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Nuestro futuro es brillante: nuevas tecnologías prometen solucionar los mayores problemas del mundo. Pero el futuro también asusta: el cambio acelerado está provocando disrupciones en todos los aspectos de la vida”.

Con esta declaración arranca el análisis realizado por los 700 expertos reunidos por el World Economic Forum (WEF) en Dubai a mediados de noviembre para analizar el impacto de las nuevas tecnologías. Todos ellos forman parte de los consejos creados por el WEF para desvelar tendencias y pronosticar cómo se proyectarán en el futuro inmediato.

Los expertos consejeros han sintetizado sus análisis en cinco afirmaciones, de las que tres tienen una relación directa con la comunicación y una cuarta depende en buena medida de ella para su cristalización.

Es evidente la relevancia cuantitativa (cuatro de cinco) de la comunicación para abordar los principales desafíos políticos, económicos y sociales del Planeta, pero aún lo es más si la consideramos en una doble dimensión cualitativa: como espacio para articular conversaciones útiles para el progreso social y como habilidad para que los individuos y grupos logren acuerdos tras escucharse y entenderse.

De hecho, el futuro necesita una nueva narrativa, “un relato que nos inspire para construir una nueva visión del mundo que queremos en el contexto del veloz cambio tecnológico”, en palabras de la profesora de de la Universidad de Oxford Ngaire Woods.

 

Las cinco afirmaciones son:

 

1. La cantidad de información está creciendo a una velocidad vertiginosa.

Los expertos sugieren que “es tiempo de poner el foco en la calidad”. No es información lo que falta, sino criterio para seleccionar, contrastar, verificar y distribuirla. Cuando hablamos de información, más sí es sinónimo de mejor, pero el mayor volumen también requiere un filtro más fino.

Y formulan una propuesta: “¿Qué pasaría si nos enfrentásemos al desafío de las fake news con un estándar universal en los medios y la alfabetización digital con educación sobre los derechos y las responsabilidades de los ciudadanos?”

 

2. El dato es insuficiente. Debe ser accionable y explicado en un contexto.

El big data permite a los diseñadores de productos y servicios descubrir cosas sobre el comportamiento humano nunca antes desveladas. Pero, ¿podría el small data ser un agente de cambio aún más poderoso?”, se preguntan.

El internet de las cosas ha disparado los índices de conectividad. El tráfico de datos puede convertirse en un leviatán imposible de encaminar si no se tiene meridianamente claro el objetivo de la información generada. De nada sirve que la nevera se autoabastezca si no tiene la capacidad de identificar tus gustos o incluso tus intolerancias alimenticias.

Y su propuesta es: “¿Qué pasaría si los monitores de salud personales en los móviles condujesen a cambios de comportamiento en la dieta y la actividad que toda nuestra investigación y educación no se han logrado hasta ahora?”

 

3. Blockchain podría gestionar cualquier cosa.

Una cadena de bloques (block chain), también conocida como libro de contabilidad distribuido, es una base de datos distribuida que registra bloques de información y los entrelaza para facilitar la recuperación de la información y la verificación de que ésta no ha sido cambiada. Los bloques de información se enlazan mediante apuntadores que conectan el bloque actual con el anterior y así sucesivamente hasta llegar al bloque génesis. La cadena de bloques es almacenada por todos aquellos nodos de la red que se mantienen en sincronía con ésta.

Esta tecnología permite que se eliminen intermediarios, por ejemplo, en las transacciones bancarias. Con blockchain el control del proceso es de los usuarios, no de los bancos; cada persona se convierte en partícipe y gestor de los libros de cuenta de la entidad financiera.

Y su propuesta para este punto es: “¿Qué pasaría si Blockchain puede ayudarnos a alimentar a un mundo más poblado al vencer el miedo a los cultivos genéticamente modificados y a los alimentos cultivados en laboratorio?

 

4. Levanta la mirada y decide qué problemas necesitan solución.

Los participantes en el foro recomiendan levantar la mirada, ver “the big picture” y elegir el desafío que verdaderamente merece la pena abordar. Para ello utilizan los ‘mapas de transformación’. Estos gráficos ayudan a los usuarios a explorar y dar sentido a las fuerzas complejas e interconectadas que están transformando las economías, las industrias y los problemas mundiales. Los mapas presentan ideas escritas por expertos junto con contenido. Esto permite a los usuarios visualizar y comprender más de 120 temas y las conexiones e interdependencias entre ellos, ayudando a su vez a respaldar una toma de decisiones más documentada por parte de los líderes.

 

 

Los grandes desafíos globales no pueden ser abordados con miradas locales. El cambio climático, por ejemplo, requiere un consenso generalizado (los acuerdos de París casi lo fueron hasta la retirada de los Estados Unidos de Donald Trump) para propiciar una estrategia global, aunque la ejecución sea nacional o local. Sin embargo, el desafío es tan monstruoso que demanda aproximaciones más prácticas: si pensamos en cómo alimentar a 9.000 millones de personas en 2050 tal vez la visión del clima adquiera otra dimensión.

En este punto, su propuesta está incluida en la siguiente pregunta: “¿Qué sucedería si en lugar de construir más y mejores tipos de carreteras con nueva tecnología, invirtiésemos en plataformas colaborativas como Uber para utilizar las carreteras actuales de forma mucho más intensa?”

 

5. Al final volverá la confianza.

Los expertos son optimistas porque creen que, tras las lógicas ansiedades provocadas por los procesos de adaptación a las nuevas tecnologías, las personas recuperarán la confianza. Son realmente optimistas porque la desconfianza gana enteros al amparo de los miedos que suscitan las consecuencias de la globalización, sobre todo para el empleo.

A su juicio, la sociedad está luchando por adaptarse tan rápido como puede a la tecnología, al tiempo que sugiere una ralentización de los procesos de cambio para facilitar tal integración y un relato positivo sobre sus impactos.

Su quinta propuesta es: “¿Qué pasaría si no pudiéramos adaptarnos tan rápido como la tecnología avanza y tuviéramos que encontrar formas de reducir el ritmo del cambio como los impuestos a los robots u otras formas de regulación?”

 

Respuestas desde la comunicación

Salvo la que se refiere a la tecnología blockchain, todas las afirmaciones impactan en la comunicación. A las propuestas abiertas por los consejeros del WEF se puede responder con algunas preguntas desde la responsabilidad que debería ejercer nuestra función:

¿Qué pasaría si los comunicadores nos convirtiésemos en los nuevos vigilantes de la verdad de nuestras organizaciones?

¿Qué pasaría si los comunicadores aprendiésemos a cocinar y servir el big data?

¿Qué pasaría si los comunicadores utilizásemos nuestro poder para facilitar la adaptación a las nuevas tecnologías, como es el caso de blockchain, cuyo primer requisito es que sea entendida, es decir, que sea comunicada?

¿Qué pasaría si los comunicadores ejerciésemos el arbitraje entre las urgencias del corto plazo y la visión del largo plazo dotando a las organizaciones de una narrativa verdaderamente sostenible?

¿Qué pasaría si los comunicadores asumiésemos que nuestra responsabilidad social es crear espacios seguros de diálogo que estimulen la recuperación de la confianza?

 

 

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