En la colina del Cuervo, en La Providencia, ya no sopla viento a favor. El que está considerado entre los expertos como uno de los puntos costeros de referencia para el parapente en el norte de España y un hervidero de pilotos en muchas jornadas de verano, está inmerso en un problema de patrimonio. En un lío de lindes con enfrentamientos deportivos y empresariales de por medio, que desde hace un par de meses ha frenado en seco el número de despegues y ha dejado enredado un deporte que sólo con que exista le da color al horizonte gijonés.

La que hasta ahora había sido una zona libre de uso para los despegues y aterrizajes, un espacio con forma de media luna de unos 170 metros cuadrados, anexa a la senda costera de Gijón a La Ñora, amaneció a primeros de abril con postes de cierre y con la advertencia de un parapentista y empresario, Jesús Pascual, de que se había convertido en el legítimo dueño de una gran finca en la ladera. Una finca que incluye, así lo cree él, el área de despegue de la Colina del Cuervo.

Con el cerramiento llegaron las negativas a permitir el acceso a buena parte de las empresas regionales que explotan como negocio los vuelos en parapente; a los particulares, sin embargo, se les está pidiendo una aportación de 40 euros anuales. "Son simbólicos, para contribuir a tener segada la zona", dice Pascual.

Lejos de aceptar las nuevas condiciones, algunos deportistas han puesto su empeño en acabar con "una barbaridad, detrás de la cual sólo hay un intento de hacer daño", aseguran. En poder de Jorge Iglesias y Jesús Prada, dos de los parapentistas que no quieren renunciar a los saltos desde la Colina del Cuervo, ya están informes municipales, registros notariales y de catastro, donde han podido confirmar que lo que se ha vallado es una zona pública que se incluyó en su día en las expropiaciones de la senda costera.

"En la documentación del catastro esa media luna que es la zona de despegue aparece incluida en la senda, y bien diferenciada de la finca que se vendió. Es tan pública que hace años, cuando se acabó la senda, el Ayuntamiento quiso aprovechar la explanada generada con unos rellenos poniendo bancos y un mirador. Y logramos que se frenara porque nos perjudicaría para los vuelos en parapente", explican Prada e Iglesias. "Es mas" añaden con ironía, "hasta que se valló, ese terreno lo segaba el personal del Ayuntamiento. Que me diga alguien qué Ayuntamiento le va a segar su finca a un particular...".

Con esa dudas en el aire y, sobre todo, con el enfado de quienes no pueden disfrutar ni vender vuelos en una zona "clave de este deporte en Gijón", la maquinaria de la protesta se puso en marcha. A Iglesias y a Prada se les ha unido en su queja muchos particulares, como Nacho Vilches o Jesús Muel. Y con el apoyo de la Federación Aeronáutica del Principado llevan ya presentadas cerca de 40 notificaciones en el Ayuntamiento advirtiendo de que debería comprobar un vallado "que invade en más de 13 metros según la cartografía del Catastro suelo público para hacer un uso privativo del mismo".

Pero el tiempo pasa y la dinámica municipal anda enredada, para desesperación de los afectados, en comprobar si hay licencia pedida para el vallado -ya que el terreno aún podría estar a nombre de la antigua empresa propietaria, que se ha comprobado que no solicitó licencia ninguna-, quien debería demoler el vallado si es que no existe licencia, y en qué momento debe intervenir Patrimonio para comprobar si se está haciendo un uso privado de un terreno público. "Y mientras, la presencia de parapentes se ha bajado al mínimo, se echa encima el verano y estamos perdiendo un tiempo de disfrutar todos", sostienen.