El peligro de la (sobre) exposición

Todos, en la cabeza de los demás, somos imágenes mentales que se construyen en base a lo que sabemos de ese alguien. El problema es cuando descubrimos facetas de alguien que nos afectan a la percepción del todo.

Y me da igual este ejemplo, o descubrir que alguien apoya (o niega el apoyo) a la independencia de Cataluña, que piensa de determinada forma en política, le gustan los toros, caza, practica boxeo o tiene determinados gustos musicales. Al final, nos acaba afectando, para bien o para mal, porque todo lo pasamos por nuestro filtro personal de creencias y valores.

Y eso, en estos tiempos de sobreexposición generalizada y de canales que se incendian con el aleteo de una mosca, me hace hacerme la siguiente pregunta ¿Hasta dónde deberíamos mostrarnos? ¿Donde está el error, en quien es de una determinada manera o en quien interpreta esa forma de ser? En principio yo creo que el error está siempre en quien interpreta y además juzga – que es algo que, en el fondo, hacemos todos casi sin darnos cuenta -, pero en cualquier caso debemos ser conscientes del efecto que nuestras creencias, nuestros gustos y nuestras aficiones pueden provocar en los demás, (y por «los demás» me refiero fundamentalmente a gente cuyo único o casi único contacto con nosotros es a través de las redes sociales), y a partir de ahí hacer una elección consciente de si mostrarlos (FTW) o si no mostrarlos. Y una vez tomada esa decisión, asumir las consecuencias (hacia ambos lados)

Yo tengo claro que no hablo de política, religión y otros temas sensibles. No solo en redes, también es raro que entre al trapo en persona. Muestro mucho de mí en mis redes, es cierto, pero no todo. No es por jugar a ser estrella de cine, sino porque estos canales no me parecen los más adecuados para compartir o debatir puntos de vista complejos.

En cualquier caso, no digo que eso sea lo correcto. Digo que es lo que yo hago. Como decía el gran maestro en vivir para contarlo, “Yo tampoco sé vivir, estoy improvisando”. Pero quizás todos deberíamos pensar un poco más antes de desnudarnos en público tan alegremente. Por lo que luego pueda pasar…

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. Saludos LUCAS! Gracias por tus buenísimos post.
    Totalmente de acuerdo con todo lo dicho, ya que una vez nos proyectamos creamos una imagen, y si de momento variamos la proyección en desacorde con lo demás, atentará con la moral que hemos alcanzado.

      1. LA MORAL refiriéndome al respeto que una persona obtiene del otro, a través de sus logros alcanzado en lo que hace.

  2. Muy de acuerdo contigo, Lucas. Yo creo que hay que tener claro que objetivo queremos alcanzar en las redes y proyectar en ellas lo que convenga a dicho objetivo.

    Yo tampoco las veo como el sitio adecuado para mostrar las creencias personales; opino que son, simplemente una herramienta. ¡Al menos así las veo yo! Pero, como bien dices, cada uno como quiera.

    Yo les doy un uso exclusivamente profesional. Por eso si alguno de los perfiles que sigo empieza a publicar demasiadas opiniones personales, dejo de seguirlo: no porque no tenga derecho a publicar lo que quiera, sino porque no me aporta contenido de mi interés…

    Me ha encantado el post, lo comparto, gracias y saludos

    1. Pues fíjate, yo creo que sí que es bueno mostrar contenidos más personales. A mi me pasa (a veces) lo contrario que a ti. Perfiles «excesivamente» profesionales – quiero decir con ello perfiles que SOLO saben hablar de trabajo, independientemente de la hora o el día de la semana – me pueden llegar a aburrir y cansar. Salvo que TODO lo que compartan profesional sea excepcionalmente bueno, claro. Pero eso se da más bien poco… 🙂

      Gracias por comentar, Natalia!

  3. Totalmente de acuerdo calvo, también es importante tener claro con que objetivo usamos el poder de las exposición. Yo creo que el error en esto no existe: no se equivoca quien juzga y genera una imagen mental de los otros, pero tampoco se equivoca quien genera y muestra una falsa imagen (a propósito) de si mismo en el resto de sus semejantes.
    Al fin y al cabo el punto debería ser si meterse en este mundillo o no.

    1. Buen punto! Aunque al ser una reflexión lanzada en un blog y a su vez compartida en redes daba por hecho que iba a llegar a gente que ya había tomado la decisión de «meterse en este mundillo»… 😉

  4. Pues es interesante la reflexión. Yo si me posiciono políticamente, por ejemplo, y creo que eso me ayuda bastante a conseguir trabajo en mi sector.

    Vamos, que al final esas repercusiones pueden ser positivas.

    1. Sin duda que pueden serlo, y de hecho lo son, tú eres ejemplo de eso, Clara. En ningún caso quería transmitir que las consecuencias fueran siempre negativas. Serán negativas para quienes no piensen/actúen como tú, y positivas para aquellos con los que tengas afinidad, y quizás a través de esa afinidad en otras áreas de la vida (en tu caso comentas la política, pero igual puede ser el hecho de ser vegano, de meditar, o de ir en Harley) pueden acabar haciendo que surjan proyecto de otro tipo. Laborales, por ejemplo.

      Por cierto, a ver si me haces un cuello de esos de punto que tú haces para mis escapadas a la nieve! xD

  5. Yo creo que es como todo… «lo poco agrada, lo mucho enfada» (que le he oído decir a mi padre desde hace 40 años :D).

    A mí me pasa como a ti, la gente que es siempre pulcra y profesional… me aburre muchísimo, me acerco a ellos como me acerco a un libro (pero no me generan ningún interés en «seguirlos»).

    Yo siempre digo que las relaciones personales nacen de «la banalidad». ¿Cómo te hiciste amigo de los que hoy son tus amigos? Seguro que hay mucho más de compartir ratos muertos, comidas y cervezas, conversaciones sobre el mar y los peces… que del intercambio de conocimientos «profesionales»

    En fin, ya en su día le di alguna vuelta: https://blog.raulhernandezgonzalez.com/2015/10/olvidate-marca-personal-muestra-persona/

    A partir de aquí, ¿cuánto contar de uno mismo? Pues creo que es una cuestión de naturalidad, sin más. Al final… ninguno somos candidato a premio Nobel, nuestros talentos (medidos «al peso») no son los que nos van a hacer destacar de otro montón de gente que es tan buena como nosotros. Lo que va a generar la «chispa» está más en ese roce, ese encaje de personalidades. Y sí, eso significa que habrá gente con la que sí (y con esa gente el vínculo será muy sólido), y gente con la que no. Y no pasa nada.

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