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Cómo será tu bebé cuando nazca

Uno de los momentos más impactantes que vive un hombre y una mujer es ese en el que por fin conoce a su bebé recién nacido.

Es un momento esperado, porque hace meses que lo imaginan, pero no es como esperan, porque por razones obvias los bebés al nacer no son como los que se ven en las películas.

Vamos, que cuando a una pareja embarazada se le habla del recién nacido se imaginan a un bebé como el de la foto y no, la verdad es que cuando nace un bebé es un poco diferente. Por eso, para que los padres vayan sobre aviso, hoy os contamos cómo será vuestro bebé cuando nazca.

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Esos grandes ojos abiertos… que no verás

Los futuros padres se imaginan a su bebé recién nacido en brazos, con sus mofletitos sonrosados, con el pijamita que le han comprado, envuelto en una manta en sus brazos, mirándoles con unos grandes ojos bien abiertos, curioso y sonriente, y la realidad es que todavía no será así.

Es posible que tenga la cabeza un poco deformada, pues acabará de pasar por el canal del parto y es un momento en el que la cabeza adopta una posición bastante increíble. Tendrá los ojos hinchados, un poco amoratados y nacerá con la nariz aplastada y las orejas muy pegadas o alguna doblada. Es lo que tiene haber estado en un lugar «justo de espacio» durante 9 meses, el útero de mamá.

Tendrá la piel azul, en una coloración que dura unos segundos y que suele asustar mucho a los padres, por aquello de que «ese no puede ser un color saludable». Tranquilos, cuando empiece a utilizar sus pulmones que están sin estrenar y empiece a respirar tendrá mejor color. Además, su piel estará arrugadísima y llena de vérnix caseosa, una sustancia grasa y blanquecina que protege la piel del bebé en el útero.

Vamos, que viene a ser como si te metieras nueve meses en el agua y luego te untaras de mantequilla. Ese aspecto más o menos es el que tendrá tu bebé.

Esos brazos y esas piernas, tan delgaditas

No será rechonchito como imaginamos a los bebés, sino más bien delgadito. O sea, que cuándo nacen no parecen muy saludables, porque tienen unos brazos y unas piernas con tan poca grasa que parecen frágiles y delicados.

La mayoría tienen pelo, bastante. Unos más oscuro y otros más claro. Y no precisamente en la cabeza, que también, sino en la cara, en la espalda, en los hombros, los brazos… ¿por qué tanto pelo? Es el lanugo y a medida que pasan los días y las semanas va desapareciendo.

Y hará en el exterior lo mismo que en el útero

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Una vez nazca te darás cuenta de que todo aquello que hacía dentro de la barriga lo hace también fuera. Las patadas que antes recibías serán al aire y el rato que descansaba dentro lo hará también en el exterior, sobre todo si sigue cerca de ti. Vamos, que muchos padres suelen preguntar al pediatra o la enfermera por qué por el día están bastante tranquilos y por la noche no tanto, y la respuesta es tan clara como lógica: ¿Verdad que en la barriga estaba bastante tranquilo por el día y por la noche no paraba de moverse? Pues por ahí va la cosa.

La mamá sentirá seguramente que le conoce de hace tiempo, y no deja de ser cierto. Al padre le costará un poco más sentir esa cercanía porque el día que nazca será cuando por fin le conozca, pero el pasar tiempo juntos hará que cada vez estén mejor el uno con el otro.

Los bebés solo comen y duermen, ¿no?

Eso dicen. Hay hasta quien suele decir un refrán un poco traicionero que dice «hoy he dormido como un bebé». La realidad es que si eres de los que lo usa seguramente querrás decir que has dormido fatal, porque los bebés se despiertan mucho por la noche y para los padres es bastante duro. Vamos, que comen, duermen, y lloran. Lloran porque es la única manera que tienen de comunicarse y de pedir lo que sienten que necesitan.

¿Y si llora para pedir brazos?

¿Cogerle o no cogerle? Porque si no lo coges llora y sientes que está mal, que no está cómodo, y ese llanto ¡Ese llanto! Cómo molesta. Pues es normal y lógico. El llanto de los bebés está diseñado para ser muy molesto para los padres con una única intención: que hagan algo para que el bebé se calme. Es una herramienta de los bebés para sobrevivir. Si algo no está bien, lloran para que su cuidador esté con él y así asegurarse que no correrá ningún riesgo. ¿Pero qué riesgo va a correr si estamos en casa? Bien, eso lo saben los padres, pero el bebé no. No sabe si ha nacido en España o en medio de una selva africana, así que por si acaso todos los bebés vienen «programados» para no llevar nada bien lo de estar solos.

Por eso, si llora para pedir brazos, tenemos que cogerle. ¿No se acostumbrará? Bueno, en realidad eso no debe ser un problema para los padres, precisamente porque los bebés ya nacen acostumbrados a los brazos. Si no, no llorarían por su ausencia. Así que como los esperan y necesitan, lo que hacen es llorar para tenerlos, para sentir el calor y el olor de las personas a las que conoce y que le aportan seguridad.

Además, ¿para qué íbamos a tener un bebé si es para dejarle solo en una cuna llorando? Los padres están para darle todo el cariño del mundo y disfrutar dando y recibiendo el amor más puro que existe, ¿no?