Una victoria modesta para la artista, pero enorme para la Humanidad

Como todo el mundo sabe, la cadena hotelera española Confortel —que pasará a llamarse pronto Ilunion, contracción de Unión e Ilusión, como todas las empresas del grupo ONCE— abandera en el turismo la responsabilidad social corporativa y, dentro de ella, el compromiso por la inserción de las personas discapacitadas en el mercado laboral. No hace mucho frustró una operación para gestionar tres hoteles en el Levante peninsular porque al propietario de estos edificios le chirriaba al oído, y no digamos a los ojos, la disposición de la cadena hotelera de confiar la gestión de estos hoteles a un personal de servicio 100% discapacitado, como era de esperar en un grupo empresarial nacido de la Organización Nacional de Ciegos Españoles.

¿He dicho antes discapacitado? Me gustaría corregir la expresión, porque siempre he pensado que todos los seres humanos hemos nacido discapacitados —de bebés, nos arrastramos por los suelos— y probablemente nos vamos de este mundo igualmente discapacitados, con un bastón de apoyo a las debilitadas fuerzas de nuestra edad provecta. Pero no es verdad. No en su sentido literal.

Todos somos físicamente discapacitados a lo largo de nuestra existencia, y no solamente cuando nacemos o fenecemos. ¿Existe alguien sobre este planeta capaz de correr a 100 kilómetros por hora? ¿Acaso puede algún ser humano ver lo que hay detrás de una pared gruesa? ¿Ha nacido la persona que pueda resistir una hora bajo el agua sin escafandra? ¿Quién entre nosotros está capacitado para leer un millón de libros en tan solo un segundo?

Somos naturalmente discapacitados, sin excepción, para realizar estas tareas que una persona con movilidad reducida podrá acometer en no mucho más de tres décadas. La condición de los humanos se distingue por lo existente dentro del cerebro, no por la extensión de sus brazos o sus piernas, que sí encuentran parangón en otros animales vivos. Ojos, nariz, orejas, lengua y dedos son las interfaces que vinculan el orbe exterior con nuestro laboratorio interior de percepciones que transformamos, dentro de nuestra cabeza, en ideas, pensamientos, emociones… Interfaces limitadas que la tecnología empieza hoy a romper con otros dispositivos emisores de impulsos eléctricos hacia el cerebro, lo que abre un campo infinito de oportunidades para nuestros discapacitados sentidos.

Los nanotubos de grafeno, la inteligencia artificial, la robótica de software y otras novedades tecnológicas están ayudando a proyectar un nuevo ser humano más capacitado que el biológico para las tareas antes expuestas. Mediante ojos biónicos, los ciegos ya empiezan a estar facultados para ver y los no ciegos, para descubrir lo que hay detrás de la pared. Gracias a las prótesis laminares de carbono, como aquellas con las que Oscar Pistorius llegó a la final de las Olimpiadas de Londres 2012, un amputado podrá acelerar hasta esos 100 kilómetros por hora que ninguno de nosotros pudo alcanzar jamás (pese a los denodados intentos de Usain Bolt). Un damnificado con esclerosis lateral amniotrófica (ELA) permanecerá horas en apnea bajo el agua después de un tratamiento de sustitución de hematíes por nanobots.

La tecnología ha permitido liberar al hombre de sus tareas más rutinarias y alienantes. En un futuro no muy lejano, le permitirá desarrollar unas capacidades insospechadas hoy, incluso a quien una mala partida le ha hecho prescindir de un apéndice de movilidad o mostrar una enfermedad que, por congénita, no significa incurable. Seguir pensando en ciegos, cojos o mancos, como seres de menor valía personal (minusválido) es permanecer ciego, cojo o manco al devenir tecnológico de la Humanidad.

Por eso me gusta recordar que el científico más inteligente y visionario de esta planeta, capaz de elucubrar sobre el Big Bang y los agujeros negros, es una persona con movilidad, no reducida, sino cero. Me refiero, claro está, a Stephen Hawking.

El futuro de las capacidades extraordinarias, de la belleza entrópica, del arte sin límites físicos, se inicia ahora con la aparición en las tablas virales de esta artista biónica —la primera, probablemente— que se hace llamar Viktoria Modesta. E ilustra, con su video de presentación en el encabezamiento de este artículo, las posibilidades creativas de una prótesis radiante y utilitaria.

El futuro reside también en la mente de personas todavía no biónicas como Leda Giordano y Antón Piñel, que han convertido su aparthotel Nautilus Lanzarote en una prótesis experiencial para huéspedes con movilidad reducida provenientes de todos los países. Seres que gozan tanto o más que ninguno de sus vacaciones en el agua.

En fin, el futuro de la ética empresarial y la responsabilidad social corporativa se dibuja en las paredes de los 21 hoteles Confortel por hacer caso omiso a algunos tísicos de espíritu y situarse en primera línea de la maratón tecnológica y servicial que acreditará a la plantilla más capacitada del mundo.

Fernando Gallardo |

2 comentarios en “Una victoria modesta para la artista, pero enorme para la Humanidad

  1. Cada una de las marcas olímpicas nos las atribuimos a la humanidad, aunque individualmente corramos muy despacio. Cuando reconocemos nuestras “discapacidades” y las superamos grupalmente avanzamos, todos sumamos. Algunos son asombrosamente veloces, otros lo expresan genial. Siempre interesante Fernando. Fantástica entrada. Enriquece siempre leerte.

  2. No olvide que, en muchos casos, detras de esa insercion laboral de discapacitados que tanto nos conmueve, puede haber un deseo del empresario de recibir las subvenciones que el gobierno autonomico de turno regala por la contratacion de individuos de este colectivo o, simplemente, un intento por vender una imagen de modernidad y compromiso social y valores que tanto se lleva (Barça y Unicef es un ejemplo recurrente) en estos tiempos de fachada y postureo.

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