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La pareja de emprendedores que ha vencido a Google tras once años de batalla legal
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La pareja de emprendedores que ha vencido a Google tras once años de batalla legal

Cuando Google relegó a su comparador de precios a las últimas páginas de resultados, los británicos Adam y Shivaun Raff llevaron sus abusos de competencia ante Bruselas. Y ganaron

Foto: Adam Raff y Shivaun Raff.
Adam Raff y Shivaun Raff.

Cuando los Raff crearon Foundem en 2005, el sector de los comparadores de precios estaba a punto de eclosionar. La plataforma buceaba por el vasto océano de datos de internet para cotejar los costes de todo tipo de productos, desde billetes de avión hasta televisores o prendas de ropa. El matrimonio británico había dejado sus anteriores empleos, también relacionados con el mundo de la tecnología, para embarcarse en esta nueva aventura.

Sus problemas comenzaron pocos días después del lanzamiento oficial de la herramienta, el 26 de junio del 2006. Google acababa de actualizar uno de sus algoritmos, en teoría dedicado a combatir el ‘spam’, para que detectara características de las webs como la ausencia de contenido original. Un rasgo que los comparadores de precios comparten con las páginas fraudulentas. Como consecuencia, los enlaces a Foundem quedaron relegados a las últimas páginas de resultados del buscador del gigante de internet. Lo había condenado al ostracismo.

Foto: Paul Lutus

“Era muy obvio”, explica en conversación con Teknautas Shivaun Raff. “Por ejemplo, si antes de la sanción aparecíamos en el quinto puesto para ciertas palabras clave, después salíamos en el número 65”, detalla Shivaun, que trabajaba como consultora de proyectos de ‘software’ antes de lanzar Foundem junto con su marido, Adam. Una vez fue consciente de la dimensión del problema, la pareja decidió iniciar una batalla legal contra Google que ha durado once años. En junio de 2017, la Comisaria de Competencia Margrethe Vestager culpó a los de Mountain View de abusar de su posición dominante en el mercado y les sancionó con una multa de 2.420 millones de euros, la penalización antimonopolio más elevada jamás impuesta a una sola empresa.

Hace ocho años que los Raff llevaron su caso ante la Comisión Europea, convirtiéndose en los primeros demandantes en una cruzada a la que se sumaron, posteriormente, otros damnificados como Yelp y Expedia. Gracias a un esfuerzo y dedicación extraordinarios, el matrimonio ha visto cómo, al fin, se hacía justicia.

Llamando a la puerta de un gigante

Nunca hemos dicho que Google no deba tener mecanismos de penalización”, aclara Shivaun a este diario. La cuestión es que, dados su enorme poder y su posición dominante, la compañía “tiene la especial responsabilidad de habilitar vías para que los servicios puedan hacer reclamaciones de manera temprana en caso de que estos algoritmos complejos les hayan afectado negativamente por error”, subraya la británica.

Ella y su marido intentaron en varias ocasiones contactar con la empresa para explicarles su situación, pero no hubo manera

Ella y su marido intentaron en varias ocasiones contactar con la empresa para explicarles su situación, pero no hubo manera. “Al principio, Google rara vez respondía a nuestros contactos, ni por canales oficiales ni por extraoficiales. Cuando lo hacía, no admitía la existencia de la penalización”, recuerda.

Tuvieron que pasar tres años y medio para que el gigante de internet se abriera al diálogo. “Lo que hicimos fue hacer público lo que ocurría y hablar con los medios de comunicación”, indica Shivaun. Solo las preguntas de la prensa hicieron reaccionar a la compañía, que accedió a discutir sobre el problema con los demandantes. Fruto del diálogo, la firma de Mountain View sacó manualmente a Foundem de su lista negra a finales del 2009. El portal vio entonces como sus visitas procedentes del buscador se multiplicaban. Sin embargo, los Raff no podían dejar que Google se saliera con la suya.

placeholder Google no respondió a las demandas de los Raff hasta que no hicieron público el caso (Fuente: Ben Nuttal I Flickr)
Google no respondió a las demandas de los Raff hasta que no hicieron público el caso (Fuente: Ben Nuttal I Flickr)

Por una parte, a pesar de que su portal había ganado puestos en el buscador, los resultados continuaban estando por debajo de los que obtenían en otros motores como Bing o Yahoo. “Seguíamos sin competir en un terreno de juego igualitario”, dice la británica. Por otro lado, los de Mountain View acababan de hacer un lavado de cara a su propia herramienta para comparar precios, Google Product Search —el antiguo Froogle, hoy conocido como Google Shopping—.

