España, un país de mayores que cada vez viven más solitarios

  • Los mayores de 65 años en España son 8.116.350 y el 21% residen solos.
  • El auge de los hogares unipersonales de mayores presenta el reto de buscar fórmulas para combatir el aislamiento social, que mata más que el tabaco.
  • La teleasistencia atiende diez veces más llamadas por soledad que por caídas.
  • "Cuando me llaman me pongo contenta. Saben que he estado aburrida y triste", asegura Concha, una mujer de 74 años que vive sola en su casa.
  • En 2029, uno de cada tres hogares estará formado por una sola persona.
Concha Martín, vive sola apoyada con el servicio de teleasistencia.
Concha Martín, vive sola apoyada con el servicio de teleasistencia.
JORGE PARÍS
Concha Martín, vive sola apoyada con el servicio de teleasistencia.

Concha Martín, 74 años, aprieta con el pulgar el botón rojo de la medalla de plástico que cuelga de su cuello, medio enredada con la cadena de oro recuerdo de Pedro, su marido fallecido hace nueve meses. Suenan unos pitidos y la voz de una mujer se apodera en estéreo de la vivienda —pequeña, pulcra y atestada de plantas bien lustrosas— en el casco viejo de Alovera, segundo municipio español con mayor crecimiento de población en lo que va de siglo por su estrátegica ubicación entre Madrid y Guadalajara, a la vera de la concurrida A-2.

"Buenos días, doña Concepción. Aquí el servicio de teleasistencia de Castilla-La Mancha. ¿Se encuentra bien?". Y Concha dirá que sí, que solamente estaba mostrando a dos periodistas cómo funciona el botón que tantas veces ha presionado en los últimos dos años debido a la mala salud de su marido —los ictus, la diálisis y la rotura de cadera de la que nunca se repuso—. En pleno duelo por el vacío que le dejó Pedro, Concha juega con el medallón que hace más seguras sus noches insomnes y alivia los días en que aprieta en la diana y encuentra con quién desahogarse un rato sobre su soledad.

"Siempre cuando me llaman me pongo tan contenta. Saben que estoy malucha, cansada. Y que he estado aburrida y triste", dice Concha.

"Bueno Doña Concepción, se le escucha hoy mucho mejor. Acuérdese de llevar siempre la medallita al pecho. Hasta pronto", se despide la voz rebosante de ternura por el altavoz. Suenan de nuevo los pitidos y se corta la comunicación. Este peculiar manos libres conecta a Concha con el 'call center' de Guadalajara que presta teleasistencia a 45.000 mayores en las cinco provincias de Castilla-La Mancha, con un perfil mayoritario de mujer, mayor de 80 años y procedencia rural.

Auge de los hogares unipersonales

El último informe del Imserso, publicado a principios de octubre, cifra la población mayor de 65 años en 8.116.350 personas. De ellos, 1.700.000 reside en hogares unipersonales. Son uno de cada cinco, el 21%. En 2001 eran el 19% y en 1991 el 16%. La proporción de mayores viviendo solos es inferior todavía a la de los países nórdicos, pero va en claro aumento. Algo está cambiando. Hace veinte años el número de ancianos viviendo en hogares de cinco o más miembros (con sus hijos y nietos) era el triple que ahora, especifica el informe del Imserso. Y las proyecciones del INE dicen que en 2029 uno de cada tres hogares lo habitará solo una persona.

El doctor en Sociología por la Universidad de Granada Juan López Doblas, coautor del informe, defiende que los mayores "están innovando" y son la primera generación del envejecimiento solitario, pero puntualiza que esto no quiere decir que "necesariamente se sientan abandonadas, desamparadas ni marginadas". A su juicio, estamos más ante un cambio de modelo de vejez, que ante una crisis.

Vivir solo no es estar solo es su tesis. "El auge de los hogares unipersonales está ligado a la modernización de la población longeva, obedece al reclamo de autonomía de los individuos de edad avanzada, decididos como nunca a gestionar su destino y a evitar delegar en nadie la determinación de cómo vivir", explica en su última publicación sobre los hogares unipersonales de los mayores de 65.

