¿Cada vez más diferentes o más parecidos? 20 años de fotos a personas 'de la misma manada'

  • El fotógrafo holandés Hans Eijkelboom ha espiado y retratado a diario y durante veinte años a 6.000 personas anónimas en varias ciudades del mundo.
  • 'Gente del siglo XXI' muestra cómo se reproducen miméticamente esquemas de aspecto y actitud en la supuesta era del culto extremo de la individualidad.
  • La asombrosa obra, un libro de 500 páginas, es un tratado de antropología visual que demuestra nuestro grado de imitación 'tribal'.
Montaje de dos de las páginas del libro de Eijkelboom. Las chicas de la derecha fueron retratadas en Ámsterdam en 2007. Los chicos 'todo-jean', en la misma ciudad pero dos años antes
Montaje de dos de las páginas del libro de Eijkelboom. Las chicas de la derecha fueron retratadas en Ámsterdam en
2007. Los chicos 'todo-jean', en la misma ciudad pero dos años antes
© Hans Eijkelboom - From 'People of the Twenty-First Century', published by Phaidon
Montaje de dos de las páginas del libro de Eijkelboom. Las chicas de la derecha fueron retratadas en Ámsterdam en 2007. Los chicos 'todo-jean', en la misma ciudad pero dos años antes

Hace más de un siglo el fotógrafo alemán August Sander (1876-1964) se propuso construir un compendio sobre el hombre contemporáneo mediante un modelo de catalogación basado en pormenores sociales, económicos y culturales —los campesinos, los artesanos, los trabajadores cualificados, los intelectuales, los mendigos, los locos...—. El magno proyecto, interrumpido por el nazismo y la II Guerra Mundial, pretendía "aislar la esencia" de cada sujeto mostrando con fidelidad rasgos, lenguaje corporal y aspecto.

El holandés Hans Eijkelboom (1949) ha tomado el testigo de la idea y la ha llevado a término en una descomunal obra de antropología fotográfica, People of the Twenty-First Century (Gente del siglo XXI). Ha tardado en rematarla 22 años, en los que ha trabajado seis días a la semana tomando fotos a escondidas en diferentes ciudades del mundo. El resultado es un catálogo de 6.000 retratos que conduce a una certezas: las nuevas tribus urbanas del mundo occidental son bastantes pero están basadas en la reproducción mimética de ciertos aspectos y actitudes.

Particularidades en desaparición

En la supuesta era de la singularidad más extrema, cuando cada ser humano interconectado tiene desde niño un perfil social que se define con cierta jactancia como individualizado, las particularidades van camino a la desaparición, demuestra la investigación de Eijkelboom, que desde 1992 ha salido a la calle con una cámara colgada del cuello, situada en el pecho, y un disparador remoto en la mano escondida en el bolsillo. Camuflado de esta guisa para no entorpecer la relación con los sujetos, se ha dedicado a cazar a personas que parecen clonadas entre sí: sea por alguna prenda de vestir, por la gesticulación corporal o por la actividad en la que están inmersas.

Cada sesión fue autonoclusiva. El fotógrafo limitaba la duración a un máximo de dos horas ("nada interesante sucede después de tanto tiempo") y empleaba siempre el mismo procedimiento: echaba un primer vistazo al paisaje humano que le rodeaba, seleccionaba la tipología que le parecía más abundante en el lugar —patinadores luciendo musculación con el pecho descubierto, hombres con traje y maletín, jóvenes con pantalón y cazadora vaqueros y deportivas blancas...— y se dedicaba a fusilar a personas en planos frontales y de cuerpo completo.

Cada página del libro, que acaba de editar Phaidon [512 páginas, 19,95 euros], datada con el lugar y la fecha en que fueron tomadas las imágenes, está maquetada como una hoja de contactos con entre nueve y dieciocho sujetos colocados en cuadrícula a los que resultaría fácil atribuir una descripción común porque parecen idénticos en aspecto y ademanes.

El 'anticoolhunter'

A diferencia de los coolhunters (caza tendencias como el mítico Bill Cunningham o el famoso Yvan Face Hunter Rodic) que recorren las calles buscando la singularidad que brilla entre la multitud, con frecuencia con la intención de sacar rédito de las fotos vendiéndolas a empresas del textil o explotándolas en blogs y otras plataformas en línea, el autor de People of the Twenty-First Century pretende mostrar a las personas tal cómo realmente se visten y se mueven: no importan el garbo ni la belleza, la compostura o la novedad, sino el afán tribal que preside nuestro comportamiento colectivo y que nos hace parecer, como dicen desde la editorial, como "personas de la misma manada". Su trabajo es el de un anticoolhunter.

