Siempre nos quedará Claver

Está siendo un buen año para los españoles en la NBA. En Chicago, la segunda juventud de Pau Gasol es tan evidente que incluso hay quien le señala como candidato al MVP de la temporada. Puede que se estén dejando llevar aunque en el caso de su hermano pequeño esta aspiración parece totalmente justificada. Que los Grizzlies de Marc se hayan convertido en una de las opciones más sugerentes al título es, para muchos, culpa de Gasol, el joven.

Parece pues que los aficionados españoles pueden respirar tranquilos teniendo a Marc y a Pau en la cima del baloncesto estadounidense, un orgullo para sus compatriotas. La pregunta es: ¿hasta cuándo? Nos guste o no, más temprano que tarde, ambos se encaminarán por la senda de los Arvydas. Es inevitable: sus cuerpos sufrirán los estragos del tiempo, sus músculos se ralentizarán y serán demasiado viejos como para seguir en las canchas de la NBA. ¿Y entonces qué? ¿En quién tendrán que confiar esos aficionados para tener una buena razón para seguir trasnochando para ver partidos de baloncesto? ¿José Calderón? Buena elección, pero tiene la misma edad que Pau. ¿Serge Ibaka? Mejor todavía: es joven (25), es espectacular y sigue en progresión. Pero seamos serios: Serge Ibaka es tan español como Monica Seles americana. (Y no, Seles no es americana por mucho que lo diga su pasaporte).

Nos queda Ricky Rubio. Sí, todos queremos que El Bailarín de Badalona triunfe en la NBA, pero lleva más tiempo lesionado que Grecia con problemas con la Unión Europea. Y le han operado más veces en los últimos cuatro años que a Bruce Jenner (el padrastro que, vía cirugía, se ha convertido en la madrastra de Kim Kardashian). La última vez que Ricky estuvo en plenitud de sus facultades físicas, Miley Cyrus estaba en plenitud de sus facultades mentales...

Hay esperanza para los que buscan un relevo fiable al éxito de los Gasol. Ricky ha vuelto con equilibrio y compostura

Un momento: ¡paren las rotativas! Y, lo que es más importante, que alguien detenga este reguero de chistes malos. Me está llegando una última hora desde Mineápolis. Parece ser que Ricky Rubio ha vuelto a jugar. No sólo eso, cuentan que no lo está haciendo nada mal (mejor, incluso, que antes de su última lesión). El de Masnou ha invertido todo ese tiempo en el dique seco, que no ha sido poco, en trabajar con el entrenador de tiro Mike Penberthy. Los resultados hablan por sí mismos: la mecánica de lanzamiento de Ricky ha dejado de parecer una catapulta en manos de un ciego y ha logrado que dejemos de tener un ataque de pánico cada vez que va a tirar un triple. Se percibe equilibrio, compostura y algo bastante parecido a una dosis de confianza.

Lógicamente, es pronto para sacar conclusiones y esta ola de optimismo puede venirse abajo si Ricky vuelve a lesionarse o si los Timberwolves siguen sumando derrotas hasta hastiar a su base estrella. Pero hay esperanza, no sólo para él, sino para todos los aficionados españoles que buscan un relevo fiable al éxito de los Gasol en la NBA.

Y si no, siempre nos quedará Víctor Claver.