera, pasando de esta manera todo el verano. Por otro lado, las moscas y los mosquitos pasan el invierno, por lo general, en forma de crisálidas. Casi la totalidad de los adultos muere. Sin embargo, algunas moscas adultas son capaces de sobrevivir un tiempo en refugios cálidos como contraventanas, tambores de persianas, interior de establos, etc.

En el caso de las avispas, la totalidad de la colonia muere con la llegada del frío; a excepción de las reinas, que pasan el invierno escondidas en refugios protegidos. Al llegar el buen tiempo, emergen de su escondite y construyen un sencillo nido, donde crían a las primeras avispas obreras. Las hormigas y las termitas, por su parte, se resguardan en el interior de su nido; sobreviviendo así la colonia, aunque sea con efectivos reducidos. Las primeras lo hacen gracias a las reservas de alimento recolectadas durante el verano. En el caso de las termitas, que apenas salen al exterior, las estructuras de madera de las que se alimentan les sirven también de refugio.

¿Y qué pasa con las cucarachas? Pues la cucaracha negra y la americana, habitantes del alcantarillado y del resto de la red de saneamiento, sobreviven al invierno en su interior, donde perviven gracias a unas condiciones más benévolas que en el exterior. De hecho, se pueden observar en pleno invierno, al levantar tapas de registros en ciudades como Madrid. Muchos adultos mueren, pero otros aguantan allí hasta la llegada de la primavera; momento en el que empiezan a proliferar. Con respecto a la cucaracha rubia o alemana, al ser una especie que cría en el interior de nuestras viviendas o negocios, la época invernal no le afecta demasiado; ya que aquí encuentra siempre una temperatura agradable. Por ello, sus plagas también nos pueden hacer la vida imposible durante los meses más fríos. Algo parecido a lo que ocurre también con las chinches de cama, que prosperan con el confort de nuestros hogares.

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