Cómo combatir el insomnio

El sueño actúa como mecanismo reparador y de descanso de todos los sistemas del organismo

Las necesidades de sueño van ligadas a la edad y a las características de cada persona. Un bebé pasa dormido casi todo el tiempo y un anciano tiene un sueño ligero, que no suele superar las 6 horas y, a veces, con despertares frecuentes durante la noche.

El trastorno del sueño más frecuente es el insomnio. Cerca del 10% de la población lo sufre de forma crónica y el 50% en algún momento de su vida lo ha padecido. Los grupos más afectados son los ancianos y las mujeres, sobre todo en la etapa post -menopáusica. Da lugar a fatiga, ansiedad y disminución en la atención que puede llevar a sufrir accidentes domésticos, de tráfico o laborales.

Tipos y causas

Existen distintos tipos de insomnio. Según su duración el insomnio puede ser transitorio (una situación concreta provoca el insomnio y una vez que se elimina la causa, desaparece), de corta duración (dura máximo 4 semanas) y de larga duración (dura más de un mes).

En función de cómo se produce, será inicial cuando cuesta conciliar el sueño, medio si se producen despertares frecuentes durante la noche y terminal cuando el individuo se despierta antes de lo normal.

En cuanto a las causas, son diversas:

Ambientales y/o fisiológicas: dormir en ambientes con temperaturas muy altas o muy bajas, ruidos o luces desagradables, sufrir dolor, situaciones de embarazo o menopausia, el alcohol, el tabaco, bebidas estimulantes y los cambios de horario de sueño como trabajadores nocturnos o viajes a otros husos horarios (jet lag).

Psicológicas: emociones, estrés, etc.

Psiquiátricas: la depresión, ansiedad, anorexia nerviosa y otros trastornos mentales pueden dar lugar a insomnio.

Uso de ciertos medicamentos: hay medicamentos que  pueden ser estimulantes, incluso fármacos para tratar el insomnio (hipnóticos) pueden producirlo cuando se retiran de forma brusca (efecto rebote).

Tratamiento

Para tratar el insomnio se contemplan unas medidas preventivas de higiene del sueño antes de instaurar cualquier otro tipo de tratamiento: fármacos de síntesis, con plantas medicinales, otros ingredientes como la melatonina y terapias alternativas conductuales, acupuntura, etc.

El objetivo del tratamiento es acortar el tiempo para conciliar el sueño, eliminar los despertares durante el mismo y aumentar su duración.

Los medicamentos clásicos, de síntesis, son muy eficaces, pero no están libres de efectos adversos y contraindicaciones por lo que puede ser interesante recurrir a otras terapias o a otro tipo de productos cuando sea necesario.

El tratamiento farmacológico clásico - fármacos de síntesis, incluye:

Hipnóticos: los más usados a día de hoy son los que actúan sobre los receptores benzodiacepínicos (benzodiacepinas, zopiclona o zolpidem) que varían en función si se quiere un efecto rápido para acortar el tiempo de conciliación del sueño o un efecto más lento pero más duradero para disminuir el número de despertares y aumentar las horas de sueño.

Antihistamínicos H1 de primera generación: su acción principal es antialérgica o entiemética, pero tienen como un importante efecto adverso la sedación ya que atraviesan la barrera hematoencefálica. Como apenas tienen otros efectos secundarios y no generan dependencia se usan para tratar el insomnio crónico.

Por su parte, las plantas son muy útiles por sus ligeros efectos hipnóticos y aunque no son inocuas, presentan muy pocos efectos secundarios. El inconveniente reside en que apenas hay ensayos clínicos que avalen su eficacia y su mecanismo de acción. Su indicación se basa en el "uso tradicional" que en muchos casos se remonta a la antigüedad.

Las plantas presentan la ventaja de no producir efecto rebote y ayudan a la persona a recuperar paulatinamente un sueño natural. En cualquier caso, no deben usarse  de forma crónica ni unidas a otros fármacos sin consejo sanitario. Cuando en un par de semanas no notamos mejoría, es importante acudir al profesional sanitario para descartar otras patologías.

Es importante tener precaución y no consumir alcohol ni realizar actividades peligrosas, conducir, etc. si nos producen somnolencia.

Por falta de estudios en estas poblaciones, tampoco deben usarse en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, ni en niños menores de 12 años, excepto en especies que por su uso tradicional se consideran muy seguras como la tila o el azahar.

Las más usadas son: Valeriana officinalis (valeriana), Tilia cordata (tila), Humulus lupulus (lúpulo), Passiflora incarnata (pasiflora), Lavandula angustifolia Mill (lavanda), Crataegus monogyna (Espino blanco), Melissa officinalis (melisa), Citrus aurantium (citrus) o Papaver rhoeas (amapola). Bien solas o bien en combinación tienen demostrada su eficacia relajante e hipnótica.

Melatonina

La melatonina es una hormona que se produce en la glándula pineal o epífisis y desempeña múltiples funciones en el organismo humano. Su producción aumenta durante la noche y se reduce durante el día, aunque también está condicionada por la edad y el estrés.

Se encuentra autorizada como medicamento por la Agencia Europea de Medicamentos para el tratamiento a corto plazo del insomnio primario caracterizado por un sueño de mala calidad en pacientes mayores de 55 años. En España se comercializa en comprimidos de liberación prolongada.

También se encuentra como complemento alimenticio en dosis menores. Su actividad se asocia al control de los ritmos circadianos en caso de cambios bruscos de huso horario (el característico jet-lag de los viajes intercontinentales) y para estimular el sueño y así está aprobado en Europa.

El efecto beneficioso se obtiene para disminuir el tiempo necesario para conciliar el sueño con una ingesta de 1 mg de melatonina poco antes de irse a dormir y para aliviar la sensación subjetiva de jet lag, con un consumo mínimo de 0,5 mg antes de acostarse que debe tomarse poco antes de acostarse el primer día del viaje y unos cuantos días después de la llegada al lugar de destino.

La melatonina actúa a tantos niveles que no es inocua, por lo que no debe ingerirse de forma indefinida. Puede generar algunos efectos adversos, como somnolencia, mareos, síntomas depresivos, irritabilidad y dolor de cabeza, entre otros. No se recomienda su uso durante el embarazo y la lactancia y tampoco en niños, ya que podría interferir en su desarrollo.

Tiene algunas contraindicaciones, en personas tratadas con antihipertensivos, con anticoagulantes, inmunosupresores, diabetes, ya que puede aumentar los niveles de glucosa en sangre, depresión, convulsiones, etc.

Las plantas medicinales o la melatonina pueden ser un complemento ideal para resolver o ayudar a resolver diferentes situaciones relacionadas con el insomnio, pero no son inocuas y sólo un profesional formado puede recomendar el tratamiento adecuado y eficaz. El farmacéutico, por su formación, puede dar al paciente una solución complementaria fiable, eficaz y segura, revisando su compatibilidad con los demás tratamientos y su estilo de vida o derivarle al médico cuando sea necesario. No tomar nunca medicamentos ni otros preparados sin la supervisión y el control de un profesional de la salud.