La inspiración para el ejercicicio de antropología fotográfica fue una cuestión existencial que se formuló a sí mismo Eijkelboom a principios de los años noventa. "Me preguntaba si yo era un producto de la sociedad de consumo en lugar de ser yo mismo. Deseaba que la serie fuese casi como un espejo para verme, porque si puedo ver la sociedad que me rodea puedo ver quién me hace ser lo que soy. Me decía: '¿cómo puedes ser tan ingenuo como para ir a una tienda a comprar ropa que resuma tu personalidad y no darte cuenta de que al mismo tiempo 10.000 hombres y mujeres de todo el mundo compran lo mismo?'. Yo también lo hago, por supuesto. Se nos dice que somos individuos y consumidores pero en realidad somos un producto más de la cultura en que vivimos", explica el fotógrafo.

Normativa rígida

El trabajo conceptual y de normativa rígida —la elección de un determinado grupo de personas-tipo, la duración limitada de cada sesión y el carácter no acumulativo (de no alcanzar un número suficiente de retratos similares, el fotógrafo desechaba completamente el trabajo de ese día, sin resevar imágenes para completar el grupo más adelante)— comenzó en Ámsterdam y fue ampliado a Nueva York y otras ciudades de los EE UU, París, El Cairo, Bombay, Sao Paulo, Tokio y Shangai.

El resultado, medio millar de páginas de fotos en cuadrículas de personas que en cada página parecen imitarse unas a otras, es "una panoplia magnética de imágenes" que funciona de manera "democrática, apolítica y única" como una "sección transversal fascinante y atractiva" de la sociedad contemporánea desde principios de los años noventa, es decir, en los albores de la globalización derivada de Internet, señalan los editores del libro, que califican la obra con tres adjetivos: "voyeurística, jugetona y desconcertante".

Zonas peatonales, centros comerciales...

Las imágenes, casi siempre tomadas en zonas de alta aglomeración de gente —zonas peatonales, de encuentro, proximidades de centros comerciales...— parten del impulso visual inicial de Eijkelboom , que suele trabajar normalmente a partir de una prenda de vestuario —camisas de cuadros estilo leñador, gabardinas clásicas de tono béis, cintas en el pelo...— o una actitud —hombres con mucha brillantina en el pelo, personas que empujan un carrito de la compra, párejas jóvenes tomadas de la mano, clientas con bolsas de Abercrombie & Fitch...—. La simplicidad de la presentación formal, en retículas y sin más comentario que el lugar, la fecha y la hora de cada sesión, se contrapone con la "complejidad" del análisis de las fotos, que contienen valores antropológicos, sociales y artísticos.

En el único texto añadido al profuso libro de 6.000 imágenes, el filósoso y crítico cultural estadounidense David Carrierencuentra elementos de paralelismo entre el trabajo del fotógrafo holandes y la idea del flâneur (más o menos, paseante callejero o caminante a la deriva) que el poeta simbolista francés Baudelaire entendía como el "observador apasionado" de la realidad urbano para quien, "es una alegría inmensa establecer su morada en el corazón de la multitud, entre el flujo y reflujo del movimiento, en medio de lo fugitivo y lo infinito".

La 'conciencia de la diferencia'

También Eijkelboom, añade el ensayista, se siente a gusto entre la multitud y ha logrado componer "un registro visual extraordinaria de la humanidad de hoy en día" dejando que la cámara funcione casi por su cuenta y escriba una especie de "diario" de la existencia del fotógrafo. "Tomadas individualmente, las pequeñas fotografías de Eijkelboom son tan banales como sus protagonistas", pero el autor "utiliza la repetición para comunicar la conciencia de la diferencia", añade Carrier.

El fotografo no sabe si será capaz de detener su caza, anuncia en una entrevista en el blog de Phaidon. Está enganchado al placer de buscar la "nada excepcional" entre la multiud, como diceCarrier. "Cuando estoy trabajando", precisa Eijkelboom, "estoy fuera del mundo. No veo nada, soy intocable. La cámara hace el trabajo por mí aunque yo nunca mire por el visor. Todo lo que tengo que hacer es transportarla".

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