Martín Caparrós, Mario Bellatin… crean un diario de la pandemia
Escritores como Martín Caparrós, Mario Bellatin, Chiara Valerio y Santiago Roncagliolio son algunos que se han sumado al Diario de la pandemia, proyecto de la Revista de la Universidad de México, en el que autores relatan y comparten sus experiencias de cómo se vive en su país la crisis sanitaria causada por el coronavirus.
Martín Caparrós colabora con un texto poético llamado Viruses, marzo 31; la escritora italiana Chiara Valero, con Butman, en el que aborda con humor el hecho de comer murciélagos, pero también externa las preocupaciones de quienes viven en la incertidumbre por el Covid-19; y Mario Bellatin ofrece el relato Funámbulo sin cable de protección, escrito a máquina y fechado en la Ciudad de México, en los años 2929 y 2020.
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Hasta ahora se han publicado 11 textos de autores originarios de México, España, Italia, Argentina, Chile y Corea del Sur, en los que se relata, por ejemplo, cómo vivieron los italianos el Carnaval de Venecia y la manera en que en ese país, al inicio, la gente no creía en la enfermedad y no cumplieron con las medidas para evitar la propagación del virus.
“Nosotros, que nos dedicamos a la literatura y escritura, quisiéramos ofrecerles a los lectores la invitación a ponerse a escribir, aprovechar este tiempo para la literatura y las letras, pues a lo mejor de ahí sale una vocación o, por lo menos, hábitos de lectura; es tratar de sacarle provecho a la situación de crisis”
Guadalupe Nettel
Titular de la Revista de la Universidad de México
También, se cuenta cómo en Chile la pandemia sustituyó las capuchas por los cubrebocas y las marchas se acabaron porque los manifestantes estaban en casa; y cómo una pareja, para mantener la ilusión de que la vida es distinta, se arregla para “asistir” al cine en su casa; pero antes aplaude a los médicos que luchan en los hospitales contra el Covid-19.
“Está bien leer cómo han sido sus experiencias de cuarentena; son estrategias para aprender de quienes llevaban más tiempo y para tomar más conciencia de lo que puede pasar en países en los que la gente toma medidas más tarde; pero a parte de esto, la idea es crear empatía, que es siempre lo que ha hecho la literatura”, explicó a La Razón la escritora Guadalupe Nettel, titular de la Revista de la Universidad de México.
Las crónicas, que pueden enviar desde escritores hasta el público general, son seleccionadas y se publican en la página de la Revista de la Universidad México; formarán parte de un libro que editará la Dirección de Publicaciones de la UNAM.
Para Nettel, el objetivo de esta iniciativa es fomentar la creatividad a través de la escritura y la lectura, pues la historia de la literatura ha demostrado que en tiempos de crisis se han concebido libros que hoy ocupan un lugar importante.
“Es darles la oportunidad de ver que el encierro no solamente es estar pasivamente viendo series o jugando videojuegos, sino también estar leyendo, escribiendo, produciendo algo. A partir de los eventos más trágicos de la historia de la humanidad, como la Segunda Guerra Mundial, el tsunami, y cosas así, se han concebido textos muy bellos.
“Está toda la literatura de la enfermedad, como Tomas Mann y La montaña mágica, cuando habla de la pulmonía; la propia Frida Kahlo, quien empezó a pintar después de una infancia en la que estaba encerrada. La enfermedad y el confinamiento, por horribles que sean, traen oportunidades; el chiste es descubrirlas”, destacó Guadalupe Nettel.
A la par de este proyecto, la Revista de la Universidad de México también tiene iniciativas enfocadas en los jóvenes, como #MicroCoronaCrónicas, donde los participantes pueden enviar textos breves que se publican en las cuentas oficiales Twitter y Facebook de la revista, y Jóvenes virales, en el que pueden mandar una historia de Instagram o imágenes que narren los momentos más curiosos de la contingencia.
Viruses, marzo 31
Por Martín Caparrós
Nevó.
Esta mañana al levantarme veo
las copas blancas de los árboles: en mi sierra
ayer noche nevó, y es primavera. Esta mañana
al levantarme las copas blancas de los árboles
me regalaron ese placer idiota
que la nieve te trae: volverte
nene, disfrutar
de algo que te da igual. Nadie,
(digo nadie porque quiero decir nadie)
podía prever que nevaría pero anoche
nevó. Ahora ya nadie
puede prever.
Es primavera.
Prever es lo que hacemos. Prever
nos hace humanos. Prever
es lo que nos deshace.
Ahora no sabemos. De verdad
no sabemos. Siempre
decimos que sabemos que no sabemos pero creemos
que sabemos. Ahora
no sabemos.
Es vertiginoso no saber. El vértigo
es mirar y prever y cerrar fuerte los ojos
ante eso que prevés: cerrar
los ojos.
Pero ahora ni siquiera:
no sabemos.
Está la nieve y está,
faltaba más, el miedo.
Los ojos
bien cerrados, bien
cerrados.
Ahora no sabemos. El futuro
se fue. Quedan el miedo, la nieve, la certeza
de que ya no sabemos. En la vida
aquella que teníamos teníamos
la osadía de prever. Sabemos
que pueden pasar cosas, que aquello
que prevemos puede no suceder. Que puede
haber fallos, suspensiones, infartos, un olvido pero
somos buenos para olvidarlo, buenos para creer
que haremos eso que prevemos: somos
buenos.
FRAGMENTO DE LA CRÓNICA.
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