Mientras sus algoritmos continuaban relegando a plataformas como Foundem a las últimas páginas, el nuevo servicio del gigante de internet se materializaba en forma de cajas de información que mostraban en la pantalla principal resúmenes de contenido. Además de letras de canciones o fechas de nacimiento, estos apartados solían servir de escaparate a multitud de productos de la propia Google.

El matrimonio decidió seguir adelante y en 2010 firmaba una demanda ante la Comisión Europea. Tampoco esta vez obtuvieron la respuesta que esperaban. Lejos de poner contra las cuerdas a la firma del buscador, el por entonces responsable de la cartera de Competencia, el español Joaquín Almunia, le dio una oportunidad para sellar la disputa: solo tenía que cambiar la forma en que filtraba y mostraba los resultados.

Las "trampas" de Google

Durante los años siguientes, Google propuso tres medidas prácticamente idénticas: todas eran sistemas de subasta donde las webs competían por posicionarse en los mejores puestos en las listas del buscador. Las plataformas debían, así, rascarse el bolsillo para destacar por encima de sus oponentes, mientras el gigante de Mountain View se embolsaba los beneficios. “Si la Comisión hubiera aceptado alguno de estos mecanismos, el problema hubiera ido a peor”, advierte Shivaun. Pero, apoyados por las denuncias de otras compañías como Expedia, TripAdvisor o la mismísima Microsoft, los Raff consiguieron que el organismo rechazara las alternativas del gigante de internet.

placeholder Margrethe Vestager sustituyó a Joaquín Almunia como comisaria de Competencia en el 2014 (Fuente: Web Summit I Flickr)
Margrethe Vestager sustituyó a Joaquín Almunia como comisaria de Competencia en el 2014 (Fuente: Web Summit I Flickr)

Las cosas cambiaron cuando Vestager sustituyó a Almunia en 2014. “Lo primero que hizo fue estudiar el caso de nuevo. Se reunió con más demandantes y actores del mercado en cinco meses que Almunia en cinco años”, señala Shivaun. El auto que la comisaria redactó poco después, acusando a Google de abusar de su posición dominante, supuso el primer escalón en el camino hacia el veredicto del año pasado.

Más importante que la histórica multa, dice la británica, es que la disposición prohíbe a los de Mountain View seguir con sus juegos deshonestos. Tenían 90 días para cambiar las prácticas que manipulaban la competencia en internet y la elección de los consumidores. Aunque acogieron la decisión de Vestager con alegría, “la historia no ha terminado”, lamenta la británica. Porque Google se mantuvo en sus trece y volvió a proponer otro sistema de subastas “esencialmente idéntico a sus anteriores propuestas” que no cumple con lo estipulado.

Sin embargo, los Raff no se rinden y piensan seguir peleando. “Estamos seguros de que Google deberá adoptar una solución efectiva que cumpla con las obligaciones que le han impuesto”, indica Shivaun, quien confía en que la Comisión se mantendrá firme para lograrlo. “Esta batalla nos ha llevado más tiempo del que pensábamos, pero merece la pena”, sentencia. “¿Por qué íbamos a parar?”. Sobre todo ahora que están más cerca que nunca de alcanzar la victoria.

Cuando los Raff crearon Foundem en 2005, el sector de los comparadores de precios estaba a punto de eclosionar. La plataforma buceaba por el vasto océano de datos de internet para cotejar los costes de todo tipo de productos, desde billetes de avión hasta televisores o prendas de ropa. El matrimonio británico había dejado sus anteriores empleos, también relacionados con el mundo de la tecnología, para embarcarse en esta nueva aventura.

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