Cuando en los últimos años muchos negocios emblemáticos están cerrando y dejando Palma sin este valor patrimonial, el Bar Bosch hace todo lo contrario y su primera planta se encuentra en pleno proceso de reforma para abrir un restaurante. El dueño del conocido establecimiento de la plaza de las tortugas, Onofre Flexas, también tiene previsto crear un hotel boutique de cinco habitaciones en las otras dos plantas del inmueble, "aunque los trámites y las obras van con más retraso", explica. En cambio, el nuevo negocio gastronómico se inaugurará a principios de mayo, como destaca.
Tendrá acceso por el interior del Bar Bosch. Tanto el ascensor como las escaleras se ubicarán al fondo de la cafetería y llegarán a un restaurante de 120 metros cuadrados con vistas a la plaza Joan Carles I y la calle Jaume III. Dicho espacio estará dividido en dos zonas, una destinada a 24 mesas que pueden dar cabida a un máximo de 50 comensales y un área reservada con una mesa para 16 personas, según detalla el arquitecto Vicente Tomás, cuyo estudio ha diseñado el interior del establecimiento.
La ciudad cambia
Abierto desde 1936 -el próximo año cumple ocho décadas-, el Bar Bosch ha vivido numerosos cambios en la ciudad. El que más le ha favorecido como negocio se produjo en 1985, cuando Ramón Aguiló era el alcalde y aprobó la remodelación y ampliación de la zona peatonal de la plaza, por lo que la terraza del Bosch creció enormemente. En los últimos años, "se ha producido una gran transformación en Palma, con más turistas y hoteles boutique, lo que nos ha dado un impulso", reconoce Onofre Flexas, aunque la decisión de ampliar el negocio la tenía previamente. "Poco a poco fui comprando el edificio, que era de diferentes dueños, y cuando lo tuve todo me planteé la reforma", detalla.
El restaurante se adaptará a los nuevos tiempos. "Tendremos una carta no muy extensa, con una decena de platos como máximo, porque más vale ofrecer 10 platos perfectos que 20 mal y porque los clientes, cuando llegan al final de la carta, no se acuerdan de lo que han leído al principio y no saben qué escoger", como argumenta el restaurador. También habrá un plato del día, en vez de menú, ya que "cada vez se pide más".
En cuanto a la remodelación, los arquitectos del estudio SCT (Sánchez-Cantalejo + Tomás) han ideado un establecimiento moderno, pero aprovechan un elemento tan tradicional como las baldosas hidráulicas.
La superficie de las mesas que habrá está hecha con las típicas baldosas mallorquinas, aunque utilizando un modelo moderno de la empresa Huguet Mallorca. "Como es un espacio pequeño, hemos querido resaltarlo con un diseño divertido, combinando tres colores y diferentes formas geométricas", explica Tomás. Y han recurrido a este elemento constructivo tradicional porque "el Bar Bosch es un clásico y las baldosas hidráulicas son parte de nuestra cultura". Asimismo, han diseñado un tipo de iluminación específica, a cargo de la empresa D-Mix. El resto del restaurante "será muy sencillo, con suelo de madera y un banco corrido en un lateral para favorecer las vistas a través de los grandes ventanales", detalla el arquitecto respecto al interiorismo.
La última gran reforma que tuvo lugar en el Bosch fue en el año 2006, cuando cambiaron la barra del local. Sustituyeron la originaria, que estaba muy vieja, por otra nueva prácticamente igual. La cambiaron de lado, por lo que pasó de estar pegada a la pared lindante a la finca contigua a situarse en la parte que da a la calle Brondo. Con ello ganaron espacio en el establecimiento. Las obras se efectuaron sin tener que cerrar el bar y durante unos días convivieron la barra antigua y la nueva, lo que provocó una imagen muy curiosa. Ahora el bar apenas cambia, aunque su oferta se amplía.
