Cómo nos huelen los mosquitos

Por Francisco R. Villatoro, el 13 abril, 2017. Categoría(s): Biología • Ciencia • Noticias • Science ✎ 2

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El mosquito Aedes aegypti aegypti es un vector de la fiebre amarilla, el dengue, el virus Zika y otras enfermedades en humanos. Sin embargo, el mosquito Aedes aegypti formosa prefiere picar a animales no humanos. ¿Qué diferencia ambas subespecies? Una comparación entre los genes que se expresan en sus antenas (su órgano olfativo principal) encontró 14 genes que están correlacionados con la preferencia por humanos.

La autora principal de este estudio, que se publicó en 2014, Lindy McBride (entonces en la Universidad de Rockefeller en New York, ahora en la Universidad de Princeton en New Jersey), ha seguido investigando los mecanismos moleculares y neuronales detrás del olfato del mosquito. Nos resume sus avances más recientes Helen H. Shen, «How do mosquitoes smell us? The answers could help eradicate disease,» PNAS 114: 2096–2098 (28 Feb 2017), doi: 10.1073/pnas.1701738114.

El artículo original es Carolyn S. McBride, Felix Baier, …, Leslie B. Vosshall, «Evolution of mosquito preference for humans inked to an odorant receptor,» Nature 515: 222–227 (13 Nov 2014), doi: 10.1038/nature13964. Recomiendo su reciente artículo Carolyn S. McBride, «Genes and Odors Underlying the Recent Evolution of Mosquito Preference for Humans,» Current Biology 26: R41–R46 (11 Jan 2016), doi: 10.1016/j.cub.2015.11.032.

Aedes aegypti

Los mosquitos se alimentan de néctar y diferentes jugos de plantas. Solo cuando las hembras, cuando tienen que desarrollar sus huevos, se alimentan de sangre, de la que obtienen ciertas proteínas. Para localizar y reconocer a sus anfitriones, las mosquitos hembra usan las neuronas olfativas que tienen en sus antenas (en verde en la figura izquierda que abre esta entrada). Todavía no se conocen todos los detalles moleculares.

Entre los 14 genes que McBride y sus colegas encontraron al comparar las dos subespecies de Aedes aegypti, el más interesante era uno que codifica un gen receptor de olores, llamado Or4, que estaba presente en niveles mucho más altos en las antenas de las hembras que pican a humanos. Analizando el sudor humano con un cromatógrafo de gases se observó que Or4 responde fuertemente a una molécula llamada sulcatone (sulcatona), presente en humanos en mayor proporción que en conejillos de indias y otros mamíferos.

Chris Potter (Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Maryland) y sus colegas están construyendo un mapa de los circuitos neuronales del mosquito. Cuando se obtenga dicho mapa conoceremos mucho mejor cómo nos huelen los mosquitos. Gracias a ello podremos diseñar mejores estrategias para prevenir sus picaduras y con ellas prevenir las enfermedades de las que son vectores. La pregunta que titula esta entrada, como muchas otras preguntas en ciencia, aún no tiene respuesta.



2 Comentarios

  1. Una pregunta: solo nos lo parece o ¿las mosquitas pican a unos (humanos) y a otros no ? ¿Tiene que ver con enfermedades padecidas? (como el caso de la anemia falciforme) ¿Sabes de algún estudio en este sentido?
    Un saludo Francis

    1. Marisa, hay mucha información sobre el tema en la web. Te recomiendo Rosa García-Verdugo, «Mosquitos, ¿por qué me pican a mí?» Naukas, 19 Jul 2011, y también Juan Ignacio Pérez, «Sangre caliente para comer,» Naukas, 23 May 2011.

      En cuanto al CO2, se sabe que las mosquitas mutantes, incapaces de oler dicha sustancia, también pican a los humanos igual que las normales (Conor J. McMeniman1 et al, «Multimodal Integration of Carbon Dioxide and Other Sensory Cues Drives Mosquito Attraction to Humans,» Cell 156: 1060–1071 (27 Feb 2014), doi: 10.1016/j.cell.2013.12.044).

      Atraen a las mosquitas ciertos compuestos del olor humano; aún no se conocen todos, ya que su composición es muy complicada (Christian Starkenmann, «Analysis and Chemistry of Human Odors,» chapter in Springer Handbook of Odor, edited by Andrea Buettner (2017), pp. 121-122, doi: 10.1007/978-3-319-26932-0_48; Human Laurent Dormont, Jean-Marie Bessière, Anna Cohuet, «Skin Volatiles: A Review,» Journal of Chemical Ecology 39; 569–578 (25 Apr 2013), doi: 10.1007/s10886-013-0286-z).

      Muchas de las sustancias volátiles de nuestra piel que atraen a las mosquitas tienen su origen en la microbiota de la piel humana, que depende de cada persona y que puede depender del entorno y, cómo no, de las enfermedades padecidas en el pasado (Willem Takken, Niels Verhulst, «Chemical signaling in mosquito-host interactions: the role of human skin microbiota,» Current Opinion in Insect Science (10 Apr 2017), doi: 10.1016/j.cois.2017.03.011).

      En cuanto a la relación entre la anemia falciforme (cuyo origen es una mutación genética en la hemoglobina aparecida en humanos de Asia Menor cuya ventaja evolutiva es la defensa contra la malaria), se sabe que no evita las picaduras, sino que dificulta la evolución del plasmodio (microorganismo que la provoca) dentro del cuerpo del mosquito, lo que minimiza su efecto como vector de la enfermedad. Pero, repito, no evita la picadura y si la mosquita pica a varios individuos, puede transmitir la malaria incluso a quien padece anemia falciforme. Más información en Randy K. Schwartz, «The Battle Against Malaria: A Teachable Moment,» Journal of Humanistic Mathematics 7: 204-228 (01 Jan 2017), doi: 10.5642/jhummath.201701.16).

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