El Magazín Cultural

Del ballet clásico al Sanjuanero

María José Sánchez ha practicado ballet clásico durante doce años, pero lo dejó por seis meses para ser señorita Risaralda en el Reinado Nacional del Bambuco 2019.

Laura Valeria López
16 de febrero de 2020 - 01:00 a. m.
Del ballet clásico al Sanjuanero

José Eustasio Rivera definía el bambuco como “risa entristecida” en su soneto La calentana:

La gentil calentana, vibradora y sumisa,

De cabellos que huelen a florido arrayán,

Cuando danza bambucos entristece la risa

Y se alegra el susurro de sus faldas de olán.

María José Sánchez comenzó a bailar bambucos a los nueve años. Luego se dedicó al ballet. Había nacido en Pereira. Cuando cumplió siete años se trasladó a la capital. Entró a estudiar al colegio Eucarístico de Bogotá. Mientras estudiaba, pertenecía al grupo de porras. Dejó de practicar este deporte para dedicarse cien por ciento a la danza.

Comenzó su carrera en el Ballet Nacional de Colombia en 2008. En esta academia se formó en ballet clásico y folclórico. Su profesor de folclor fue Nelson Osorio, bailarín profesional de esta misma escuela. Para finales de 2013, los padres de familia de los diferentes cursos propusieron crear su propia academia, la cual abrió el siguiente año con el nombre de Grand Ballet. Desde entonces se ha dedicado a practicar únicamente ballet.

En 2017 se graduó del colegio y entró a estudiar producción de cine y televisión en la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

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En 2018, Nelson Osorio la contactó y le propuso ser candidata para el Reinado Nacional del Bambuco 2019, como señorita Risaralda. Aceptó.

La diferencia que existe entre el bambuco y el ballet es enorme, así que fue un reto para ella dejar la postura y la rigidez. Se necesitó de una decodificación corporal para estar a la altura de una reina. Dejó de practicar ballet y aplazó su carrera.

Para ser candidata no solo se necesita bailar; también es necesario el conocimiento histórico y teórico. Saber cómo y quién ha influido en el sanjuanero. La historia del Huila. Cómo se ha celebrado el reinado. Quiénes han sido las reinas.

Desde enero de 2019 hasta el día del reinado, en junio del mismo año, Sánchez se dedicó a practicar y estudiar dos horas todos los días. Los domingos practicaba cuatro horas o más. Solo descansaba un día a la semana.

Debía visitar y estar en constante contacto con sus profesores de folclor, con asesores de imagen, diseñadores y hasta un odontólogo. Ir al gimnasio y seguir bailando.

Ser bailarina y reina. “Caminar como reina, sentarse como reina, comportarse como una reina”, como dijo para esta entrevista.

¿Qué fue lo que más le gustó?

La experiencia de compartir con la gente, el amor que te expresan. Las personas se toman muy en serio el reinado. Esperan la llegada de las candidatas. Dejé de ser María José Sánchez para ser la reina de Risaralda. Así me llamaba la gente: reina.

¿Cómo fue el proceso de aprendizaje con su parejo?

Cada parejo tiene su estilo, así que debía adecuarme a eso. Como conocía Nelson Osorio desde hace diez años, fue un poco más fácil entendernos.

¿Considera que participar en el reinado es pesado?

Sí. El reinado se lleva a cabo durante cuatro días seguidos. La gran mayoría del tiempo debía estar en tacones. Esto fue difícil, pues estaba acostumbrada a bailar en puntas. También hablar con medios fue todo un aprendizaje. Me la pasaba en entrevistas o en desfiles, y obviamente, en presentaciones.

Luego del reinado retomó sus estudios universitarios. Volvió a practicar ballet en la academia Capital Dance. Aunque nunca olvidará su paso por el reinado, el ballet seguirá siendo su prioridad.

El sanjuanero huilense fue uno de sus aprendizajes más especiales. Fue coreografiado por Inés García de Durán, con ocho figuras y tres pasos básicos. En un inicio, cada figura se hacía doble, es decir, eran un total de dieciséis figuras para una duración de cuatro minutos y medio. Cada bailarina debía presentarse en ese tiempo establecido. Esto podría llegar a durar más de cuatro horas, lo que causó la disminución del tiempo en escenario. Cada figura se redujo a la mitad.

Cuando fue candidata, María José Sánchez tuvo que aprender cosas que jamás había oído siquiera. Que el traje típico del bambuco requiere de diferentes telas, diseños y colores llamativos, por ejemplo. Que por medio de un concurso se definió cómo debía ser el traje de la mujer y que dos hermanas habían competido en ese proceso.

“Se escogió la blusa de una y la falda de la otra. La blusa es blanca, manga corta, con un bordado y rodeada de arandelas. La falda llega un poco más debajo de las rodillas. Pesa ocho kilos. Son varias capas de tela. La última es decorada a mano: se pintan flora y fauna alusivas al lugar de donde es la bailarina. El traje del hombre es conformado por sombrero blanco aguadero, pañuelo rojo, pantalón de dril arremangado en las pantorrillas de forma desigual, blanco o negro, y camisa blanca bordada en la pechera con el cuello abierto”. Pese a sus estudios y a sus horas de práctica, María José Sánchez no fue elegida como reina nacional del bambuco. Sin embargo, para ella todo fue ganancia, una experiencia para recordar el resto de su vida. Apenas regresó de Neiva, volvió a lo clásico. Su ballet.

Por Laura Valeria López

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