Por Yolanda Escalada
Fotografía: Andrés Wittib, Daniela Yechua

ASiMM es la Asociación Sindical de Motociclistas, Mensajeros y Servicios. Su partida de nacimiento data del año 2008, pero los inicios de la actividad se remontan a los primeros motoqueros que llevaban las latas de películas de un cine a cine en el siglo pasado. Hacia 1980 aparecieron las primeras mensajerías y, una década más tarde, los chicos del delivery. Hubo varios intentos por organizarse a partir de tragedias que los involucraron: en 1999 Diego Stierli, motociclista de 26 años, murió en un accidente de tránsito y sus compañeros autoconvocaron por primera vez y cortaron el Puente Pueyrredón.

Más tarde llegaron las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, donde los motoqueros tuvieron una activa participación en el levantamiento popular que terminó con el gobierno de Fernando de la Rúa. El costo fue alto: la vida a Gastón Riva, asesinado en la esquina de Tacuarí y Avenida de Mayo por un guardia de seguridad del banco HSBC.

ASiMM reúne unos 5000 afiliados que cuentan con un convenio colectivo de trabajo desde 2010 que los define como trabajadores de mensajería y reparto con o sin vehículo propio (bicicleta o moto). En las paritarias de julio en 2014 obtuvieron un aumento de 37 % llevando el sueldo básico a 10 mil pesos. No tienen obra social propia pero integran una mutual donde los afiliados  consiguen repuestos y accesorios para las motos a menor precio, además de descuentos en lugares para turismo. En 2013, inauguraron un Centro de Formación Profesional en la zona del Parque de la Ciudad (Avenida Escalada 4502). Allí ofrecen cursos de conducción segura y responsable con el fin de contribuir a la disminución de los accidentes de tránsito, que con frecuencia tienen a motoqueros entre los protagonistas.

La lucha no es sólo por defender los puestos de trabajo frente a los patrones: también deben lidiar en el día a día con el tránsito, las inclemencias del clima y un sistema de creencias que los estigmatiza. Maximiliano Arranz, secretario adjunto de ASiMM, con casi veinte años sobre la moto, señala: “Históricamente nos han pegado desde los medios y desde diferentes sectores políticos, asimilándonos con los motochorros.”

La sede de ASiMM está ubicada en un petit hotel de San Telmo (Carlos Calvo y Tacuarí). El espacio propio les permite seguir construyendo una identidad fuerte y sin medias tintas. “Cada gremio tiene sus particularidades y éstas les dan marco al perfil individual del propio trabajador. Por ejemplo, un compañero trabaja en una mensajería en el Centro y tiene un viaje a Saavedra. En el camino, se pelea con un taxista, con un colectivero, con alguien que cruzó mal. La calle te embrutece mucho y te hace muy combativo. Eso se termina volcando en el sindicato. Nosotros somos disciplinados y ordenados pero en nuestra esencia somos tribu, somos una jauría”, dice el secretario adjunto vestido de negro y con un chaleco de motoquero que luce las insignias de la CGT y de las 62 Organizaciones Peronistas.

Los frentes de conflicto directo son las agencias y el Gobierno de la Ciudad. Con las primeras, la pugna se centra en los retrasos en el pago de los sueldos y en el maltrato a los trabajadores. Con la gestión de Macri, la relación es poco armoniosa a partir del intento de obligarlos a bajarse de la moto en el microcentro cuando, en realidad, están autorizados a andar a 10 km/h. Otra tensión nació a partir de la pretensión, también sin éxito, del patentamiento humano con  cascos y chalecos identificatorios, que es ley en Provincia de Buenos Aires.

Como contrapartida, la organización sigue ganando espacios. Ahora, ASSIM forma parte de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) junto con colectiveros, taxistas y portuarios. El año pasado tuvo a su cargo la organización de  la Noche de los Museos en la sede de la CGT, que abrió sus puertas para que los porteños conozcan los salones y los libros de la Biblioteca para Obreros, con fondo musical de Almafuerte.

El sindicato tiene un pie en la realidad del siglo XXI que los vio nacer y el otro en los años felices de Perón. En efecto, reivindican la doctrina justicialista mientras rechazan a los dirigentes gremiales del menemismo que avalaron las privatizaciones y se convirtieron en empresarios. «El ser humano tiene una tendencia natural e irreversible a aburguesarse. La decisión más sabia que puede tomar un dirigente sindical es retirarse cuando ya no tiene nada que aportar.», destaca Arranz.

La impronta del sindicato se hace visible en el edificio a través de fotos de Perón, Evita, San Martín y Rosas. También a través de la formación política que reciben los delegados. Arranz  entiende que sindicalismo y peronismo son inescindibles. “La izquierda se queja de que Perón les robó los sindicatos. Nosotros podremos ser muy anarcos, pero no dejamos de ser trabajadores. En Argentina, el trabajador es, por naturaleza, peronista. Muchos lo somos casi de la cuna  y otros que no saben nada de política, entran y se peronizan en minutos. El movimiento obrero es muy sabio en ese sentido”.

Los delegados de ASSIM participan también de debates sobre revisionismo sobre la Batalla de Caseros, los Tratados de Madrid  o la deuda externa, entre otros temas. “El pensamiento crítico es clave a la hora de defender a los compañeros no solo por una hora extra, sino por un proyecto de país propio, que no sea el de los patrones”, señala Arranz.

La organización ha ganado visibilidad institucional a través del tiempo. En mayo, ASiMM fue incorporada al Comité Consultivo de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, dependiente del Ministerio del Interior. Además, en la Comisión Nacional de Comunicaciones, logró ser incluida en un Subregistro de Prestadores  de Servicios de Mensajería que a las pequeñas agencias que se inscriban les permite contar con los mismos beneficios que cualquier correo privado.

«Estamos pensando más allá de las paritarias, estamos pensando de acá a diez años -advierte Arranz-. Tenemos que dar un salto de calidad en todo. Por ejemplo, ya no hacemos más AFIP o bancos como antes porque ahora todo eso se hace por Internet. Hay un desarrollo tecnológico que hace descender este tipo de trabajo pero sube desde otro lado. Por ejemplo, en el comercio electrónico.  Hay una sociedad que tiende a estar más cómoda en casa. Compra productos por Internet y los recibe en su casa en menos de 24 horas. En esto nos tenemos que hacer más fuertes. Hay muchachos que no usan Handy, usan teléfonos inteligentes para confirmar la entrega por firma digital.”

Los motoqueros de ASiMM esperan ansiosos a tener su primer afiliado jubilado, hecho que sucederá en tres años. Tiempo atrás hubiera sido imposible llegar a los 60 años y seguir todo el día arriba de la moto. La calle -dicen en el sindicato- tiene sus efectos en la cabeza y en el cuerpo. Pero la posibilidad de contar con una obra social -aunque sea prestada-, una ART y vacaciones les permite cuidar su salud y mejorar su calidad de vida.