Las razones por las que los mayores optan por la vida en solitario son el apego al propio domicilio, aunque resulte deficitario o excesivo en tamaño para una sola persona, y la voluntad de no perturbar la normalidad de los hogares de otros familiares. "En mis entrevistas percibo que ya la nuera, o el yerno, es esa persona que se conoce dos meses antes de la boda y solo se ve unos días en verano. Y con la que no apetece demasiado convivir", explica López Doblas.

El 16% de las llamadas, por soledad

En la espaciosa oficina de Televida en el ensanche de la capital alcarreña, una docena de teleoperadoras tocadas con pinganillos atienden sin interrupción y con mimo cada llamada entrante. Entre el barullo de conversaciones superpuestas se puede escuchar "Hola doña Eusebia, soy la chica de la medalla, llamo para saludarla ¿Va todo bien?". También, "Ya me dice don Juan que se encuentran mejor los dos". Más allá un teleoperador, único hombre del grupo, diciendo "Sí, es cierto, hoy la mañana está más calurosa que ayer". Mientras su compañera salta con un empático "Ay, los dolores, cómo son los dolores".

De enero a septiembre de 2014, los mayores de Castilla La Mancha han pulsado el botón rojo 225.000 veces. La directora del centro, Arancha Ramos, dice que su estadística de llamadas es extrapolable a la teleasistencia de toda España, país donde se inició hace 20 años y suma más de 600.000 usuarios mayores de 65 años.

Tan solo un 5% de las llamadas (10.800) son emergencias, de ellas la mayoría, 3.500, por caídas. Más abultado es el volumen de las vinculadas al sentimiento de soledad: el 16% (36.000, es decir diez veces más que las caídas). "Pulsan el botón y te dicen que ha sido sin querer, pero sigues hablando y detectas que lo que esconden es la necesidad de conversar con alguien", explica Ramos.

En un país cada vez más y más envejecido (en 40 años uno de cada tres españoles tendrá más de 65 años), donde la población mayor se decanta por mantener un estilo de vida independiente, surge el reto de buscar fórmulas nuevas para combatir el aislamiento social, que según los estudios mata tanto como el tabaco, equivale a fumar 15 cigarrillos al día, y el doble que la obesidad. Y está detrás de la mayoría de las consultas al médico.

Jubilación, dependencia y viudedad

Para López Doblas, el sentimiento de soledad está intrínsecamente conectado con "una jubilación mal asumida, con un grado de dependencia o enfermedad que impide relacionarse o con la viudedad, más que con el hecho de vivir en solitario".

A falta de un estudio español sobre la soledad interna, la sentida, el Imserso remite a su encuesta a 2.535 personas que concluye que la soledad "presenta una incidencia muy desigual entre unas personas mayores y otras". La tercera parte de los mayores consultados asegura no sentirse sola nunca, frente a un 11,4% que reconoce sufrir la soledad de forma permantente y un 8,7% que dice sentirla sobre todo de noche o en fin de semana. Uno de cada cuatro, eso sí, aseguran padecerla en ocasiones especiales. El problema adquiere más gravedad, dicen los expertos, en el sexo femenino que en el masculino y, en cualquier caso, es más habitual pasados los 80 años.

En el salón en sombra de Alovera, con las persianas echadas casi por completo, Concha Martín se guarda la medalla del botón rojo bajo la blusa, y el cordón se encadena a los recuerdos bien apoyados al pecho. Clinex en la mano, Concha confiesa que medita seriamente mudarse a una residencia de ancianos, por más que su hermano, sus cuñadas y dos o tres vecinas de la calle, de las del pueblo de toda la vida, no quieran ni oír hablar de ello. Tal vez le convenga leer los artículos de López Doblas. El sociólogo describe literalmente que "no resulta fácil vivir en solitario tras enviudar, y menos todavía a una edad avanzada, pero muchas mujeres dan ese paso y salen adelante por si solas".

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